Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
Son un peligro los gurúes que avisan cuáles son las tendencias actuales, como si fueran modas, pero del mundo del pensamiento. Quienes advierten: “La gente piensa en tal cosa”, muchas veces es porque les conviene, como el vendedor de té augurando que no se tomará más café.
Otros, más peligrosos supuestamente auscultan a la sociedad, buscando tendencias de cualquier tipo o humores de eso llamado “el cuerpo social” de las ciudades, o sea ellos hablando en voz alta. Surten, a veces, igual efecto que las encuestas falsas, convencen a los indecisos de la inoportunidad de perder su voto, inclinándolos para un lado de la balanza.
Eso lleva a alguno a cavilar: “¿Por qué yo pienso ´equis—equis´, mientras el resto del mundo está en ´y griega—zeta´?, debo andar errado”. Y tumba sus pensamientos anteriores.
Cuando amigos, vecinos, profesores, alumnos, conocidos, parientes, clientes y proveedores piensan de igual modo, si usted cree en eso, empiece a dudar. No digo: todos se equivocan y yo soy el único en lo cierto. Pero se deben poner en remojo esas ideas, revisarlas de punta a punta y luego extraer conclusiones propias.
En caso de que a usted le interese algo más que el precio del asado, cómo salió River el domingo o qué dan en la tele esta tarde, debería replantearse las ideas sobre economía, sociedad, política, en fin, todo. Y si su señora le pregunta qué piensa, dígale: “Ando delirando tonterías, como siempre” y luego pellízquela ahí, donde la espalda cambia su casto nombre.