Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24).
En algo se equivocan quienes critican el hecho de que en la sociedad las mujeres hacen las tareas del hogar. A lo sumo —dicen— los hombres “ayudan”. Lo cierto es que, en muchas casas, no en dos o tres, el hombre y la mujer se han puesto de acuerdo y uno trabaja fuera de la casa a la mañana y el otro a la tarde.
Y no son casos de Finlandia o Suiza, sino de matrimonios de aquí a la vuelta: el hombre asumió con naturalidad su papel de amo de casa y levanta a los chicos para ir a la escuela, les prepara el desayuno, hace las compras, cocina, limpia, tiende las camas, pone la mesa.
Ninguno lo hace a escondidas: todos cuentan con franqueza qué y cómo lo hacen. Pero quienes no asumieron estas tareas, limpiaron colitas, cambiaron pañales, llevaron los niños al médico y cocinaron, asearon, lavaron, tendieron camas (y lo vuelven a hacer, con gusto, cuando pueden).
El machismo no impera en los matrimonios de hoy, sino aquello que hace al padre y a la madre llevarse mejor, criar a los hijos y sacar la casa adelante.
Lo que no vamos a cambiar jamás es la fundamental tarea femenina de procrear. En los últimos tiempos hay movimientos que pretenden prescindir de la maternidad y de la menstruación: felicitaciones. Mientras no se halle un método para tener hijos en laboratorio, fecundar su óvulo, dejarlo crecer en la panza y parirlo será trabajo exclusivo de ellas. Si les gusta, bien, si no, escupan al Cielo, a ver qué pasa.