Poco a poco las piezas se van acomodando, y la Ciudad del Vaticano empieza a recuperar su habitual funcionamiento tras la emotiva despedida al fallecido papa Francisco, y la dignación de su sucesor, León XIV.
Entre las tantas decisiones que debe tomar el Sumo Pontífice en los primeros días de su papado, deberá definir cuál será su residencia como Jefe de Estado del Vaticano y líder de la Iglesia Católica. Todo indicaría que León XIV no seguirá en este sentido los pasos de su predecesor directo, y optará por un techo más tradicional.
El techo sobre el Santo Padre
Si bien parece una conversación de señoras a la hora del té, la elección de la residencia papal tiene un significado mucho más potente en los momentos finales de la transición entre el fallecimiento de un papa y la elección del siguiente.
Más aún, teniendo en cuenta que estamos hablando del difunto papa Francisco. Ya que, en el año 2013, cuando el cardenal argentino Jorge Bergoglio fue nombrado papa, además de elegir un nombre nuevo por primera vez, decidió vivir durante su papado en la residencia de Santa Marta.
Los aposentos que eligió Francisco para vivir mientras llevó adelante su pontificado eran mucho más sencillos y cercanos a la gente que la opulencia y brillantez del Palacio Apostólico, residencia tradicional de los cardenales, una vez electos papa.
También cabe destacar, que el último papa que no vivió en el Palacio de la plaza de San Pedro, sin contar a Francisco, había sido el papa Pío VII quien fuera prisionero de Napoleón en Francia.
Sin embargo, Francisco fue el primer papa en la historia vaticana moderna, en optar por vivir voluntariamente en una residencia mucho más sencilla que el Palacio Apostólico, sentando un precedente en la historia de la iglesia al vivir en la mucho más modesta residencia de Santa Marta.
Recuperando algunas tradiciones
Es por esto que la elección de vivienda del recientemente elegido papa, León XIV, podría tener un significado mucho más profundo que la simple ubicación de sus objetos personales. El electo Sumo Pontífice había demostrado en declaraciones anteriores a su consagración, una postura muy cercana a las ideas de Francisco.
Sin embargo, y aunque reivindicó el papado de su predecesor e hizo entender a los cardenales que eligieron a un seguidor del camino señalado por Francisco, el Papa León XIV decidió volver a las tradiciones papales, en relación al hogar del Santo Padre, previas al recientemente fallecido papa.
Luego de su primera aparición ante el Colegio Cardenalicio luego de la elección, donde en su discurso recuperó fragmentos de las encíclicas escritas por Francisco, el Papa León XIV decidió optar por alojarse en el Palacio Apostólico, la tradicional y opulenta residencia papal, como su nuevo y futuro hogar mientras dure su papado.
Más allá de no haber albergado al último papa, el Palacio Apostólico sigue siendo un símbolo de la autoridad y poder papal. El monumental complejo alberga las oficinas de gobierno de la Iglesia, capillas, museos y más de 1.000 habitaciones.
Aunque Francisco no llegó a habitarlo, siguió siendo el lugar donde se realizaban las actividades formales y de gobiernos, como las audiencias o la oración del Ángelus. Representando la tradición más formal de la vida de un papa.
Mientras se completan los preparativos y las adaptaciones necesarias en el apartamento papal, León XIV permanecerá provisionalmente en su anterior residencia del Palacio del Santo Oficio, donde vivía como cardenal prefecto.
Una agenda cargada desde los primeros días
El trabajo del Santo Padre inició al aceptar la decisión de sus pares en el Cónclave y terminará con su último aliento. Ya durante el día de mañana, el Papa León XIV dirigirá el tradicional primer rezo del Regina Coeli desde el Vaticano, que dará inicio oficialmente a su papado.