04/03/2017

El mundo

Alimentos

Aspartamo: mitos y realidades

Es el sustituto del azucar más usado en el mundo. Se dice que su uso acarrea consecuencias graves para la salud pero ¿cuanto de eso es cierto?
Aspartamo: mitos y realidades | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Se han popularizado cientos de mitos que demonizan al producto

El aspartamo es un compuesto blanquecino e inodoro, en forma de polvo. Esto es interesante porque podemos decir que el aspartamo que está presente en muchos otros alimentos y un poco de alcohol producto de su metabolización.

Nadie se imaginaba que pudiera activar los receptores del dulzor. En diciembre de 1965, James Schlatter se derramó el compuesto con el que estaba trabajando en las manos. Como no era un compuesto peligroso, no se limpió hasta que un rato después, mientras trataba de pasar las páginas de una libreta, se humedeció los dedos y se sorprendió por un intenso sabor dulzón.

Rápidamente, intuyó que el sabor se debía al aspartamo pero habría que esperar hasta 1969 para que anunciara que había encontrado una sustancia entre 150 y 200 veces más dulce que el azúcar.

El aspartamo ha sido controvertido desde su descubrimiento. Se le ha acusado de todo: cáncer, migrañas, cambios de comportamiento, daños cerebrales, epilepsia, infertilidad o daños en el hígado. Pero la verdad es que nunca se ha podido establecer que el aspartamo produjera ninguna enfermedad o dolencia en personas sanas. No al menos por debajo de la cantidad máxima recomendada que está establecida en 50 miligramos por kilo y día. Para hacernos una idea, habría que consumir cuatro litros de cola light para alcanzar esas cifras. Muy lejos de la media de consumo actual que ronda los 14 miligramos por kilogramo/día, en niños, y los 8,6 miligramos en adultos.

En 2013, se realizó un estudio muy minucioso y demostró que las dosis en las que se comercializa este edulcorante son inocuas para la salud. Fundamentalmente porque el aspartamo se descompone rápidamente. Estos tres compuestos son productos que se encuentran en multitud de otros productos y alimentos. Productos como la fruta y las verduras que no presentan, como es evidente, ningún problema de salud.

La única posibilidad de que el aspartamo fuera perjudicial es que algún residuo metabólico se fuera acumulando en el organismo. Pero, hasta donde sabemos, se metaboliza muy rápidamente. La evidencia científica actual, y es uno de los aditivos más estudiados del mundo, nos dice que el aspartamo no es peligroso.

Dejando a un lado el hecho de que durante muchísimos años ha sido un producto de Monsanto con la polémica que eso genera por sí mismo. En 2005, la fundación italiana Ramazzini publicó un estudio en el que se demostraba que el aspartamo causaba cáncer. Era falso y estaba lleno de errores. Como en el caso de los estudios de Serálini sobre el glifosfato, esos trabajos tenían serios problemas metodológicos. Resumiendo mucho, utilizaban ratones de laboratorio que, de forma natural, tienen una tendencia a sufrir cánceres con la edad.

Pese a que el estudio fue retirado de la revista, pese a que ha sido rechazado por las agencias alimentarias de USA y Europa y pese a que no se ha encontrado nada que lo apoye, aún hoy se sigue pensando que el aspartamo causa cáncer. Los mecanismos de difusión de desinformación funcionan así: hemos visto el mismo efecto en autismo, malaria y organismos genéticamente modificados, un solo estudio fraudulento cambia la percepción social del producto en cuestión. Y para siempre. 

Nada de lo que ingerimos está exento de riesgos o dicho de otra forma, la dosis hace al veneno. Pero dejarnos llevar por rumores y conspiraciones tiene un alto costo a nivel sanitario. Es curioso como el miedo injustificado nos impulsa, paradójicamente, a consumir productos más peligrosos: por ejemplo, la stevia actúa como hipotensor y su uso continuado provoca esterilidad. De hecho, como nos explica J. M. Mulet, uno de sus uso tradicionales entre los nativos del actual Paraguay era su uso como anticonceptivo.

Llevamos casi 40 años consumiendo masivamente aspartamo y, hasta la fecha, ninguna autoridad alimentaria o sanitaria ha señalado que haya problemas con su uso. Y no es poca cosa: recordemos que la sacarina, descubierta en 1879 y de uso corriente en nuestros países, estuvo prohibida en Canadá hasta el año 2014. Muy al contrario de lo que podemos pensar, el aspartamo es quizá el mejor ejemplo de un buen control por parte de las autoridades sanitarias. Podemos decir, con lo que sabemos hoy en día, que el aspartamo es tan seguro como cualquiera de los alimentos que consumimos. O más.





Recomienda esta nota: