En la última jornada de su Viaje Apostólico, León XIV ofició la Santa Misa en Beirut Waterfront, desde donde alentó a sus hermanos de fe a colaborar con la construcción de un Líbano unificado, trascendiendo fronteras, creencias e ideologías.
Luego de visitar el Hospital de la Cruz, donde reconoció la labor asistencial del personal de servicio sanitario y las religiosas, el Santo Padre culminó su primer recorrido internacional con la celebración del ritual católico, durante el cual el líder religioso elevó oraciones para pedir por la paz en Medio Oriente.
Una vez cumplidos los compromisos de su agenda, el Papa se despidió de la cálida comunidad de Beurit con una alocución en el Aeropuerto Rafiq Hariri, donde abogó por la reconciliación urgente de las comunidades de la región. “Que cesen los ataques y las hostilidades (…) ¡Elijamos todos la paz como camino, no solo como meta!”, exclamó.
Visita al Hospital de la Cruz
Dando visibilidad a la condición de vida de los pacientes con problemáticas de salud mental, León XIV llamó la atención del mundo entero, que posó sus ojos en el arribo del Santo Padre a la institución sanitaria. Y, en línea con discursos previos, el dirigente del Vaticano destacó con su gesto la necesidad de estar al servicio de los más vulnerables.
En reconocimiento a la labor humanitaria de los asistentes, expresó que “su presencia competente y solícita” es fiel reflejo del amor de Cristo, que “se detiene junto al herido y lo cuida para aliviarlo y curarlo”. Asimismo, el pontífice alentó a los trabajadores en su misión cotidiana.
“A veces puede sobrevenir el cansancio o desánimo”, advirtió, en referencia a que no siempre las condiciones de trabajo del personal son idóneas. Pero destacó: “Los animo a no perder la alegría de esta misión y los invito a tener siempre presente el bien que puedan realizar”.
Además, el referente habló cara a cara a los usuarios del Hospital de la Cruz, a quienes aseguró que “están en el corazón de Dios”. “Él los lleva en la palma de sus manos, los acompaña con amor”, garantizó, con intención de consolar a los aquejados.
Exhortación a la comunidad católica
A continuación, León XIV presidió la Santa Misa en las inmediaciones del Beirut Waterfront, ante 150 mil hombres y mujeres de fe que acudieron en búsqueda de la iluminación de su palabra. Tras concretarse la lectura de los textos sagrados, el Papa pronunció la homilía del día.
En su discurso, dio prioridad a la reflexión en torno al agradecimiento. “A veces (…) nos sentimos más inclinados a la resignación que al asombro del corazón y al agradecimiento”, subrayó. Pese a lo cual, alentó a los presentes a celebrar la belleza de la riqueza de la tierra libaneesa.
Teniendo en cuenta los hostiles conflictos que asolan la región de Medio Oriente, el líder recomendó a los feligreses aferrarse a la palabra de Dios para no sufrir el desencanto de la miseria cotidiana, y para “abrirnos a la gratitud”.
A su vez, el Sumo Pontífice instó a los fieles a no dejarse ilusionar por el consuelo y buscar la transformación de este mundo en un lugar mejor. “Todos debemos unir nuestros esfuerzos para que esta tierra recupere su esplendor”, señaló.
Y, para finalizar, reiteró el ecumenismo como camino para construir la paz. “Desarmemos nuestros corazones (…) Abramos nuestras confesiones religiosas al encuentro mutuo“, insistió.
Contundente mensaje a los políticos
Como parte de su labor diplomática, hacia el final de la celebración religiosa, León XIV pidió “a cuantos están investidos de autoridad política y social” ponerse al servicio de la vida y el bien común, dejando a un lado el individualismo que impera en estos tiempos.
Ante miles de espectadores, León XIV aseguró que ofrece oraciones por la situación política de Guinea Bissau y por las víctimas del incendio en Hong Kong, implorando protección divina para las comunidades que están expuestas a la inestabilidad económica, política y social.
