22/03/2010

Tucumán

Le dan con todo a Reduce Fat Fast

Los dietólogos y nutricionistas argentinos aseguran que el producto de Jorge Hané, no sirve para nada. Videos burlones.

Las píldoras Reduce Fat Fast, no sirven para nada según opinaron los especialistas argentinos en obesidad, en una nota que publica el diario Crítica de la Argentina y que destroza el mito de las mágicas cápsulas para adelgazar creadas por el mediático y renombrado Jorge Hané.

El matutino porteño publica un extenso reportaje que consideramos de interés para nuestro lectores y que reproducimos a continuación:

Por dentro, contienen colina, inositol y metionina con picolinato de cromo. Según sus fabricantes, es una mezcla natural de té verde y té de Java, un poderoso diurético que hace ir al baño incluso a las piedras. Por fuera, tienen forma de píldora de Viagra. Las difundía en su momento por TV Susana Giménez, y el ex poli de Chips Eric Estrada. Es uno de los complementos dietarios más vendidos, con distribución en 78 países, y más polémicos.

A las Reduce Fat Fast las concibió Jorge Hané, colombiano, un hombre tostado como bife a la plancha. Radicado desde hace 30 años en Miami, Hané dirigía videos de ejercicios aeróbicos cuando decidió que había que hacer algo más para lograr que la gente perdiera su peso y él, a la inversa, ganara peso pero en sus bolsillos.

La píldora Reduce Fat Fast es uno de los grandes éxitos de la venta televisiva, un suplemento dietario de venta sostenida que augura que usted “perderá tantos kilos como quiera, sin medicamentos, sin tener nunca hambre y sin recuperar un solo gramo”.

Hané tenía pensado desembarcar en Chile y luego en la Argentina –junto con India el único país donde lo compran tanta cantidad de mujeres como de hombres–, cuando el terremoto en el país trasandino le hizo temblar el frasco y pospuso el viaje para más adelante. Busca crear alianzas con cadenas de distribución, quiere instalar sus propias clínicas de dietas, difundir su flamante libro del tema –Perder peso es fácil– y dar a conocer su nuevo producto: el Reduspray, como las pastillas pero más canchero y con el Puma Rodríguez como protagonista de campaña. “Basta con dos sprays en la boca, aguardar 15 minutos”, augura Hané, “y usted verá la diferencia”. Dos estudios norteamericanos –dice– lo avalan.

El dietólogo estrella de la tevé llegaría a nuestros lares para aprovechar el visto bueno de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), que le permite comercializar aquí su producto sin impedimentos legales. No siempre fue así. En junio de 2005, un aviso en el Boletín Oficial decretaba la prohibición de venta del suplemento pues su registro estaba vencido, y seguía vendiendo frascos por la tevé a todo trapo. Hoy, jura su gente, tiene vía libre.

Reduce Fat Fast posee en nuestro país el registro de propiedad intelectual: 0520001, de origen norteamericano, lo importa Premier Solutions de Argentina SA y se encuentra inscripto y vigente en el Instituto Nacional de Alimentos. “Si está probado por nosotros”, dicen voceros del ANMAT, “es que no es riesgoso para la salud. Naturalmente, siempre y cuando se sigan los procedimientos. Pero cualquier debate sobre si funciona o no ya no tiene que ver con nuestra área”.

La panza de los argentinos

La Argentina es caldo de cultivo de gordos. Según cifras de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación, el 15% de las mujeres tiene problemas de obesidad y el 25%, de sobrepeso. Entre los varones, el 15% tiene obesidad y el 35%, sobrepeso. Por otra parte, un estudio de la Fundación Interamericana del Corazón, con sede en Texas, confirmó que estamos a la altura de Europa, pero no en crecimiento económico, en avance tecnológico o producto bruto interno. Estamos a la par, cabeza a cabeza, pero en panza. Tres de cada diez argentinos, observaron, son panzones. El sondeo abarcó siete países latinoamericanos; entre ellos, evaluó el nivel de cinturones de 1.482 porteños y concluyó que el 29% tenía grasa acumulada en el abdomen, como quien junta dinero en su caja de ahorro. Esto, que puede resultar simpático, sobre todo a la hora de emplearlo como almohadón, a largo plazo trae consecuencias, como arterias tapadas, hipertensión, diabetes y colesterol.

“No importa lo que digan los fabricantes”, advierte Julio Montero, presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos de la Alimentación, que agrupa a 400 médicos y nutricionistas. “Ni la colina, ni el inositol ni la metionina con picolinato de cromo, ninguna de esas composiciones, ni asociadas ni por separado, son eficaces para el tratamiento contra la obesidad. Aun cuando existen medicamentos verdaderamente reductores del apetito, como la sibutramina, nosotros no recomendamos estas pastillas de Reduce Fat Fast. No hay ningún trabajo en el mundo en publicaciones serias que hayan demostrado que funcionen. Así que, si reducen el peso, no debe ser por razones científicas”.

“Los suplementos serios se comercializan en las farmacias. En la tele inducen al consumo de pobre gente ignorante que compra un producto sin la consulta médica. Siempre tiene que ir con receta más allá de que sea venta libre”, dice Graciela González, presidenta de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas, con más de 1.200 socios. “Los suplementos no pueden tomarse toda la vida. Además, la mayoría no publicita las contraindicaciones. El Reduce Fat Fast, por ejemplo, tiene cromo, que está contraindicado en pacientes diabéticos. Ahora bien, pensar que un suplemento que tiene tres minerales y una vitamina puede revertir algo tan complejo como la obesidad es una ilusión. Y la pobre gente se lo cree”.

El dietólogo Máximo Ravenna sostiene un discurso similar: “Te lo digo así: hay 64% de obesidad y sobrepeso en Paraguay, nosotros estamos cerca del 60%. En Estados Unidos y Australia llega al 73 por ciento. La obesidad mata a 400 mil personas por año, por enfermedades relacionadas con el hígado, cáncer, páncreas o corazón. Ahora bien, el Reduce Fat Fast, al igual que otra pastillas, venden espejitos de colores y aisladas no hacen nada. Sólo logran que los que sufren de obesidad se agarren de esto y sigan perdiendo su tiempo”.

Para Alberto Cormillot, el más reconocido del rubro, con 50 libros escritos y cuatro millones de personas que pasaron por sus consultorios, el Reduce Fat Fast es como el talco: no es malo, pero tampoco es bueno. Simplemente, es inocuo. “Se sabe que no tiene ningún efecto sobre el apetito, ni la saciedad ni la absorción de alimentos”, sostiene. “El elemento que contienen estas pastillas es la Garcinia camboya, un árbol que no está incluido en ningún protocolo de dietas ni en ninguna guía de tratamientos de la obesidad. No hay una sola organización que lo avale. Con el cáncer las autoridades no permiten la falsa publicidad. Hay una ley original que preveía regular este tipo de publicidades, pero no se reglamentó, así que van a seguir llegando sistemas milagrosos, como el Metabolic Cla, la aguja en la oreja, pastillas y parches, que son todos una estafa”.

¿Alguna vez se lo cruzó a Hané en algún congreso de dietología?, se le pregunta, como quien no quiere la cosa, a Cormillot. Y él se ríe como si fuera la pregunta más tonta del mundo –“Uf, ¿Hané en un congreso de obesidad?”– y después se indigna. “Jamás. Sólo lo vi y lo veo en la tele. Alguien que vende un producto que no sirve para nada y pone en riesgo a los usuarios es, desde todo punto de vista, un impostor. O díganme: ¿hay otra forma de llamarlo?”.

Publicidad del producto
 

Video satirizando a Reduce Fat-fast




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