15/05/2023

Argentina

Economía

Argentina lidera la inflación y se encuentra en el último lugar en salarios en América Latina

BBC revela cómo la población del país enfrenta la crisis con un incremento anual del 109% en los precios y salarios bajos.

Yanina es una mujer que ha vivido en Argentina durante muchos años y ha sido testigo de la inflación en su país. Hace diez años, abrió un pequeño supermercado en un barrio de clase trabajadora del Gran Buenos Aires cuando la inflación anual superaba el 25%. 

A pesar de que la inflación ha ido en aumento, la gente "se las arreglaba", y todavía lograba darse algún gusto. Sin embargo, desde que la inflación ha aumentado aún más, sus clientes han cambiado sus hábitos de compra. Ahora solo compran productos básicos, y millones de argentinos ni siquiera están pudiendo cubrir sus necesidades básicas. Según los datos que dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), 4 de cada 10 argentinos son pobres.

La situación es aún más dramática entre los niños. Más de la mitad de los menores de 14 años (el 54,2%) vive por debajo de la línea de pobreza, lo que equivale a casi 6 millones de niños. Los economistas anticipan que esa cifra seguirá aumentando este año como consecuencia del nuevo impulso que tomó la inflación en marzo y abril, cuando alcanzó su punto más alto desde la crisis económica de 2001/2, la peor en la historia del país.

La inflación desproporcionadamente afecta a los que menos tienen, ya que los precios que más suben son los de los alimentos, que constituyen el mayor gasto para las familias trabajadoras. Además, los sectores de ingresos más bajos están desprotegidos contra el alza de precios porque suelen tener empleos informales, que no están amparados por las paritarias. 

Formales pero pobres

La situación económica en Argentina, donde tener un trabajo en el que se recibe un salario "en blanco" no garantiza protección contra la inflación. Aunque la tasa de desempleo es baja, del 6,3%, los sueldos son muy bajos y no alcanzan para cubrir los gastos básicos de una familia. 

El salario mínimo en abril fue de 80.342 pesos al mes (unos US$170 de mercado), el más bajo de Sudamérica después del salario venezolano, y la canasta básica de abril, que incluye los insumos para dos adultos y dos niños, fue de 191.228 pesos, es decir más de dos salarios mínimos.

Cinthia, una administrativa de 37 años que trabaja en un hospital maternoinfantil, cuenta que tuvo que volver a vivir con sus padres porque no podía pagar el alquiler, que aumentaba al mismo ritmo que la inflación. A pesar de vivir juntos, no les alcanza para hacer el asado de los domingos o para comprar golosinas para su ahijado. 

"Antes los sueldos le ganaban a la inflación, pero ahora incluso con trabajo sos pobre", dice Cinthia. Según la consultora Labor Capital Growth (LCG), los trabajadores registrados han perdido cerca del 20% de su poder adquisitivo en los últimos cinco años, y los no registrados han perdido casi el doble. 

Además, según una encuesta del Observatorio de la Deuda Social Argentina publicada en 2022 por la Universidad Católica Argentina (UCA), casi un tercio de todos los trabajadores son pobres.

Las paritarias son acuerdos entre sindicatos, empresas y el gobierno para adecuar salarios a la subida de precios. Pero quienes tienen trabajos no registrados ("en negro") no tienen paritarias. Tampoco las tienen los cuentapropistas, que son el sector económico que más ha crecido en los últimos años. Según un trabajo del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico (Ielde), en 2022, ambos grupos representaron más del 50% de la fuerza laboral total.

Nuevo billete

En medio de la escalada inflacionaria, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció en febrero el lanzamiento de un nuevo billete de 2.000 pesos, que será el de mayor denominación, pero aún no se sabe cuándo entrará en circulación. Para muchos argentinos, como Cinthia, el nuevo billete se queda corto debido a que $2.000 ya no alcanzan para comprar casi nada. "Con estos niveles de inflación deberían emitir billetes de $5.000 o $10.000", afirma.

