29/07/2016

El mundo

El Papa Francisco recorrió Auschwitz y pidió: "Señor, perdón por tanta crueldad"

El Sumo Pontífice recorrió el campo de concentración más grande del régimen nazi, ubicado en Polonia, y se reunió con 11 sobrevivientes del Holocausto.

El Papa Francisco recorrió este viernes el campo de concentración y exterminión de Auschwitz, en Polonia, el más grande de todos los creados por el régimen nazi, conoció a 11 sobrevivientes del Holocausto en ese lugar y pidió "perdón por tanta crueldad".

 

Luego de dar 45 pasos en soledad con la mirada puesta en el callejón de tierra que hace de camino de ingreso, Francisco atravesó el tristemente célebre letrero de "Arbeit Macht Frei" ("El trabajo libera"), y entró al campo por el que pasaron más de un millón de prisioneros.

 

Apenas ingresó, permaneció sentado solo, con los ojos cerrados, durante diez minutos, en uno de los bancos del lugar. Luego comenzó el recorrido, a bordo de un auto eléctrico.

 

"Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad", escribió Francisco en el libro de visitas del campo de exterminio ubicado a unos 66 kilómetros de Cracovia, donde llegó el miércoles para una visita de cinco días a Polonia y participar en la XXXI Jornada Mundial de la Juventud.

 

Ese fue el pedido del obispo de Roma al dejar su mensaje en el campo que funcionó entre el 14 de junio de 1940 y el 27 de enero de 1945, día luego instituido por Naciones Unidas como "Jornada Internacional de la Memoria en recuerdo de las víctimas del Holocausto".

 

Antes de entrar al "Bloque 11" del Campo, donde se recluían a los prisioneros para castigos y donde también se hicieron las primeras pruebas con el gas Zyklon B, Francisco saludó y besó, uno por uno, a Helena Dunicz Niwinska, (1915, Viena), prisionera número 64118 en el campo; a Alojzy Fros, (1916, Rybnik), prisionero número 136223; a Janina Iwanska (1916, Varsovia), prisionera 85595; y a Wacław Dlugoborski (1926, Varsovia), prisionero 138871.

 

También saludó a Zbigniew Kaczkowski (1921, Cracovia), prisionero 125727; Stefan Lesiak (Pińczów, 1927) ), prisionero 197204; Valentina Nikodem (Lodz, 1922), prisionera 8737; Marian Majerowicz (Myszkow, 1926), número 157715; Eva Umlauf (74 años), número A-26959; Naftali Fürst (Bratislava, 1932), prisionero B-14026; y Peter Rauch (Munich, 1939), prisionero Z-3531.

 

Antes del saludo, Francisco rezó en soledad y a oscuras cinco minutos en la celda en la que fue recluido a muerte Maximiliano Kolbe, el santo polaco y sacerdote católico. Kolbe, sacerdote franciscano detenido en Auschwitz, pidió ser ejecutado a los 47 años para salvar la vida de otro prisionero del campo que tenía esposa e hijos.

 

Kolbe fue beatificado por Pablo VI en 1971 y canonizado por Juan Pablo II en 1982. Tras visitar Auschwitz I, el campo original construido en 1939 tras la invasión de la Alemania nacional socialista de Adolf Hitler a Polonia, el pontífice argentino se trasladó al campo vecino de Auschwitz II o Birkenau, también en la localidad de Oswiecim (nombre en polaco del sitio).

 

Allí rezó en silencio delante de las lápidas que, en distintos idiomas, conmemoran el horror del campo.

 

Solo con la mano derecha en el pecho, el Papa contempló durante varios segundos, de pie, cada una de las lápidas conmemorativas. Al final de su recorrido, dejó una lámpara de aceite encendida como ofrenda a las víctimas del campo.

 

Birkenau, a unos 3 kilómetros de Auschwitz I, fue construido en 1941 como parte de la Endlösung (solución final) y allí el pontífice también rezó en silencio y se encontró con 25 "justos de las naciones", título que otorga el Estado de Israel a "no judíos que arriesgaron sus vidas para salvar a judíos durante el Holocausto".

 

Tras el rezo del Papa, el rabino polaco Michael Schudrich entonó el Salmo 130, el De Profundis. Fue la tercera visita de un pontífice a Auschwitz, tras la de Juan Pablo II el 7 de junio de 1979 y la de Benedicto XVI el 28 de mayo de 2006.

 

A diferencia de sus antecesores, Francisco se mantuvo en silencio los 50 minutos que duró su visita: Juan Pablo II se había reunido con Franciszak Gajownizek, el hombre al que el Kolbe había salvado la vida, mientras que Benedicto XVI lanzó durante su vista la recordada pregunta "¿Por qué, Señor, has tolerado esto?".

 

Los campos de concentración fueron la coronación de un vasto sistema de internación, deportación, tortura y desaparición de personas montado por el régimen nacional socialista para deshacerse de judíos, gitanos, otras "razas inferiores" y disidentes políticos o religiosos.





Recomienda esta nota: