En contra de los pronósticos pesimistas, Argentina viene avanzando. No se trata de un camino lineal, todo lo contrario. Casi llegando al final de un invierno extenso, hemos logrado superar los picos de demanda de energía de los días más fríos. Además, la gran expansión de Vaca Muerta nos regaló una sorpresa inédita este año. Se trata de récords históricos de producción y exportación. Sin embargo, no es la única que creció. Otros sectores energéticos se dispararon y representan una gran promesa. Pero esto podría terminar mal.
En el radar mundial
Las reservas naturales que se guardan bajo el suelo de nuestro territorio son fundamentales para numerosos proyectos energéticos. En el medio de una especie de fiebre por la energía a nivel global, Argentina tiene mucho para dar. Mientras todos los países están preocupados por asegurarse su porción energética para el futuro, el nuestro está comenzando a acaparar las miradas.
El enorme potencial que nos da ventaja tiene que ver con sus riquezas naturales. Desde la activa producción de gas y petróleo, pero también en poderosos insumos como el cobre o el litio. Para apostar a su desarrollo en gran escala, el país debió realizar arriesgadas apuestas. Desde el notable desarrollo de infraestructura hasta medidas legislativas o financieras como la modalidad de RIGI. Los resultados incluyen cifras históricas y un boom minero.
Con números inéditos sobre la mesa, todo parece marchar bien. Además, un informe reciente con reconocimiento internacional llamado Fraser lo confirma y nos ubica en el radar mundial. Incluye una provincia argentina dentro de su ranking de los mejores lugares para invertir en todo el mundo. El informe realiza una evaluación externa de las políticas públicas y señala a San Juan como un lugar ideal. Pero hay preocupaciones en la industria minera.
Grandes desafíos energéticos
Si bien la minería permite la extracción de recursos clave para la vida actual, no deja de resultar controvertida. El gigantesco desarrollo tecnológico del último tiempo reclama enormes cantidades de insumos de este tipo. En este sentido, los beneficios económicos no se discuten. Sin embargo, su impacto social y ambiental negativo le quitan el encanto.
En este contexto, estamos frente a importantes desafíos energéticos. Sobre todo en lo que refiere a que las empresas mineras puedan operar con un enfoque sostenible. Por el momento, el panorama no resulta alentador en esta dirección. Las compañías del sector no muestran señales de contar con estrategias que apunten a la reducción de emisiones netas de carbono con la inclusión de energías limpias, por ejemplo.
Por otra parte, la comunicación resalta otro punto sensible. La multiplicación de inversiones millonarias en el sector no ha sido acompañada con una comunicación clara a las comunidades. Esto resulta fundamental para administrar las expectativas de la sociedad. Con la mala fama que tiene este tipo de actividad y la maldición que la rodea, resulta fundamental subrayar cuáles son las medidas de prevención y cuál es su aporte al desarrollo local.
¿Sin salida?
En este escenario, hay quienes ya están apuntando a un modelo minero diferente. Para esto están trabajando en el desarrollo de una ley que lo respalde. Juan Pablo Perea, ministro de Minería de San Juan, confirmó esto. Además, remarcó que este novedoso modelo se basa en la transparencia y sostenibilidad sin perder la eficiencia. Para esto se encuentran en diálogo para lograr integrar el fomento de las comunidades, el empleo y los proveedores.
Por otra parte, en palabras de Perea, esta ley busca ubicar al Estado como el garante de reglas claras en la actividad y, al mismo tiempo, compromete a las compañías mineras a operar con responsabilidad. Después de la efervescencia de inversiones millonarias, muchos se preguntan cómo seguir. La soñada prosperidad que esperaba Argentina podría venirse abajo. En la medida en que los proyectos no puedan respetar estándares mínimos de sostenibilidad, van a tener una vida corta.