Cinthia también destaca que, con precios que aumentan rápidamente, es difícil saber cuánto cuesta algo en realidad. "No tengo idea cuánto voy a pagar por estas galletitas. Ayer estaban a un precio y capaz hoy estén a otro", dice. 

Un informe de la consultora Focus Market muestra que el billete de $1.000, que actualmente es el de mayor denominación en Argentina, ha perdido casi 18 veces su poder adquisitivo desde su lanzamiento en noviembre de 2017. En otras palabras, lo que hoy se compra con un billete de $1.000 en 2017 se podía conseguir pagando solo $56,18.

Los sectores más acomodados

Como consecuencia del creciente costo de vida en Argentina, incluso aquellos con los mejores salarios y paritarias se ven afectados. Además de la conocida frase de Juan Domingo Perón de que "mientras los precios suben por el ascensor, los sueldos suben por la escalera", lo que significa que los salarios siempre se quedan atrás en comparación con el aumento de los precios, los impuestos sobre los ingresos también aumentan más rápido que los salarios. 

El gobierno eleva periódicamente el piso a partir del cual se paga impuestos sobre los ingresos para reflejar los aumentos salariales acordados en las paritarias, pero no modifica las escalas, lo que hace que cada vez más trabajadores paguen la alícuota máxima del 35%.

Guillermo, un experto en logística de 67 años que se jubiló hace dos años, decidió seguir trabajando como asesor para mantener su nivel de vida y ayudar a sus hijos que también están lidiando con las dificultades económicas. Hablando con BBC Mundo en un hipermercado cercano al acomodado barrio de Nordelta, en los suburbios al norte de Buenos Aires, reveló que, incluso cobrando un sueldo y una jubilación, ha tenido que modificar algunos hábitos porque se han vuelto demasiado caros. 

"Lo bueno es que ya no fumo. Yo fumaba habanos, pero son importados y dejé de comprarlos por el valor. Fumaba un atado de 10 por día y pagaba $300. Ahora valen $4.200. No podía seguir". El enorme desplome del valor del peso contra el dólar es la contracara de la inflación. 

Hace cinco años, para comprar US$1 se necesitaban 21 pesos. Hoy, se necesitan cerca de $470 en el mercado paralelo o "blue", el único disponible para la mayoría de los argentinos desde que se impusieron "cepos" sobre la venta de la moneda estadounidense para intentar preservar las pocas divisas que quedan en el Banco Central. 

Según Focus Market, los salarios de los argentinos con una mejor posición económica han caído un 86% entre 2015 y 2022, lo que limita la cantidad de productos importados que pueden consumir y también dificulta la realización de gastos en moneda extranjera, como la compra de autos, que están valorados a precio "dólar blue". 

Jesica, una psicóloga de 33 años y madre de dos niños pequeños, cuenta que han tenido que hacer cambios significativos debido a la situación económica actual. "Nosotros actualizábamos el auto cada tanto, pero ahora es inalcanzable. No tenemos esa posibilidad como en otros años. Y ahora viajamos por Argentina en vez de ir a otros países".

A pesar de las limitaciones, Jesica y su marido, quienes trabajan de forma independiente, consideran que son afortunados porque pueden ajustar sus honorarios para mantener su estilo de vida y comprar dólares mensualmente para preservar sus ahorros. 

Jesica y otros entrevistados le dijeron a BBC Mundo que creen que la situación económica se volverá aún más volátil en este año electoral, lleno de incertidumbre política. En el año electoral, los argentinos están preocupados por la incertidumbre política que se avecina. 

El presidente, Alberto Fernández, líder del peronismo, su antecesor y rival, el centroderechista Mauricio Macri, y la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, han descartado presentarse como candidatos. 

Los ciudadanos tendrán que esperar hasta finales de junio para saber quiénes competirán en las primarias abiertas de agosto. Mientras tanto, los argentinos esperan no repetir alguna de las grandes crisis que han marcado las últimas décadas, como la hiperinflación del 1989/90 o el estallido económico y social de 2001/2, cuyo recuerdo aún duele hoy.




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