Argentina tiene entre manos el plan más ambicioso. Desea llegar a ser la mayor batería de Sudamérica. Cabe destacar que el almacenamiento energético eficiente es un pilar clave en la transición de energía actual. Flexibiliza la producción de energía renovable y permite integrarla en el sistema. La energía eléctrica puede originarse, transportarse y convertirse de forma fácil. No obstante, en la actualidad no existen muchas posibilidades de almacenarla de manera práctica, fácil y barato.
Esto quiere decir que la electricidad debe producirse bajo demanda. Un contexto que necesita del uso de almacenamientos de energía de apoyo pata incorporar las fuentes de energías renovables con su naturaleza menos gestionable. También se torna necesario evitar que la energía quede desperdiciada durante las horas con menor demanda y hacer que el sistema eléctrico se convierta en algo más óptimo y seguro.
En un escenario de transición de fuentes de energía fósiles a renovables, el almacenamiento avanzado de electricidad es vital para el apoyo de las nuevas tecnologías. Resulta esencial para ofrecer estabilidad a la red y aprovechar lo máximo posible todos los megavatios verdes producidos. Los sistemas de almacenamiento de energía pueden ser un valor añadido en todas las etapas de cadena de suministro. En este contexto, Argentina quiere desplegar su plan más ambicioso.
Argentina quiere marcar la diferencia en Sudamérica
Tras conocerse lo que Austria hace con las baterías gastadas, ha salido a la luz el hito al que pretende llegar Argentina. El Gobierno Nacional ha procedido a la apertura de sobres del procedimiento licitatorio “Alma-GBA”. Ha sido diseñado para la contratación de sistemas de almacenamiento de energía eléctrica en nodos críticos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Durante el proceso, 27 proyectos fueron presentados. Entre ellos, existieron 15 empresas con un compromiso de inversión de más de 1000 millones de dólares, con una capacidad instalada de 1347 MW de capacidad. La licitación Alma-GBA se trata de una propuesta nunca vista en Argentina. Está basada en la integración de sistemas de baterías de última generación (BESS, por sus siglas en inglés).
Todo esto con la meta de mejorar la confiabilidad del sistema eléctrico, bajar costos marginales y garantizar el suministro durante los picos de demanda, contribuyendo a disminuir los cortes. La inversión estimada oscila alrededor de los 500 millones de dólares, con un plazo de concreción de entre 12 y 18 meses.
Argentina lleva a cabo una estrategia para convertirse en la “batería” de Sudamérica
La adjudicación de las ofertas tendrá lugar el 29 de agosto. Ese día, los contratos de almacenamiento se celebrarán junto con las distribuidoras Edenor y Edesur. Asimismo, dispondrán del respaldo de la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista (Cammesa). Esta firma actuará como garante de este movimiento. Dicho proceso es parte del Plan de Contingencia que el Gobierno Nacional puso en funcionamiento el año pasado.
Lo puso en marcha con el fin de recuperar la infraestructura del sistema eléctrico nacional. En simultáneo, esta licitación está encuadrada en el procedimiento de normalización del mercado eléctrico. Las distribuidoras están retomando su papel como agentes de contratación directa de soluciones capaces de mejorar la calidad del servicio.
Argentina pretende cambiar la situación de su sistema eléctrico
Frente a este escenario, el Gobierno Nacional insta a las provincias, en su carácter de poderes concedentes, a realizar una réplica de esta herramienta. Las invita a organizar licitaciones parecidas capaces de abordar los nodos críticos ya interceptados por Cammesa en múltiples zonas de Argentina. El plan más ambicioso de Argentina ya está en marcha. No parará hasta convertirse en la mayor batería del Sudamérica. En paralelo, advierten sobre estas baterías, que podrían poner en jaque a Argentina. Toda una industria bajo amenaza.