02/06/2016

Tucumán

Al menos por aquí...

Malosetti y Estévez: espectáculo sin antecedentes

Contrabajo, batería, piano, teclado, guitarra y dos voces conformaron las armonías de la veintena (más o menos) de canciones que crearon una atmósfera de romanticismo.
Malosetti y Estévez: espectáculo sin antecedentes | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Fueron dos horas de Blues, Jazz y subgéneros.

Javier Malosetti e Inés Estévez anduvieron por el norte argentino. Puntualmente, el jueves pasado estuvieron en el Teatro Alberdi, luego siguieron su viaje, pasando por Salta y Jujuy.


Dieron un espectáculo que por la expresión de algunos, no fue lo que esperaban o fue más de lo que esperaban. Lo que ofrece esta pareja es distinto a lo que "nos tiene acostumbrados" el bajista. Entró tomado de la mano con su novia, que además de cantar actúa, pero en la tele. Eso sí, la personalidad de Javier estuvo presente, pero más tiernizada, hasta que una fan quiso sacarse una foto con él, entró al camarín mientras todos se cambiaban luego del show y la cosa, como era de esperarse y totalmente aceptable, explotó. Pero esa es otra historia.



Fueron dos horas de Blues, Jazz y subgéneros, como la Bossa Nova, esa música que te da ganas de estar tirado en una playa de agua clara con una caipiriña de la buena. Hasta tocaron un tema de un Musical, "ese género que nadie quiere", diría Malosetti.


Arrancaron casi a tiempo y apenas aplaudidos por unos impacientes para que salgan. En el escenario se pudo apreciar a 5 artistas con mucho ensayo y que además vienen de presentarse en distintas partes del país. Cada uno en lo suyo y comprometidos con el show. En varios momentos pudo verse miradas cómplices que marcaban el comienzo de un solo, una introducción, la entrada para un instrumento, el final o una vuelta más.


Contrabajo, batería, piano, teclado, guitarra y dos voces conformaron las armonías de la veintena (más o menos) de canciones que crearon una atmósfera de romanticismo, que al principio era difícil de sentir por la distancia y seriedad que marcaban los actores principales de esta obra. Pero fue apareciendo poco a poco entre miradas, agarraditas de mano y confesiones de la pareja para precisamente estremecer a más de una mujer (y un hombre ¿por qué no?) presentes en el público. Se pudo ver otra versión de Malosetti, una versión "2.love" que le queda muy bien.



Hay detalles que no pueden quedarse guardados para uno. Como la concentración que hubo en el escenario durante toda la noche que por momentos se pudo notar más. Estaban tan enfocados que hasta un mínimo acople de micrófono desconcertó a los músicos en las primeras canciones. También un chiflido a la mitad de un solo de bajo, (el Schecter rojo de Malosetti estuvo solo 8 minutos en el escenario) interrumpió vorazmente una combinación de sampleos y punteos que ejerció Javier luego de un pequeño tributo al flaco Spinetta.


A los 45 minutos de show se fueron casi todos del escenario, el asistente le pasó el clásico instrumento a Javier y quedó solo con su pedalera. Todos observaron cómo jugó con acordes, punteos y técnicas. Su sonido tan particular y distintivo fue confundido por una chica sentada al lado. Pensó que lo que estaba tocando era una guitarra y le preguntó a su acompañante por qué sonaba así. Hay público nuevo en los conciertos del bajista.



Agradecido por los aplausos y demás muestras de afecto, luego de aclarar que su trabajo no terminaba en un punteo que fue disminuyendo en ritmo y volumen, se acomodó y siguió. El clima, la concentración, ese "lugar" donde está cuando cierra los ojos y la creatividad fluye por sus dedos fue retomado sobre el escenario, solo como los mejores lo logran.


Al regresar al escenario, Inés cae hipnotizada también por los dedos de Javier, pero no por eso pierde la concentración. Su vestido negro simula una noche estrellada. En un momento, su silbido seductor y atrevido marca una melodía durante un punteo. Se le escapa una pequeña carcajada cuando Javier bromea con "la ausencia de una verdadera trompetista", pero esas risas son una muestra más del coqueteo que dejan entrever sutilmente.


Aunque la aclaración previa sobre lo romántico de las canciones parezca estar demás, Javier la hace. Y deja entrever como el amor ha hecho mella en su presentación (y su corazón), aunque se resista a demostrarlo.


De bonus track, en los últimos minutos del día y luego de ser ovacionado en la primera despedida y agradecimiento al público, Malosetti reapareció con su más particular instrumento (por ahora). Fue un regalo de un viejo amor para los 42 pirulos y hecho por su amigo luthier, Mariano Maese. Una Cigar Box Guitar que cuando quizo empezar a presumirla, se le cortó la primera cuerda. Cosas que pasan. Pero no importó, con tan solo dos cuerdas derrochó profesionalismo y una capacidad infinita para hacer con las cuerdas lo que él quería.



La Cigar Box Guitar de Javier Malosetti


En un momento, cuando en el sampler (registro de sonidos para emitirlos posteriormente) sonaban la base, melodía y punteo, miró al costado del escenario e hizo una seña llevando su pulgar a la boca y afirmó con la cabeza. Inés volvió al escenario mientras el público observaba enmudecido. Se venía el acto final de este mago.


Su guitarra se partió en dos, una petaquita y dos shots en su interior eran una señal, un brindis se venía. Con su música instantanea grabada en vivo de fondo, se sirvieron los vasos, los levantaron hacia el público mientras los aplaudían e hicieron fondo.


Las luces del teatro se prendieron, los demás músicos reaparecieron y saludaron todos juntos. Ese fue el verdadero final de un espectáculo de dos horas donde amor, talento y sensaciones se esparcieron por el aire.




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