En pleno proceso de descarbonización del transporte, ha surgido una moto que a simple vista parece muchas cosas, pero no un vehículo de dos ruedas. Además, es la primera del mundo en lograr algo impensado. Estas unidades se han alzado a lo largo del tiempo como un símbolo de libertad, velocidad y aventura desde el momento de su invención. Con el pasar de los años, han evolucionado. Lo que antes se veía como simples vehículos experimentales hoy se alza como una maquinaria sofisticada capaz de lograr grandes cosas.
La historia de la moto es una historia de superación
Tras asegurarse que esta podría ser la motocicleta del futuro, el foco del sector del transporte se ha posicionado sobre el alcance que tienen hoy los vehículos de dos ruedas. La historia de este vehículo comenzó a finales del siglo XIX. Desde entonces, la tecnología se ha superado a sí misma. El primer intentó se plasmó con “una bicicleta con motor” en 1867, cuando el inventor estadounidense Sylvester Roper desarrolló una unidad a vapor con dos ruedas.
No obstante, la primera motocicleta con motor de combustión surgió en 1885, de la mano de Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach. Los dos ingenieros alemanes crearon la Daimler Reitwagen. Dicho prototipo se consideró la primera motocicleta de la historia. Contaba con una propulsión movida por gasolina que llega a los 12 km/h. Fue una pieza rudimentaria, pero trascendental en la historia del transporte.
No fue hasta comienzos del siglo XX cuando varias empresas comenzaron a desarrollar motocicletas en serie. Actualmente, los vehículos de dos ruedas se utilizan en la cotidianeidad con unidades mucho más avanzadas que en antaño. En estos momentos, resalta una pieza que destaca por su singularidad.
No parece una moto, pero su disposición planea llegar más lejos que ninguna otra
Un grupo de arquitectos europeos ha presentado ante el mundo Solaris, la primera moto autónoma del mundo que, además, se recarga únicamente con energía solar. Esta pieza solar ha sido desarrollada por MASK Architects. Realiza su función como transporte sin recurrir a la red eléctrica ni estaciones de carga. Una metodología con la que fomenta la movilidad completamente autónoma.
Es la primera motocicleta solar capaz de recargarse por sí sola. Genera su propia energía sin combustible, baterías grandes y pesadas, redes de carga densas o redes eléctricas. MASK Architects, la compañía detrás de Solaris, es una empresa conocida por sus proyectos urbanos y no tanto por sus propuestas en cuanto a movilidad. Sin embargo, se ha animado a imponer un concepto que aspira a una categoría emergente.
La posibilidad de contar con vehículos ligeros capaces de producir su propia energía sin respaldo de la red. Solaris es una motocicleta que participa de la perspectiva “Inventa e Integra” de la compañía. Una forma de pensar que incentiva a sus diseñadores a desarrollar soluciones energéticas capaces de amoldarse a escenarios en los que la infraestructura resulta insuficiente.
Cómo funciona la moto solar de MASK Architects
Solaris cuenta con un par de alas solares circulares retráctiles que se despliegan como si fueran una marquesina sobre la moto cuando se encuentra estacionada. Esta sencilla disposición multiplica la superficie de captación hasta un 150%, permitiendo el abastecimiento de su unidad de almacenamiento de litio sin acudir a enchufes o cargadores externos. No existen paneles rígidos e incómodos atornillados al chasis ni estructuras aparatosas.
Al contrario, el diseño se conserva prolijo, limpio y fácilmente reconocible. Rasgos que no suelen hallarse en prototipos de este tipo. El sistema de carga establece una coordinación con un gestor inteligente de energía solar, encargado de repartir, almacenar y monitorizar la captación en tiempo real.
Con el fin de propulsarse, usa un motor eléctrico de alto par, que recibe el respaldo de una frenada regenerativa que recupera energía durante la desaceleración. Parece una cualquier cosa menos una moto, pero es la primera en mostrar un sistema semejante y precisamente por eso hay grandes expectativas puestas sobre ella. En paralelo, Japón construye algo diferente e impulsado por electrones.
