28/05/2016

Tucumán

Megacausa

Empezaron las declaraciones testimoniales en el juicio por el Operativo Independencia

Durante una nueva semana de audiencias culminaron las declaraciones de los imputados, y los primeros testigos hablaron ante los jueces.
Empezaron las declaraciones testimoniales en el juicio por el Operativo Independencia | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Comenzaron los testimonios en la megacausa Operativo Independencia.

“Para el actual gobierno parece que los únicos presos políticos son los de Venezuela”, dijo Jorge Omar Lazarte durante su declaración como imputado. El ex teniente 1° del Ejército Argentino reprochó de esta manera al ejecutivo nacional que no suspendiese los juicios por delitos de lesa humanidad. La extensa exposición que hizo pasó de una especie de alegato en contra de las dos condenas que pesan sobre él a la explicación del orden mundial en la década del 70. Lo que dejó claro Lazarte era que, para él y otros como él, el contexto de la Guerra Fría justificaba el accionar del ejército. Así también lo manifestó Omar Edgardo Parada. Parada fue el tercer imputado en hablar en la mañana del jueves y aseguró: “No participé de un plan sistemático de aniquilamiento de opositores políticos”. Sin embargo, sobre el final de su declaración pidió al tribunal que reivindique el accionar de las fuerzas armadas y reconozca el vencimiento a la ‘guerrilla subversiva’.

A pedido de la fiscalía, cada uno de los imputados que decidió no declarar tuvo que pasar para un ‘reconocimiento’. Esto fue así tanto para los que se encontraban presentes en la sala de audiencias como para los que la siguieron por el sistema de videoconferencia. De este modo concluyó la primera parte de la jornada en la que los imputados tuvieron la oportunidad de ampliar sus declaraciones.

De los cuatro testigos programados para el día jueves solo dos pudieron declarar. Los otros dos fueron reprogramados. El primero en dar su testimonio fue el sociólogo Ariel Lede que se refirió a los diarios escritos por el obispo Victorio Bonamín. En esta documentación se da cuenta de cómo se organizó el Vicariato Castrense. El testigo habló de la presencia de los capellanes en los centros clandestinos de detención y del rol que cumplieron durante el Operativo Independencia. “Fueron el apoyo espiritual a los miembros de las fuerzas armadas en la llamada lucha contra la subversión”, explicó el investigador. “Se pudo comprobar que se puso a disposición todos los recursos de este vicariato incluso incrementando la cantidad de capellanes en este territorio para poder dar contención moral a aquellas personas que torturaban y que secuestraban a la población civil”, destacó sobre el final de la audiencia el fiscal ad hoc Agustín Chit.

El segundo y último testigo fue un ex conscripto que sin escatimar detalles respondió las preguntas del fiscal federal Pablo Camuña. Rubén Alejandro Juárez dio un descarnado testimonio sobre lo que vio mientras cumplía funciones en el Hospital Militar. Ante los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Juan Carlos Reynaga recordó que trasladó heridos y cuerpos desde la localidad de Famaillá e incluso desde el ingenio La Fronterita hacia San Miguel de Tucumán.

“A los heridos de gravedad se los trasladaba al Hospital Militar en Tucumán”, dijo y explicó que aquellos a los que consideraban de menor gravedad se los atendían en una especie de sala sanitaria en Famaillá. Dijo que nunca entró a la ‘Escuelita’ aunque sí reconoció que era un secreto a voces que allí habían personas detenidas de forma clandestina.

El crudo relato del ex conscripto dio cuenta de las muertes indignas. “Muchas veces los traían engusanados y hediondos”, detalló. “Nos hacían que los lavemos, venían los médicos y les sacaban fotos”, sostuvo. Cuando el fiscal le consultó por lo que sucedía después con esos cuerpos, Juárez afirmó que lo desconoce. “Decían que los quemaban”, y más tarde aclaró: “de los guerrilleros nunca supe que los hayan entregado a un familiar”.

El día viernes, en horas de la mañana, algunos de los miembros del tribunal y representantes de las partes, se trasladaron a la localidad de Lules para tomar testimonio a Miguel Ángel Mejía. El testigo es un sobreviviente que había sido secuestrado en febrero de 1975. Su testimonio dio cuenta de la persecución que sufrió su familia. Sus hermanos, Enrique Darío Mejía y Francisco Raúl Mejía fueron secuestrados diez días después junto a un vecino, Ramón Rito Medina.

Del testimonio de Miguel se supo que tanto Enrique como Francisco fueron llevados a un asentamiento militar que funcionaba en la administración de la empresa Citrícola San Miguel donde fueron torturados. Los hermanos Mejía hicieron un recorrido por la base militar instalada en dependencias del Ingenio “La Fronterita” y por el centro clandestino de detención que funcionaba en la entonces Escuela Diego de Rojas. Dos de los tres hermanos fueron puestos en libertad. Miguel Ángel Mejía fue ‘blanqueado’ y su ingreso a la unidad penitenciaria de Villa Urquiza quedó registrado más de tres meses después. Su paso a la cárcel de la provincia de Chaco y más tarde a otra situada en Buenos Aires hasta que fue liberado, ya fue relatado en juicios anteriores.

La audiencia se reanudará el día jueves 2 de junio en la esquina de calles Crisóstomo Álvarez y Chacabuco. Para entonces se espera que una nueva nómina de testigos aporte datos que permitan alcanzar no solo una sentencia justa, sino una verdad que por más de 40 años trató de mantenerse oculta. Para presenciar las audiencias solo hace falta ser mayor de edad y llegarse hasta la esquina del Tribunal Oral Federal con el DNI. En ese edificio judicial se lleva adelante uno de los juicios más emblemáticos, el debate oral y público por los delitos de lesa humanidad cometidos antes del golpe de Estado. 271 víctimas y más 1400 testimonios son la prueba de la envergadura de esta primera parte de lo ocurrido durante el Operativo Independencia. El periodo en el que, según sostiene la fiscalía y las querellas, en la Argentina se experimentaron y se perfeccionaron las técnicas más siniestras para aniquilar personas.


Por Gabriela Cruz, para El Diario 24.




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