27/10/2010

Argentina

Murió un hombre que, como presidente, hizo bien su trabajo

No fue ni el padre de la patria ni después de su muerte es el fin de los tiempos. No fue el más corrupto ni el más intolerante que se llevó a todos por delante. Por Daniel J. Flores.

Después de su muerte los juicios valorativos extremos habrán de cundir y todos serán inexactos, producto de los apasionamientos maniqueos a los que somos propensos los argentinos.

Néstor Kirchner fue nada más que un hombre que hizo bien su trabajo cuando le tocó asumir la presidencia en medio de la peor crisis económica y social que haya atravesado la república en sus 200 años.

Se paró frente a los hechos y tomó las decisiones acertadas. "Nos puso a parir", dijo un acreedor externo cuando les dijo que la deuda la iban a cobrar conforme el país tuviera recursos. "Héroe", gritarán desde sus seguidores. "Inmoral", le dirán los detractores.

Ni lo uno ni lo otro. Simplemente, sentido común. Si no hay dinero y en mi casa se mueren de hambre, es absurdo ir a pagar mis deudas.

Tenía una Corte heredada impresentable, producto del festival de corrupción que había dejado el neoliberalismo. La cambió. "Idolo" vociferan los seguidores. "Acomoda amigos", dirán los de enfrente.

Ni lo uno ni lo otro. Contribuyó a formar la Corte Suprema más capacitada e independiente de las que los memoriosos caminadores de los pasillos de Tribunales tengan memoria.

Le llegaron de herencia los indultos y las leyes que pretendían dar impunidad a los militares genocidas de los 70. Dio marcha atrás y permitió reabrir las causas para juzgar a los asesinos. "Valiente", se escucha desde su tribuna. "Vengativo", vociferan los opositores.

Ni lo uno ni lo otro. Simplemente alguien que entiende que sin conocer toda la verdad y sin hacer justicia por las atrocidades del pasado es imposible pensar el futuro.

Polémico, frontal, directo, sin medias tintas. Identificó a los enemigos con nombre y apellido. No tuvo metáforas para enfrentar a las mafias de las corporaciones disfrazadas de prósperas empresas.

Y se fue del gobierno con gran parte de la deuda pagada, una buena cantidad de genocidas entre rejas y a las puteadas con medio mundo por un estilo escasamente digerible para los correctos políticamente. Y, que nadie lo olvide, al final de su gobierno su imagen positiva superaba el 60 por ciento.

Había llegado a la presidencia con el 22 por ciento de los votos y el 25 por ciento de desocupación. Más desocupados que electores.

Acertó y se equivocó, era humano. Tan humano como la demostración de finitud que deja este 27 de Octubre.

Y tuvo un gesto, uno solo que la historia va a tener que aprender a valorar. Fue uno de los pocos políticos argentinos que no construyó en base al: "después de mí el diluvio".

El 1 de julio de 1974, murió Perón dejando la sensación de que los argentinos quedábamos huérfanos. Y hoy no quedamos igual.

Néstor Kirchner logró construir, aún con deficiencias, un proyecto político que deja la sensación de que puede haber continuidad, que no todo termina con él. Y eso, ya el tiempo lo dirá, no es poco.

Daniel J. Flores

 

 

 




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