23/05/2017

Monseñor Zecca venía pensando en su renuncia desde hace dos años

Se dieron a conocer los motivos que motivaron el pedido del religioso al Papa Francisco para abandonar su importante cargo esclesiástico.

La semana comenzó con la noticia sorprendente de la renuncia de monseñor Alfredo Horacio Zecca al Arzobispado de Tucumán, cargo que ocupaba desde hace cinco años.

Apenas un círculo íntimo de sacerdotes sabía que el religioso había presentado la renuncia, y que venía analizando la decisión desde hace dos años.

“Por consejo médico, dado mi estado de salud, más precario de lo que aparenta a primera vista, (he decidido) presentar al Santo Padre mi renuncia a la sede arquidiocesana de Tucumán”, reza la carta que leyeron los sacerdotes y que inmediatamente se viralizó. Muchos sabían de sus constantes dolores de espalda. Dos pinzamientos de vértebra le impedían a Zecca estar parado durante varios minutos. Se sometió a una arriesgada operación, sin éxito.

Lo que no todos saben es que monseñor Zecca tiene cuatro by pass y seis stents. Durante su gobierno pastoral fue sometido a tres o cuatro operaciones de espalda y de corazón. Un cardiólogo de Yerba Buena le advirtió que no podía seguir llevando una tarea con tanta exigencia, so pena de sufrir un infarto con consecuencias impredecibles.

En la carta a sus hermanos sacerdotes, monseñor Zecca explica que meditó la posibilidad de su renuncia durante dos años. Pero no se atrevía a llevarla a cabo para no entorpecer la organización del XI Congreso Eucarístico Nacional, que lo tenía como anfitrión: “No ha sido una decisión ni fácil ni precipitada sino, por el contrario, largamente meditada y discernida durante los dos últimos años. Si no presenté antes la renuncia -desoyendo el consejo médico- fue sólo porque tenía el compromiso de la realización del XI Congreso Eucarístico Nacional cuya organización asumí, desde el primer día de mi llegada a esta bendita tierra tucumana, con entusiasmo y responsabilidad”.

La carta de renuncia fue enviada el 19 de marzo, solemnidad de San José, uno de los santos predilectos del Papa Francisco. Quizás fue por haberse encomendado a él que logró la máxima comprensión del Papa. En febrero Su Santidad lo recibió en su despacho y escuchó paternalmente a monseñor Zecca. “Hablamos largamente sobre el tema y puse en sus manos la decisión. El se mostró, como siempre, cercano, comprensivo y afectuoso y dispuesto a considerar el pedido con la ponderación que merecía”, comparte en su carta.

Monseñor Zecca sabe que todavía no está en condiciones de jubilarse (a los 75 años, por derecho canónico). El 27 de septiembre cumplirá 68 años. “Me siento con lucidez y fuerzas suficientes, y también con entusiasmo, para seguir sirviendo como obispo a la Iglesia, en otras tareas que no impliquen las tensiones inevitables en el ejercicio del gobierno pastoral de una Arquidiócesis compleja como Tucumán. Será el Papa quien, finalmente, decida, cuál será ese lugar”, añade en la misiva. Sin duda Zecca quiere seguir trabajando por la Iglesia, pero desde otro lugar. Quizás desde el sector de la educación, que más conoce y le gusta.

Fue rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) pero nunca perdió contacto con quienes lo unían al tema universitario. Aún hoy monseñor Zecca sigue siendo miembro de la Congregación Pontificia para la Educación Católica, además de ser miembro de la Comisión Teológica del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).

El perfil académico y apasionado por la cultura no lo perdió jamás. Durante sus años en Tucumán escribió tres libros: “La luz de la fe”, “La Eucaristía para vivir el Congreso Eucarístico” y “Fe y razón en la sociedad moderna”.

El próximo 10 de junio se cumplirán seis años de su elección, por parte del papa Benedicto XVI. Pero le tocó a Jorge Bergoglio, entonces cardenal primado, ordenarlo el 18 de agosto de 2011. “En los años en que he conducido esta Iglesia he procurado siempre ser, entre ustedes, lo que se me pide: un buen pastor. Ciertamente con los límites, errores y pecados, fruto de la fragilidad humana”, reconoce.

“La vida académica había ocupado casi todo el tiempo de mi ministerio, más de cuarenta años en los que, aun no habiendo perdido nunca el contacto pastoral, no me fue posible ejercer el pastoreo en ese otro espacio más amplio que brinda una diócesis. La identidad, la cultura y la religiosidad de nuestro pueblo son de una riqueza y profundidad que dejo con dolor y que, no dudo, extrañaré”, dice el escrito. (lagaceta.com.ar)