Argentina tiene un tipo de minería en su territorio que aterra a todo el que la escucha: la de uranio. El informe Libro Rojo, confeccionado cada dos años por la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE (AEN) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), solicita comenzar lo antes posible los esfuerzos para garantizar el abastecimiento de uranio, combustible esencial en la industria de la energía nuclear, que experimenta un auge desde 2022. Ante este escenario, Argentina tiene por delante una relevante oportunidad, pero también un dilema complejo.
“Existen suficientes recursos de uranio para sustentar tanto el uso continuo de la energía nuclear como su crecimiento significativo hasta 2050 y más allá. Serán esenciales inversiones oportunas en nuevas exploraciones, operaciones mineras y técnicas de procesamiento para garantizar que el uranio esté disponible en el mercado cuando sea necesario”, reporta el informe. El aumento en la demanda de uranio ha despertado el interés por Argentina, con yacimientos de uranio disponibles en Chubut, Mendoza, Río Negro, Salta y La Rioja.
Sin embargo, la extracción de uranio no solo reporta nuevas oportunidades financieras para el país. También trae consigo fuertes impactos ambientales, como la posible contaminación de agua y suelo. Los residuos generados por las minas de uranio pueden tener en su composición metales pesados y productos químicos tóxicos que, si no se gestionan de manera correcta, pueden filtrarse a aguas subterráneas. Otra de las consecuencias asociadas a la extracción de uranio es la destrucción de hábitats naturales.
Argentina abrirá esta mina, pero debe andar con cuidado
Pensábamos que lo habíamos visto todo con la apertura de la Caja de Pandora en Argentina, pero Corporación América, el holding presidido por Eduardo Eurnekian, ha dado un paso más allá. Ingresó al sector de la minería de uranio en Argentina con una sustanciosa inversión de USD 160 millones de cara a los próximos tres años. Lo hará a través de un acuerdo de earn-in con Blue Sky Uranium Corp y su subsidiaria argentina Minera Cielo Azul S.A. Este contrato permitirá obtener el proyecto de uranio y vanadio de “Ivana”, ubicado en la provincia de Río Negro.
Cabe destacar que la iniciativa “Ivana” planea servir de abastecimiento local e internacional. Los fondos asignados al proyecto se destinarán a la ejecución de estudios de factibilidad, construcción y desarrollo. Este anuncio supone un paso adelante dentro de una extensa estrategia que pretende ubicar a la minería como un motor fundamental del desarrollo tecnológico, energético y económico de Argentina.
Argentina impulsará su lugar dentro del sector energético: la clave está en el uranio
Argentina es mundialmente conocida por disponer de una industria nuclear avanzada y profesionalmente sumamente cualificados. Por este motivo, cuenta con una infraestructura óptima para purificar uranio y convertirlo en combustible para centrales nucleares. No obstante, pese a estos recursos, Argentina ha sido un importador neto de uranio por más de dos décadas.
El proyecto Ivana podría ser el disparador que revierta este escenario, brindando uranio a nivel local y global. Bajo este marco, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), a través del Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería de Uranio, trabaja para asegurar que el medioambiente esté protegido frente a esta práctica. Además, fomenta la política ambiental.
El mundo quiere uranio y las autoridades control ambiental
El proyecto estipula que deben cumplirse diferentes requisitos técnicos de la Autoridad Regulatoria Nuclear, que alberga la responsabilidad de fiscalizar y controlar la seguridad radiológica y nuclear de Argentina. Asimismo, debe reportar Estudios de Impacto Ambiental (EIAs) a las respectivas autoridades locales para que estas comiencen un proceso de análisis y posterior control.
La minería «maldita» de Argentina vuelve a estar en el punto de mira, con un escenario que podría aterrar al mundo si no se toman los recaudos necesarios. Prueba de ello es el peligroso efecto que generó esta mina de uranio aún 20 años después.