02/03/2020

Argentina

clamor

El penoso peregrinar de la madre de un adicto

Mercedes Ordóñez pide ayuda para proteger a su hijo de 22 años que es adicto y que no puede internar por la fuerza. Robos constantes en la propia casa para drogarse.
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El penoso peregrinar de la madre de un adicto

Corresponsalía Santiago del Estero. Una mujer pidió ayuda para su hijo que es drogadicto, pero por ser mayor de edad ya no tiene cómo internarlo para tratarlo por su enfermedad: “Quiero, por favor, ayuda para mi hijo adicto. Que alguien lo interne, porque me robó hasta las mochilas de mis otros hijos y las vendió para comprarse drogas”, dijo la mujer Mercedes Ordóñez en una carta en la que reveló que el protagonista es su hijo, Mariano Agustín, de 22 años.

“Él tiene problemas de drogas. Desde el 2018 que hago exposiciones en la seccional quinta, pero como es mayor de edad nadie puede obligarlo a internarse. Soy familiar directo y tampoco puedo denunciarlo”, agregó.

Relató que el hijo “roba y todo lo que hace es para drogarse. Cuando me saca cosas, las vende, se droga, se va de casa y vuelve a los dos o tres días totalmente perdido”.

Mercedes recuerda que su hijo le robó una moto que compró hace un mes, también robó la mochila de su hijo chiquito, una pava eléctrica, un televisor, ropa, zapatillas, "todo lo que se puede hacer dinero”.

Para Mercedes, “la situación no da para más. Temo que haga daño a alguien, o mate, o lo maten a él. No vaya a ser cosa que hasta haga más daño a sus hermanos”

Acotó: “Yo debo dar la cara y devolver cosas que él roba. No tengo recursos y mis otros hijos sufren conmigo. Así no podemos vivir ninguno en paz”.

Sabe que su hijo es mayor de edad, a pesar de eso clamó por ayuda. “Que algún fiscal, o un juez, me den una mano. Necesito que lo internen. Que una institución lo ayude en rehabilitación. Él vive conmigo, pero no me escucha. No lo afecta ni el llanto de sus hermanos, en especial la mujercita que le habla y le habla, en vano”.

Afirmó que las exposiciones fueron claras desde el 2018, pero todos los intentos chocaron con la adicción que poco a poco lo aleja más de su hijo y lo torna peligroso y no tan previsible para familiares, amigos, vecinos y para él mismo, enfatizó.

El joven deambula entre su casa y la de los amigos. La madre dijo que cuando regresa “tenemos que cuidarnos, tanto por los robos, sino también porque puede hacerle daño hasta a sus hermanos”.

Marino está separado. “Tiene dos hijitos, de 3 años y 4 meses a los cuales no solo no ve, sino que no cumple con sus obligaciones de cuidarlos, alimentos y velar por su protección”.

En definitiva, Mercedes hoy golpea cuantas puertas encuentra en su camino, porque intuye que algo malo puede pasar. “Puede que se haga daño, nos lo haga a nosotros, atente contra alguien, o bien él mismo termine matándose por las drogas”.




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