Cada vez que le pedimos a una inteligencia artificial que nos resuma un texto o nos haga un dibujo es algo automático. Hablamos de “la nube” como si fuera algo liviano que flota en el aire, pero la realidad es que de liviano no tiene nada. Detrás de cada respuesta de la IA o de cada búsqueda que hacemos, hay una maquinaria física muy grande, llena de cables, procesadores y sistemas de refrigeración que consumen tanta electricidad como una ciudad entera. Esa es la parte que no vemos y queda oculta detrás de la innovación.
El problema de los centros de datos
Para entender por qué nos miran a nosotros, primero hay que entender el problema que tienen afuera. Los centros de datos, esos galpones gigantes llenos de servidores, cambiaron radicalmente. Antes servían para guardar fotos y archivos, pero ahora, con el boom de la Inteligencia Artificial, necesitan “entrenar” cerebros digitales. Y eso gasta muchísimas cantidades de energía.
El drama es que en Estados Unidos y Europa ya están saturados. No tienen dónde meter más cables ni de dónde sacar más electricidad barata y limpia para alimentar y enfriar estas máquinas. Por cada megawatt de potencia que necesitan, tienen que poner millones de dólares solo en la estructura básica. Entonces, la industria empezó a buscar nuevos horizontes desesperadamente. Necesitan lugares con mucho terreno, con acceso a energía renovable, con agua y con fibra óptica. Y ahí es donde Argentina levanta la mano, porque tenemos las condiciones ideales para alojar a los gigantes que hoy no caben en el hemisferio norte.
La Patagonia recibirá U$S 25 000 millones
OpenAI firmó una carta de intención con Sur Energy para instalarse en la Patagonia argentina. El proyecto se llama “Stargate Argentina”. Planean invertir hasta 25 000 millones de dólares. La idea es construir un mega centro de datos que genere 500 MW de capacidad energética dedicada exclusivamente a la inteligencia artificial. Si esto se concreta, vamos a tener el data center más grande de toda América Latina y uno de los más potentes del mundo fuera de Estados Unidos.
Sur Energy, una empresa fundada por argentinos pero con base en EE.UU., se encarga de poner la plata, conseguir los fierros y construir todo, aprovechando los beneficios del RIGI (el régimen de incentivos para grandes inversiones). Por su lado, OpenAI juega de “offtaker”, que en palabras que entendemos todos, significa que se comprometen a comprar toda la potencia de cálculo que salga de ahí, asegurando que el negocio sea rentable desde el día uno.
Todavía están definiendo el lugar exacto, pero Neuquén y la zona de Vaca Muerta pican en punta porque ahí tenés todo: energía, conectividad y agua. Estos centros requieren de muchísima energía para funcionar. Habrá que tratar el asunto con cuidado o podría ser un problema.
Lo que se viene
El entusiasmo está. Sam Altman, el CEO de OpenAI, salió a decir que este proyecto le parece emocionante y destacó el talento y la ambición que hay en Argentina. La primera etapa del proyecto, que podría arrancar pronto y estar lista en menos de dos años, ya demandaría entre 7000 y 10000 millones de dólares. Y no están solos. En el baile también entran gigantes tecnológicos como Nvidia, Microsoft y Oracle.
Pasamos de rascar la olla buscando dólares a recibir una inversión que, si se completa, equivale a una parte enorme de nuestra deuda, pero puesta en ladrillos y tecnología de punta. La demanda de procesamiento de datos se va a multiplicar en la próxima década, y tener esta infraestructura en el patio de casa nos posiciona muy arriba. La Patagonia además de tener los recursos y el turismo, ahora podría ser el motor que impulsa la tecnología en nuestra región. Tenemos viento, gas, sol y ahora posiblemente un gran centro de datos.