Argentina tiene en marcha ya uno de los planes más ambiciosos en materia energética de su historia. Pero para eso deberá prepararse como pocos países en el mundo. Demian Reidel, el jefe de asesores de Milei, presidente de la Nación, dejó en claro que el potencial es increíble. Sin embargo, se necesitan nuevos cementerios nucleares que parecen no estar contemplados en el plan. Al menos por lo que se ha hablado del proyecto hasta el momento.
El potencial a la vista
Desmarcándolo de cualquier otro tipo de energía renovable, Reidel posiciona al gran Plan Nuclear Argentino como el más estable, limpio y escalable que podía crearse. Y es que, según los datos, este plan nuclear sería distinto a lo que se conoce como energía nuclear tradicional. El mismo no generará gases de efecto invernadero, ni dióxido de carbono. A través de varios reactores modulares pequeños, todo empezará a marchar sobre ruedas.
Se espera que Lima, Buenos Aires, sea clave para el comienzo del plan. Allí, en Atucha III, se instalarán los pequeños reactores que permitirán almacenar y generar la energía en zonas anegadas por las tradicionales redes de electricidad. Un producto nacional será puesto en funcionamiento: el ACR-300. Con origen mixto, tanto privado como público, se espera que la generación de reactores tome un largo camino con este primer prototipo.
Problema a la vista: cementerios nucleares
Sin embargo, en este plan perfecto y costoso, no se ha puesto en la ecuación el problema que dejaría otro problema tras lograr el cometido. Estamos hablando de dónde se arrojarán los desechos radioactivos que quedan producto de este Plan Nuclear Argentino. Hay experiencias en el viejo continente que pueden servir de ejemplo, pero Argentina tiene en sus manos una situación particular.
En Reino Unido, particularmente, se ha puesto en marcha un cementerio nuclear para dejar bajo el mar, en cavernas sumamente profundas, el producto desechable de unos 70 años de industria nuclear. Entre lo que se puede considerar basura hay al menos 11 mil toneladas de uranio. El nombre técnico de esta obra, que consistirá en excavar unos 36 kilómetros cuadrados en la roca bajo el mar, es Instalación de Eliminación Geológica.
El gran problema que no parece estar contemplado en Argentina, además del daño a la naturaleza, que es algo inevitable, tiene que ver con el costo del proyecto. Reino Unido tiene esta obra en marcha y esperan gastar aproximadamente 66 mil millones de libras esterlinas. El Plan Nuclear Argentino todavía no está en marcha, pero las consecuencias de los residuos nucleares deberían contemplarse en la ecuación.
Repercusiones del proyecto
El lanzamiento del plan del gobierno de Milei, de la mano de Reidel, está todavía en la teoría, pero sirve de antecedente analizar el caso de Reino Unido. Allí, las manifestaciones en contra de la creación de este gran pozo o caverna que se creará a miles de metros bajo el mar ya son una realidad. Desde hace años, los marinos y otros grupos de protesta de Cumbria, la zona donde se creará, ya generaron disturbios para mostrarse en contra.
Sin embargo, desde las autoridades oficiales aseguran que esta eliminación geológica es la salida indicada, de lo contrario todo se saldría de control. Queda claro que la instalación de los reactores modulares nucleares serán el gran paso inicial en Argentina, pero esperan cubrir los cementerios nucleares lo antes posible. Planificando todo previamente y no resolviendo sobre la marcha. El costo puede ser alto.
Los beneficios económicos de la venta de los reactores y de la producción de uranio están a la vista. Pero lo que realmente preocupa es el gasto a futuro que puede significar la construcción de estos cementerios. Ya sean bajo el agua o en las vastas zonas que hay en el sur de Argentina. Algo que no se ha descartado como hipótesis entre los expertos.