27/05/2017

Argentina

La historia del periodista que reveló el caso IBM-Banco Nación y hoy vive en la pobreza

Luego de sacar a la luz las millonarias coimas pagadas por la empresa informática, hecho de corrupción paradigmático de la década menemista, Santiago Pinetta fue rechazado por todos los medios, sufrió cuatro atentados y hoy pide dinero en el subte de Buenos Aires.
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La corrupción de los años 90 marcó la vida de Pinetta. Foto El Mundo

En la estación Carlos Gardel del subte de Buenos Aires Santiago Pinetta, de 83 años, se acerca la mano a unos ojos afectados por cataratas para ver bien el billete que le acaba de dar un pasajero. Dos minutos después, una joven le ofrece un cafecito en un vaso de plástico. "La solidaridad de la gente es impresionante", comenta antes de relatar cómo cambió su vida tras la divulgación en 1994 de uno de los mayores escándalos de corrupción de Argentina: el caso IBM-Banco Nación. Una revelación que le costó cuatro atentados y una progresiva marginación profesional que le arrojó a la indigencia.


Con una carrera periodística brillante en los principales medios de comunicación argentinos, a Pinetta le cambió la vida el descubrimiento de las irregularidades en la licitación realizada por el Banco Nación (la principal entidad financiera pública del país) para informatizar sus más de 500 sucursales. La multinacional IBM logró un jugoso contrato de 250 millones de dólares gracias, según la investigación de Pinetta, a las coimas (sobornos) millonarias que entregó a altos cargos del banco y a funcionarios del gobierno del presidente Carlos Menem.


Pinetta fue avisado de los chanchullos en la concesión por una fuente interna del Banco Nación. Con todos los detalles a punto para armar su "noticia bomba", el reportero escribió un libro, La nación robada, que ninguna editorial quiso publicar. Tuvo que recaudar fondos entre sus amigos para que una imprenta modesta sacara a luz el libro. Ningún medio importante lo reseñó. Curiosamente, la mancha negra de la corrupción sólo obtuvo espacio en la revista Humor. El periodista puso sus pruebas en manos de la Justicia y con el paso de los años varios funcionarios fueron procesados por fraude y condenados a penas reducidas. Ninguno de los implicados pisó nunca una cárcel. La Justicia recuperó sólo una pequeña parte de los 37 millones de dólares pagados en sobornos. Quien no levantaría cabeza nunca más fue el héroe de la historia.


"Los sicarios de IBM me hicieron cuatro atentados después de mis denuncias. Me dieron palizas, me atropelló un taxi y hasta me grabaron en el cuerpo las siglas IBM con un estilete", cuenta Pinetta al diario español El Mundo en el pasillo de la estación Carlos Gardel, en el tanguero barrio del Abasto porteño.


Hasta que se topó con el escándalo de IBM, Pinetta había vivido bien del periodismo. Viajó como enviado especial a medio mundo, publicó algunas exclusivas y escribió varios libros. Su suerte cambió en 1994 tras la publicación de La nación robada: "Los colegas no me daban trabajo; tuve que hipotecar un hermoso departamento para salir adelante. Luego sufrí un accidente cerebro vascular". Sin trabajo y a las puertas de la jubilación, Pinetta entró en un agujero negro del que todavía no ha logrado salir.


Hoy vive en un pequeño estudio en Buenos Aires que le alquila uno de sus nueve hijos vivos, y por las tardes se deja caer unas horas por el metro para extender la mano y llevarse unos pesos a casa. La exigua pensión de 6.000 pesos (unos 350 euros) no le alcanza para llegar a fin de mes. Sólo el gasto en medicamentos (padece una enfermedad coronaria, artrosis y cataratas) se lleva buena parte del presupuesto.


Sus revelaciones no cayeron nada bien en los círculos de poder. La corrupción en el gobierno de Menem era moneda corriente. La Casa Rosada -denuncia Pinetta- movió los hilos para despojarlo de los aportes a la Seguridad Social que había realizado durante años. Su futuro también estaba hipotecado. Hijo de un reconocido periodista y de una poetisa, Santiago Pinetta recibió de sus padres una educación exquisita. "La cultura que me dieron mis padres fue extraordinaria", comenta. Y se lanza a recitar extractos del Ricardo III de Shakespeare. "Hoy en día hemos perdido los valores de la educación y la cultura. Y sigue habiendo corrupción", se lamenta.


A sus 83 años, Pinetta es consciente de que le queda poco tiempo para revertir su situación. Pese a los sinsabores que ha sufrido en las últimas dos décadas, asegura que no se arrepiente de haber revelado el escándalo de IBM-Banco Nación. "Gracias a mi investigación se salvó el banco más importante de Argentina. Yo sabía que cuando presentara el libro, aparecerían los sicarios de IBM. El propio fiscal encargado de la denuncia me dijo que no siguiera adelante, pero nunca me rendí. Con el tiempo, no me quedó más remedio que pedir la ayuda de la gente".


Hace unas semanas Pinetta fue "resucitado" públicamente al aparecer en un reportaje de televisión. Su caso volvió a ocupar algún espacio en los medios de comunicación. Tal vez por ello -cuenta el octogenario reportero- recibió hace unos días la llamada del actual presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, nombrado recientemente por el gobierno de Mauricio Macri: "Espero que me den alguna compensación para que pueda vivir con dignidad".


A finales de marzo recibió un homenaje en el Congreso por parte de los periodistas parlamentarios. En la estación Carlos Gardel no hay nadie que le aplauda o le entregue diplomas. Muchos transeúntes apenas se fijan en ese viejo enjuto que mendiga unos pesos. Una sombra con un pasado de novela: "Estuve en el bombardeo de la Plaza de Mayo en el 55, en Indochina, en Hiroshima y Nagasaki... Todo para llegar a este triste final. Pero todavía tengo esperanzas. Soy príncipe y mendigo".


Fuente: El Mundo (Se han modificado algunas expresiones de acuerdo con el uso argentino)




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