06/01/2014

Tucumán

Recomendaciones para el consumo de alimentos en verano

El Senasa recuerda las precauciones básicas a tener en cuenta para conservar la inocuidad y calidad de los alimentos, tanto durante las estaciones cálidas como en situaciones que alteran la normalidad de su conservación.

En verano, las altas temperaturas crean las condiciones óptimas para el crecimiento y desarrollo de microorganismos (bacterias y mohos). Por lo tanto, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recomienda a los consumidores, durante estos meses, extremar especialmente las precauciones para evitar las alteraciones no deseadas –aunque sin olvidar que pueden producirse en cualquier época del año–.

 

A su vez, es importante recordar que ésas precauciones son aún más necesarias durante cortes en el suministro de energía eléctrica ya que, al no poder conservar los alimentos normalmente, sus condiciones adecuadas se ven afectadas.

 

Con frecuencia, asociamos el verano con ciertos trastornos que nos afectan a nivel gastrointestinal y que son provocados por alimentos que parecen estar en buen estado pero que pueden comprometer nuestra salud durante varios días o incluso semanas.

 

Los alimentos pueden deteriorarse con menor o mayor rapidez tanto en el proceso de producción, obtención, transformación, conservación, transporte, exposición en puntos de venta o manipulación en nuestros hogares, lo cual se puede reconocer por modificaciones en su olor, sabor, color, textura o apariencia. Si se descuida alguno de los pasos mencionados, los alimentos pueden sufrir un proceso de alteración que genera trastornos en la salud de los consumidores.

 

Una vez que los alimentos se han contaminado, los microorganismos comienzan a multiplicarse en ellos y solo un tratamiento térmico adecuado es capaz de destruirlos. La cocción, el asado y la fritura suficientes aseguran la destrucción de los gérmenes, mientras que la refrigeración y la congelación únicamente detienen su crecimiento.

 

En casos de cortes de luz, es primordial desechar sin dudas los alimentos ya cocidos que hayan perdido la cadena de frío, mientras que los productos crudos deben ser cocinados inmediatamente o ser desechados por completo.

 

Las formas de reconocer la pérdida de la cadena de frío en un producto son; la ausencia de frescura, emblandecimiento y presencia de líquido en su interior. A su vez, en estas situaciones anormales, se recomienda un uso particular de la heladera o los equipos de frío que se dispongan. En primer lugar evitar su apertura a fines de conservar el máximo tiempo posible su temperatura interior y tener precaución con el goteo de carnes crudas sobre los alimentos que se consumen sin cocción, como es el caso de los lácteos, evitando la contaminación cruzada.




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