05/08/2020

Sucesos

GRAVE ACUSACIÓN

″¿Me mandás una fotito?”: los chats acosadores que complican a un testigo de Jehová

Fue denunciado por acosar a través de las redes sociales y mensajes de texto desde el celular de su esposa a una joven de 20 años, 16 años más joven que él.

Hace un año atrás, Cintia A.R., una joven de 20 años oriunda de Quilmes, se despertó sobresaltada por su teléfono, que no paraba de sonar.
La persona que llamaba insistentemente al celular de Cintia era Noelia L., la mujer de Eduardo Balquinta, un miembro jerárquico de la congregación de Testigos de Jehová de esa localidad bonaerense, de la que tanto ella como su familia participaban activamente.
Noelia llamaba y llamaba a través de Facebook y le pedía por mensaje su número de teléfono. “Quería hablar con alguien, pensé que estabas despierta. Hace tanto tiempo que no hablamos, quería saber cómo estabas”, se justificó Noelia cuando Cintia finalmente respondió y, de inmediato, en ese horario insólito y con la excusa de “ponerse al día” con ella, propuso un encuentro.
“Como hace tanto tiempo que no hablamos, no sé qué podés llegar a pensar, ¿te gustaría que hablemos y vengas a casa? Me gustaría que vengas, así estamos más tranquilas”, repetía Noelia empecinada, y le indicaba incluso qué línea de colectivo podía tomar, en plena madrugada de un domingo electoral, para llegar hasta Avenida La Plata y Gutiérrez.
En esa esquina, a media cuadra del reconocido boliche quilmeño El Bosque, donde ella decía que la iría a buscar, hay solamente un gran descampado frente a una estación de servicio y un hotel alojamiento. “Es más, te pagaría un Uber para que vengas ahora mismo”, le insistía con emojis sonrientes.
La charla siguió por WhatsApp. Para Cintia no era siquiera una opción salir de su casa a esa hora para encontrarse con ella, pero Noelia repetía que tenían que verse y conversar, la invitaba a que fuera a su casa cerca de las 8 de la mañana, antes de ir a votar, y le enviaba mensajes cada vez más extraños: que llevara “ropa liviana” para hacer gimnasia con ella, que le enviara fotos, que no le contara a nadie que iba. Cintia advirtió que los mensajes no los escribía Noelia. La historia resultó ser otra.
Por eso a la mañana del domingo, cuando consiguió su número real, le escribió y le envió las capturas. “Esa no soy yo, Cin”, le respondió Noelia, según consta en la declaración testimonial de la denunciante, a la que accedió Infobae.
El 15 de junio de este año, Cintia presentó una denuncia contra Balquinta, por una tentativa de abuso sexual en la Comisaría de la Mujer y la Familia de Quilmes, que recayó en la UFI N° 8 de Quilmes y por la cual el Juzgado de Garantías N° 2 le otorgó una restricción de acercamiento. El fiscal Alejandro Ruggeri, especializado en delitos sexuales, investiga el caso. Según fuentes judiciales en Quilmes, la víctima se constituyó como particular damnificada.
Hubo un intento de salvar la situación. Al día siguiente, Noelia le escribió de nuevo. Le dijo que estaba “dolida” y le propuso que se juntaran los tres porque Eduardo quería pedirle perdón y dar explicaciones. Se encontraron a media mañana en un local de comidas rápidas del centro de Quilmes y esta vez Balquinta admitió todo.
Le pidió disculpas, le dijo que esa madrugada del domingo estaba borracho junto a un amigo y que “no se dio cuenta de lo que le decía”. Cintia no sólo no aceptó las disculpas, sino que le pidió que se fuera para hablar a solas con Noelia, a quien le aconsejó que lo dejara. Noelia le respondió que no iba a hacerlo.
En junio de este año, después de pensarlo mucho, Cintia decidió romper definitivamente con la congregación a la que perteneció ella y aún pertenece su familia y decidió hacer una denuncia policial por el acoso y una denuncia pública a través de sus redes sociales. Publicó las capturas que ilustran esta nota, contó lo que había pasado.
Asesorada por su abogado, Paolo Zaniratto, Cintia pidió medidas de protección y finalmente el Juzgado de Garantías N° 2 dispuso una prohibición de contacto y restricción de acercamiento contra Balquinta dentro de un radio de 300 metros de la víctima o su grupo familiar.

