Cada vez que escuchamos hablar de perforaciones en suelo argentino, la cabeza se nos va directo a Vaca Muerta, a los pozos petroleros y al gas. Pero la realidad es que abajo de nuestros pies está pasando algo más, algo que tiene una potencia tremenda y que no tiene nada que ver con el petróleo. Se trata de una riqueza invisible que no mancha, que no se agota y que lleva ahí, acumulando presión y temperatura, desde hace millones de años. Es el calor del propio planeta, una batería natural que estamos empezando a mirar con otros ojos.
Una caldera que está bajo las montañas
Imaginemos que ciertas zonas de nuestro país funcionan como una olla a presión gigante. En lugares como Cuyo o la Puna, el calor del núcleo terrestre está mucho más cerca de la superficie de lo normal. Tenemos cuerpos magmáticos “jóvenes” calentando las rocas y el agua subterránea todo el tiempo. Básicamente, es una caldera que nunca se apaga. La tecnología para usarla implica hacer pozos profundos, de unos mil metros, para liberar ese vapor y usarlo para mover turbinas.
Estos proyectos no son para ansiosos. Llevan tiempo, mucha inversión inicial y tecnología. Pero la cuenta cierra por otro lado, especialmente para la industria. Pensemos en las mineras que operan en el medio de la nada, lejos de los cables de alta tensión. Hoy dependen de quemar diesel, que es caro y sucio. Si lográs generar electricidad ahí mismo, con el calor del suelo que pisan, se soluciona el problema logístico y ambiental de un solo golpe.
¿Argentina perforará el planeta?
Quien está detrás de esta iniciativa es CAMYEN (Catamarca Minera y Energética Sociedad del Estado), que se mandó con todo a desarrollar un proyecto en Cerro Blanco, una zona clave de Antofagasta de la Sierra. El objetivo es usar ese calor subterráneo para darle energía a la minería de la región y, de paso, sumar una fuente renovable. Hablamos del primer desarrollo geotérmico del país que tiene el respaldo oficial del Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Los estudios preliminares indican que Cerro Blanco tiene lo que los técnicos llaman un reservorio de “alta entalpía”. En palabras que todos entendemos significa que hay temperatura y presión ideales, con registros arriba de los 100 °C. Para que esto avance y no quede en solo palabras, CAMYEN cerró trato con la consultora Proingeo, que ya venía con el financiamiento del CFI bajo el brazo. Como explicaron desde la empresa, ahora están en la etapa de “hacer los deberes”. Es decir, relevando cada dato para armar el mapa del yacimiento antes de ponerse a taladrar los 100 puntos de prospección.
Números que prometen
Calculan que en unos cinco meses van a tener el informe final. Los números que barajan hoy hablan de una capacidad mínima de 14 MW con una seguridad casi total. Pero hay un 50% de chances de superar los 50 MW. Es un montón de energía limpia. Una vez que tengan el modelo cerrado y los papeles listos, la idea de CAMYEN es salir a buscar un socio estratégico o un inversor de afuera. La idea es simple: el Estado pone el recurso y el conocimiento técnico, y el privado aporta el capital para transformar ese vapor en electricidad.
Esto abre la puerta a más cosas. CAMYEN no se queda quieta y ya está charlando con empresas de energía solar y eólica, buscando diversificar. Pero hoy la ficha fuerte está puesta en la geotermia. Si los estudios confirman lo que todos esperan, Catamarca va a demostrar que la energía del futuro no siempre viene de arriba, del sol o del viento, sino que a veces hay que saber buscarla abajo, en las entrañas de la tierra.