20/12/2013

Culturas

El crucigrama cumple 100 años como uno de los pasatiempos más conocidos del mundo

Es uno de los pasatiempos más impresos en el mundo, desde su primera publicación en un diario de Nueva York en 1913. Llegó a su centenario y sigue sumando seguidores.

El crucigrama, o las palabras cruzadas, como también se lo conoce, puede resultar indescifrable para algunos, un reto para la mente para otros o un simple pasatiempo. Pero desde su primera publicación un 21 de diciembre de 1913, se convirtió en entretenimiento a nivel mundial.
 
El diario New York World publicó el primer crucigrama, llamado entonces "puzzle de palabras cruzadas", obra del periodista Arthur Wynne, nacido en Liverpool (Reino Unido) y emigrado a Estados Unidos.
 
Con forma de diamante, tenía 31 definiciones además de una palabra ya escrita: "Fun" (Diversión), y esta instrucción: "llene los pequeños cuadrados con palabras que se adecúen a las siguientes definiciones". El juego fue un éxito inmediato y comenzó a aparecer de forma habitual en la sección de pasatiempos de la edición dominical del diario.
 
Otras publicaciones copiaron la idea y en pocos años los crucigramas hicieron furor, generando con el tiempo todo tipo de variantes y modalidades (autodefinidos, crucigramas blancos...).
 
En 1924 Richard Simon y Lincoln Schuster editaron el primer cuaderno exclusivamente con crucigramas, después de que la tía del primero, muy aficionada al juego, preguntase a su sobrino si no existía uno que pudiera regalar a una amiga.
 
La llegada de internet y la crisis de la prensa escrita hicieron pensar a algunos que el crucigrama podía estar camino de su ocaso, pero algunos diarios permiten hacerlos por internet e incluso existen ya aplicaciones especiales para teléfono móvil que permiten resolverlos en cualquier momento y sin necesidad de papel.
 
El crucigrama ha recorrido mucho camino en sus primeros cien años, pero su inventor, Arthur Wynne no logró beneficiarse de su idea. Según explicó su hija Catherine a la cadena de televisión CBS, el inventor del crucigrama consultó a su jefe si, viendo el éxito inicial, merecía la pena patentarlo. El editor respondió que se trataba de "una moda pasajera" y recomendó a Wynne que no se gastara el dinero en la patente, según recuerda su hija, por lo que "papá nunca vio un centavo", señaló.



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