Son varias las directrices que el actual gobierno argentino pretende abarcar en el ámbito de la energía. Pero pocos tan ambiciosos como el que ha anunciado hace ya varios meses. Con la energía renovable como estandarte en distintos países del mundo, Argentina está marcando un camino diferente a esto: recurrir a una alternativa que costará muy caro, pero, según expertos, tendrá un retorno económico inigualable. Lo cierto es que la situación no es como la que se esperaba, dando razón a varios motivos que podrían poner en riesgo a los habitantes.
¿Se termina el periplo?
Poco ha pasado desde que en Argentina el sector energético vea retocado su destino. A partir de noticias que llegan desde la Patagonia, son muchos los inversores que pararon la oreja para verse más que interesados en el desarrollo de una energía revolucionaria, tanto así como peligrosa. En un cambio de paradigma marcado, el presidente Javier Milei quiere prepararse para el nuevo escenario tecnológico, y esta medida va de la mano.
Sin embargo, la realidad ha marcado que, si bien se sigue un camino a la energía nuclear, no son buenos augurios los que llegan desde medios oficiales. Lo que también, en todo caso, significaría un alivio para el daño que puede ser causado en el suelo nacional. No quedan dudas de que los grupos protectores de la ecología han alzado la voz ya, evitando que el uso del cianuro se haga presente. Novedades negativas solo han llegado desde su anuncio.
El plan que se estanca
Estamos hablando del Plan Nuclear Argentino, el cual tiene como inicio crear reactores nucleares pequeños e instalarlos en la Central de Atucha. Además, el proyecto pretende desarrollar el sistema nuclear nacional en dirección a la revolucionaria inteligencia artificial. Es decir, esperar inversiones internacionales que pretendan ahondar en este tipo de tecnología, instalando sus servidores en la Patagonia. Lugar propicio para cuidarlos del calor.
Las pretenciones son ambiciosas, pero los resultados que se han visto a corto plazo no muestran un avance para nada significativo. Si bien en abril el asistente de ministros de Javier Milei, Demain Reidel, quien tiene las credenciales suficientes para su cargo, ha asumido como presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A., no se han dado más que análisis de gestión empresarial o diseños previos. Las obras en el terreno no están en marcha.
Con intenciones de instalar cuatro reactores modulares en Atucha, para luego explotar el uranio, el elemento químico que puede ser de los más contaminantes en el mundo y en la energía nuclear, todavía no se vieron cambios marcados y todo va lento. La Comisión Nacional de Energía Atómica, más conocida como CNEA, tampoco dejó muestras de progreso.
Esto no ha imposibilitado de que las autoridades, como Reidel, dejen sus elogios a la energía nuclear en público. Reforzando su postura de acelerar este desarrollo en el país, pero sin resultados a la vista tras 6 meses de anunciarlo, declaró que, a su parecer, esta es la alternativa del futuro para generar electricidad, siendo una opción limpia y estable. Además, el presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A. destacó la importancia de la IA.
Con miras al futuro
Reidel ha dejado a entender públicamente que, como Gobierno, en Argentina pretenden abastecer la demanda mundial de uranio como de reactores modulares creados en el país. Sin embargo, se han visto bajas importantes de inversión en el sector en el CONICET. Sumado a esto, la intención del mandatario es sumar a los mejores del país para, con el alto precio en el mercado de lo relacionado con energía nuclear, lo nacional prevalezca en el exterior.
Así, sin experiencia previa en la escala industrial que busca explotarte y exportarse el uranio, Argentina pone consigo en peligro al territorio nacional. La intención que da a entender Reidel y el Plan Nuclear Argentino es que todo se debería dar rápido y a gran escala. Pero la realidad parece ser otra, y es que la falta de infraestructura como de protocolos para evitar catástrofes hacen encender alarmas en el país.