18/02/2017

El mundo

Un error en una fecundación in vitro termina con una relación y un hijo no querido

El hombre se volvió agresivo con la mujer: manifestó suspicacia, la acusó de infidelidad y por fin le echó la culpa a "fantasmas y espíritus".
Un error en una fecundación in vitro termina con una relación y un hijo no querido | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

El caso comenzó en 2007 cuando decidieron tener un hijo.

Una mujer de 31 años y su pareja, de 41, se sometieron a un proceso de fecundización in vitro en el Instituto Canario de Infertilidad (ICI). Según la Audiencia Provincial de Las Palmas, cuya sentencia confirmó el Tribunal Supremo, el equipo médico utilizó una muestra equivocada y la mujer quedó embarazada de gemelos de otro donante. El ICI, que deberá pagar € 315.000 (casi USD 335.000) de indemnización a la mujer y los niños, negó toda negligencia y la acusó a ella de haber mantenido relaciones sexuales con alguien diferente de su pareja. Los jueces rechazaron el argumento por su "enorme carga de estereotipos sobre el rol y la capacidad de la mujer muy alejados del principio de igualdad y de la dignidad de la persona".

En el proceso, la pareja se rompió y dos niños —que hoy tienen nueve años— quedaron sin padre y sin posibilidades de identificarlo en el futuro.

"Tenemos controles estrictos que no los inventamos nosotros: nos hemos gastado un pastón en ellos", se defendió ante el diario El Pais el director médico del ICI, Ali Mashlab del Rosario. "No existe posibilidad alguna de error". Por ese motivo la institución cumplirá con la sentencia —que apeló y volvió a perder— pero no admitirá la negligencia ni se disculpará ante las víctimas.

El caso comenzó cuando, en 2007, la mujer y el hombre decidieron tener un hijo. Ella no tenía problemas de fertilidad —había sido madre en un matrimonio anterior— pero él se había hecho una vasectomía poco antes, luego de haber sido padre por última vez. Por eso recurrieron a la fertilización asistida.

A partir de dos biopsias testiculares, se extrajeron los espermatozoides con que se fertilizarían los cinco óvulos que le habían sacado a la mujer. Aunque el ICI le había dicho al hombre que sus espermatozoides tenían una movilidad muy escasa —lo cual los hacía "de calidad pésima", según un perito de la causa—, cuatro de los cinco óvulos fueron fecundados con éxito. Los dos con mejores probabilidades se implantaron en la mujer. Así se gestaron los gemelos.

Sin embargo, en el momento del parto, se advirtió que el grupo sanguíneo de los bebés era RH negativo, y tanto la madre como su pareja eran RH positivo. El hombre se volvió agresivo con la mujer: manifestó suspicacia, la acusó de infidelidad y por fin le echó la culpa a "fantasmas y espíritus" con los que ella habría estado conectada. La relación se rompió en enero de 2009 y la mujer fue a los tribunales para que el padre viera a los niños y les pasara su cuota de manutención. Entonces el hombre presentó las pruebas de ADN que había hecho sin informar a la mujer: los gemelos, se comprobó, no eran suyos.

Sólo en ese momento la mujer supo que la identidad de sus hijos no era la que había creído. Su ex pareja rompió toda relación con ella y los niños, entre imputaciones de adulterio nunca comprobado.

Del Rosario sugirió que no era improbable que una mujer quedara embarazada de forma natural mientras realizaba una reproducción asistida. Entre los argumentos que el ICI presentó a los tribunales, se destacó que ella lo pudo haber hecho para garantizar, si el tratamiento fallaba, "que un varón acomodado la mantuviera a ella y a su prole durante bastantes años". Los jueces rechazaron el razonamiento por sexista.

"Es absurdo que una mujer adulta de 31 años, que ya ha pasado por una experiencia de maternidad y una ruptura de una relación de pareja con un proceso de divorcio, que ha sufrido un aborto, que no tiene problemas de fertilidad y que se somete voluntariamente a un tratamiento probado de fecundación in vitro con el único objetivo y deseo de tener descendencia común con su pareja, en pleno tratamiento hormonal en las 72 horas anteriores o posteriores a la punción que se le practica, tenga una relación sexual con coito completo con un varón tercero y con eyaculación, sin hacer uso de un método anticonceptivo, aceptando la posibilidad de un embarazo (y de un contagio de una enfermedad de transmisión sexual). No tiene ningún sentido", concluyeron.





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