24/12/2011

El mundo

Crisis en Grecia: récord histórico de vagabundos

Es producto de la dura crisis ecnonómica. Medio millón de personas perdieron sus empleos.

Uno de los rostros más duros de la terrible crisis económica que afecta a Grecia es el aumento de las personas que carecen de un hogar y de un techo propio para resguardarse. Desde la implosión de la crisis helénica, a mediados de 2010, cerca de medio millón de personas perdieron su empleo y miles de negocios cerraron en toda Grecia.
 
Y es que a pesar del plan de rescate de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional implementado por el nuevo premier Lucas Papademos, sustituyendo al depuesto Georgeo Papandreu, poco parece poder hacer el reducido estado helénico, que afronata una etapa de austeridad extrema y de contracción casi absoluta para poder buscar la manera de estabilizar la economía griega.
 
Especialistas indican con seguridad que las ONG están reemplazando al Estado. "En el último año, el número de personas 'sin techo' aumentó un 25 por ciento,  y la mayoría tienen un perfil totalmente distinto al de antes", explica Olga Theodorikaku, coordinadora de la asociación humanitaria "Klimaka". "Proceden de la clase media. Hasta hace poco tenían un trabajo y una casa. El único factor que los ha convertido en 'sin techo' ha sido el desempleo", indicó.
 
Spyros Psijas, antiguo representante griego en la Federación Europea de Asociaciones de Ayuda a los 'Sin Techo' asegura que el problema tiene que ver con que Grecia no reconoce a las personas sin hogar como un grupo en riesgo de exclusión social, hecho que impide que existan políticas adecuadas para luchar contra el problema. 
 
"Grecia carece de un verdadero Estado del Bienestar. Los desempleados reciben una ayuda por un año, pero después se quedan sin nada. Los trabajadores autónomos ni siquiera tienen derecho a realizar paro como modo de protesta", explica Panos Tsakloglu, profesor de la Universidad de Economía y Negocios de Atenas. "Hasta ahora era la familia la que evitaba que esta gente cayese en la pobreza. Pero ahora también esto está fallando", añade.
 
Sólo en Atenas, las organizaciones de caridad reparten unas 20.000 comidas diarias. Miles de personas se agolpan en la fila, donde es fácil reconocer a los nuevos pobres. Sus ropas denotan su hasta hace poco pertenencia a la clase media y es patente que no se sienten cómodos en esas filas. La comida se termina rápido, y los que se han quedado sin comer avanzan con gesto resignado, entre el compungimiento y el desasosiego, y se conforman con una bebida.
 
"Creo que los políticos no se dan cuenta de lo que se nos viene encima", dice Psijas. Por su parte, Theodorikaku considera que los nuevos sin techo son "fácilmente reintegrables" en la sociedad, ya que son personas calificadas y en edad productiva, pero sólo si se actúa y se les ayuda. "Si pasan más de un año en la calle, se acostumbran a ello y piensan que no hay ninguna salida. Entonces las posibilidades de que puedan volver se desvanecerán.
 
 
 

 




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