Hace un año atrás, Cintia A.R., una joven de 20 años oriunda de Quilmes, se despertó sobresaltada por su teléfono, que no paraba de sonar.

La persona que llamaba insistentemente al celular de Cintia era Noelia L., la mujer de Eduardo Balquinta, un miembro jerárquico de la congregación de Testigos de Jehová de esa localidad bonaerense, de la que tanto ella como su familia participaban activamente.

Noelia llamaba y llamaba a través de Facebook y le pedía por mensaje su número de teléfono. “Quería hablar con alguien, pensé que estabas despierta. Hace tanto tiempo que no hablamos, quería saber cómo estabas”, se justificó Noelia cuando Cintia finalmente respondió y, de inmediato, en ese horario insólito y con la excusa de “ponerse al día” con ella, propuso un encuentro.

“Como hace tanto tiempo que no hablamos, no sé qué podés llegar a pensar, ¿te gustaría que hablemos y vengas a casa? Me gustaría que vengas, así estamos más tranquilas”, repetía Noelia empecinada, y le indicaba incluso qué línea de colectivo podía tomar, en plena madrugada de un domingo electoral, para llegar hasta Avenida La Plata y Gutiérrez.

En esa esquina, a media cuadra del reconocido boliche quilmeño El Bosque, donde ella decía que la iría a buscar, hay solamente un gran descampado frente a una estación de servicio y un hotel alojamiento. “Es más, te pagaría un Uber para que vengas ahora mismo”, le insistía con emojis sonrientes.

La charla siguió por WhatsApp. Para Cintia no era siquiera una opción salir de su casa a esa hora para encontrarse con ella, pero Noelia repetía que tenían que verse y conversar, la invitaba a que fuera a su casa cerca de las 8 de la mañana, antes de ir a votar, y le enviaba mensajes cada vez más extraños: que llevara “ropa liviana” para hacer gimnasia con ella, que le enviara fotos, que no le contara a nadie que iba. Cintia advirtió que los mensajes no los escribía Noelia. La historia resultó ser otra.

Por eso a la mañana del domingo, cuando consiguió su número real, le escribió y le envió las capturas. “Esa no soy yo, Cin”, le respondió Noelia, según consta en la declaración testimonial de la denunciante, a la que accedió Infobae.

El 15 de junio de este año, Cintia presentó una denuncia contra Balquinta, por una tentativa de abuso sexual en la Comisaría de la Mujer y la Familia de Quilmes, que recayó en la UFI N° 8 de Quilmes y por la cual el Juzgado de Garantías N° 2 le otorgó una restricción de acercamiento. El fiscal Alejandro Ruggeri, especializado en delitos sexuales, investiga el caso. Según fuentes judiciales en Quilmes, la víctima se constituyó como particular damnificada.

Hubo un intento de salvar la situación. Al día siguiente, Noelia le escribió de nuevo. Le dijo que estaba “dolida” y le propuso que se juntaran los tres porque Eduardo quería pedirle perdón y dar explicaciones. Se encontraron a media mañana en un local de comidas rápidas del centro de Quilmes y esta vez Balquinta admitió todo.

Le pidió disculpas, le dijo que esa madrugada del domingo estaba borracho junto a un amigo y que “no se dio cuenta de lo que le decía”. Cintia no sólo no aceptó las disculpas, sino que le pidió que se fuera para hablar a solas con Noelia, a quien le aconsejó que lo dejara. Noelia le respondió que no iba a hacerlo.

En junio de este año, después de pensarlo mucho, Cintia decidió romper definitivamente con la congregación a la que perteneció ella y aún pertenece su familia y decidió hacer una denuncia policial por el acoso y una denuncia pública a través de sus redes sociales. Publicó las capturas que ilustran esta nota, contó lo que había pasado.

Asesorada por su abogado, Paolo Zaniratto, Cintia pidió medidas de protección y finalmente el Juzgado de Garantías N° 2 dispuso una prohibición de contacto y restricción de acercamiento contra Balquinta dentro de un radio de 300 metros de la víctima o su grupo familiar.


Los mensajes que enviaba el pastor a través de la cuenta de Facebook de su esposa




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