En el marco de la segunda sesión de la jornada de la cumbre del G20, Lula da Silva resaltó el papel fundamental del bloque en la lucha contra el cambio climático. Según el mandatario brasilero, esta batalla ingresa en una nueva etapa, la cual exige esfuerzos del ámbito internacional para acelerar las medidas y prepararse frente a una nueva realidad climática. Es una situación que el presidente de Brasil considera fundamental tratar en la cumbre de Johannesburgo.
Nuevos desafíos
La alocución de Lula da Silva en esta segunda sesión estuvo enfocada en las decisiones tomadas en la COP30, que se celebró en Brasil este año. Desde su punto de vista, el encuentro organizado Belém tomaba una mayor relevancia al realizarse el mismo año en que el planeta haya superado por primera vez, y de forma permanente, el límite de un grado y medio por encima de los niveles preindustriales.
Frente a esta situación, la comunidad internacional tenía una complicada elección: continuar o desistir en la lucha contra esta problemática. Finalmente, se tomó la decisión de seguir enfrentándose al cambio climático, una decisión que marca el triunfo del multilateralismo y de la ciencia, según el mismo presidente brasilero. “Salimos de Belén con un cuadro renovado de Contribuciones Nacionalmente Determinadas”, detalló.
Para el mandatario, esto marca el inicio de otra etapa de esta batalla, la que requiere mayor compromiso y predisposición para enfrentarse a nuevos desafíos. “El cambio climático no es un simple asunto de política ambiental. Es, sobre todo, un desafío de planificación económica”, resaltó. De acuerdo a sus estimaciones, necesitan 1 billón 300 mil millones de dólares en financiación climática, una cifra que es menos de la mitad de lo que se consume en gastos militares.
La importancia del G20 en esta encrucijada
Teniendo en cuenta estos desafíos, Lula da Silva resalta que el G20 adquiere un papel fundamental en esta etapa de la lucha. “El grupo responde por el 77% de las emisiones globales. Es del G20 que debe emerger un nuevo modelo de economía, convirtiéndose así en un actor clave en la elaboración de una hoja de ruta para alejar al mundo de los combustibles fósiles”, declaró el mandatario brasilero en su alocución.
En ese sentido, sostuvo que es crucial que los países revean sus prioridades y pongan el foco en esta lucha. “Fortalecer la capacidad de prevención y respuesta a desastres es una cuestión de vida o muerte”, manifestó. Así también resaltó que los sistemas de alerta temprana no son suficientes, ya que hace falta una mayor inversión por parte de la comunidad internacional para poder estar a la altura de esta batalla.
“Los Principios Voluntarios para invertir en Reducción de Riesgo de Desastres, aprobados bajo el liderazgo sudafricano del G20, enfatizan la necesidad de financiación a largo plazo”, agregó Lula. Siguiendo esa línea, resaltó que construir la resiliencia no es un gasto, es una inversión. “Por cada dólar invertido en adaptación, se ganan cuatro dólares en daños evitados y otros beneficios sociales y económicos”, aseveró.
Una medida necesaria
En otra instancia de su discurso, resaltó la importancia de las políticas de Estado para enfrentar eventos tan extremos como este. No obstante, reconoce que muchos países no cuentan con los recursos para llevar adelante este tipo de estrategias, lo que representa una cifra aproximada de 700 millones de personas que quedan vulnerables ante la crisis climática y, generalmente, son las naciones que menos contribuyen a provocarla.
Frente a esta situación, celebró el lanzamiento de la Declaración de Belém contra el Hambre, la Pobreza y la Acción Climática Centrada en las Personas. Se trata de una medida que tiene tres bases: fortalecer la protección social, garantizar alternativas de vida sostenibles para las comunidades que viven en los bosques y apoyar a pequeños productores. “Solo habrá una transición justa si el G20 lidera el camino”, sentenció Lula da Silva en su discurso en la cumbre.
