20/06/2016

Argentina

Un argentino adquirió 57 objetos nazis por 600.000 euros

Fue durante una subasta en Munich. El individuo dijo que venía de la Argentina y que los objetos estaban destinados "a un museo".
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El argentino se llevó el último uniforme militar de Adolf Hitler por 275.000 euros.

Un misterioso comprador que se presentó como argentino participó de una subasta en Munich donde adquirió por más de 600.000 euros (unos 580.000 dólares) la mayoría de los objetos personales de jerarcas nazis.


Según informó este lunes el periódico alemán Bild, "el comprador de la segunda fila", vestido íntegramente de negro, con botas y gorra, se llevó el último uniforme militar de Adolf Hitler por 275.000 euros y pagó 3.000 por ropa interior "parcialmente enmohecida" de Herman Göring, el jefe de la Luftwaffe, la fuerza aérea de la Alemania nazi. Sin embargo, no pujó por un par de calcetines de Hitler, vendidos por 18.000 euros.


La casa de subastas Hermann Historica ofreció 169 reliquias nazis procedentes de la colección de John K. Lattimer, el médico estadounidense responsable de la asistencia a los acusados durante los procesos de Nuremberg, que tuvieron lugar tras la Segunda Guerra Mundial.


El supuesto argentino adquirió también los pantalones de Hitler por 62.000 euros; una radiografía de la cabeza del dictador, realizada tras el fallido intento de asesinato en su contra de julio de 1944, por 21.000 euros; el camisón de Göring y sus calzoncillos por 3000 euros; un reloj de Göring por 42.000 euros, y por 26.000, el recipiente de latón que contuvo una ampolla de cianuro con el que el comandante nazi se suicidó dos horas antes de su prevista ejecución en Nuremberg.


Entre otros objetos que pertenecieron a Hitler había calcetines, corbatas, manteles y un certificado fiscal por la tenencia de perros. También se subastaron una colección de transcripciones de escuchas telefónicas secretas originales de los prisioneros en Nuremberg; más de 330 fotografías contemporáneas de documentos secretos alemanes de propiedad del Dr. Robert Kempner, un abogado estadounidense de origen alemán que sirvió como principal asesor de EEUU durante el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg; el martillo del juez Robert H. Jackson, que actuó como fiscal principal en Nuremberg, y finalmente algunas de las sogas utilizadas para colgar los principales criminales de guerra en su ejecución el 16 de octubre 1946.


La subasta generó mucha polémica y el evento fue calificado por el colectivo judío de "repugnante". El revuelo llevó a los organizadores a cerrar la subasta a la prensa. Sin embargo, un periodista del diario más vendido de Alemania estuvo presente en la sala.


Entre las 50 personas que participaron en la subasta se encontraba el sujeto que decía ser argentino, que estaba sentado en la segunda fila, ataviado con una gorra negra, un polo negro de Ralph Lauren, vaqueros oscuros y botas, según lo describió el rotativo. Además, el diario reveló que también asistieron a la subasta "parejas jóvenes, ancianos y cabezas rapadas musculosos con tatuajes tribales".


El comprador se identificó con el 888, un número que contiene el "88" que los neonazis usan como abreviación de HH ("Heil Hitler") porque la letra H es la octava del alfabeto.


Preguntado por el periodista, el individuo dijo en un inglés con fuerte acento español que venía de la Argentina y que los objetos estaban destinados "a un museo". Sin embargo, no quiso dar ni su nombre ni el del museo en el que supuestamente se expondrán en un futuro dichos objetos.


El periódico recordó que numerosos nazis se fugaron a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial y se preguntó si el comprador no actuaba como representante de un coleccionista privado.


Por su parte, el diario bávaro Süddeutsche Zeitung afirmó que la tarjeta con el número 888 fue usada por dos individuos que se alternaron en la subasta y que ambos estaban vestidos de idéntica manera y hablaban con acento sudamericano.


El Consejo Central de Judíos de Alemania había calificado el jueves de "escandalosa y abyecta" la subasta, que también fue criticada por el alcalde de Múnich.


Por su parte, la casa de subastas aseguró en un comunicado que no tenía "ninguna intención de perturbar la paz social ni de herir sentimientos" y se dijo "plenamente consciente de la historia funesta de Alemania de 1933 a 1945".

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