Austria ha reportado el que podría ser el mayor logro del siglo. Está sembrando baterías gastadas para cosechar energía pura. Las baterías han recorrido un extenso camino desde sus discretos comienzos. Esas pequeñas centrales eléctricos que abastecen nuestros dispositivos cotidianos han pasado por diferentes formatos e innovaciones.
El físico italiano Alessandro Volta fue el primer en hablar sobre el concepto de batería en el año 1800, cuando decidió construir la primera pila voltaica. Este aparato se trataba de discos de cobre y zinc separados por paños empapados en salmuera. Era una versión primitiva de la batería, pero su existencia sirvió de base para futuros almacenamientos de energía.
La primera batería recargable, o batería acumuladora, fue la batería de plomo-ácido, desarrollada por el físico francés Gaston Planté en 1859. Dicha batería todavía se utiliza en la actualidad, sobre todo en coche y sistemas de respaldo energético. Así, con el paso del tiempo, las baterías han ido mutando y convirtiéndose en un objeto necesario para la sociedad. Ahora, Austria podría tomar el control con la siembra de baterías gastadas.
Austria tiene la solución energética definitiva: sembrar baterías gastadas
Tras destaparse las baterías que podrían poner en jaque a Argentina, Austria ha tomado el protagonismo del sector. El país de Europa Central ha sembrado baterías como si estas se trataran de semillas y las ha transformado en combustible limpio. Un grupo de investigadores de la Universidad Técnica de Viena ha desarrollado un sistema que “siembra” baterías desgastadas como si fueran semillas.
Al hacer esto, cosechan metano, un combustible limpio. De esta manera, los profesionales han mostrado una forma óptima de reutilizar los desechos contaminantes y usarlos para generar energía. En la actualidad, el reciclaje de baterías se ha convertido en una necesidad urgente y poco abordada. Cada año, se descartan millones de pilas y se acumulan metales pesados como plomo, litio o níquel.
Si estas sustancias no son tratadas de la manera correcta terminan filtrándose al suelo y las aguas subterráneas. Esto gesta una amenaza directa para la biodiversidad y la salud humana. Sumado al peligro evidente, se desperdician recursos escasos que podrían utilizarse para otros fines. El equipo austríaco proporciona un enfoque regenerativo.
Las baterías tienen una segunda vida: Austria las convierte en una cuna de energía
El equipo de Austria ha conseguido recuperar níquel de las baterías de hidruro metálico de níquel y alúmina a partir del papel de aluminio, materiales que después transforma en un nanocatalizador de alto rendimiento. Dicho catalizador dispone de capacidad suficiente para convertir el dióxido de carbono en metano, haciendo uso de hidrógeno, a través de un procedimiento limpio y eficiencia.
Resuelve el inconveniente de los recursos y, además, produce energía aprovechable a partir de ellos. El secreto del éxito de este aparato de Austria es su simplicidad operativa. Otros métodos necesitan de condiciones extremas, pero este nuevo proceso realiza su función a una temperatura moderada de 250ºC y conserva su actividad catalítica sin signos de deterioro.
Alberga entre un 92-96% de óxido de aluminio y un 4-8% de níquel. Con estos niveles, pasa el CO2 a metano con eficiencia óptima para aplicaciones industriales a gran escala.
Austria convierte baterías gastadas en energía aprovechable: increíble, pero cierto
El potencial de la tecnología planteada por Austria va más allá de las pruebas de laboratorio. Si este dispositivo logra escalar a nivel industrial, podría incorporarse en plantas generadoras de energía y convertir la manera en la que se concibe la obtención de combustibles. Menos emisiones y desechos, por un lado. Un empleo más inteligente de los recursos por otro.
El mayor logro del siglo lleva el sello de Austria, donde se siembran las baterías gastadas y cosecha energía pura. Si todavía querés saber más sobre esta apuesta, acá te ampliamos la información.