25/07/2017

Argentina

#NiUnaMenos

El terrible historial de violencia de género que sufrió Fernanda Chacón desde 2012

La abogada que defiende los derechos de la mujer desapareció el viernes pasado. Su ex pareja la amenazaba constantemente desde la cárcel y había recibido el beneficio de las salidas transitorias.
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Fernanda Chacón sufrió la violencia de su ex pareja desde el 2012.

El pasado viernes 21 de julio fue vista por última vez Fernanda Chacón, cuando subía a un colectivo de la línea 146 en la ciudad de Buenos Aires.

La reconocida militante por los derechos de la mujer, sufrió en carne propia la violencia machista desde hace al menos 5 años, y ahora acompaña a víctimas de violencia de género y a familiares en búsqueda de justicia. También, es titular de la Asamblea Permanente Contra la Violencia de Género.

Hace un año, en el diario Clarín, se publicaba su relato en primera persona de los horrores que vivía por el hostigamiento y las amenazas de su ex pareja, hoy principal sospechoso por su desaparición:

 

Conocí a mi ex marido, Daniel Alberto Castro, en agosto de 2010. En marzo de 2011 quedé embarazada de nuestra hija. En septiembre de ese año nos casamos. Y el 20 de noviembre nació nuestra hija.

Durante el noviazgo, y hasta que nació nuestra hija, no tuvimos discusiones que no fuesen lo normal para una pareja. El primer hecho violento se produjo en febrero de 2012, cuando por negarme a tener relaciones sexuales, él le puso un cuchillo en el cuello a nuestra hija, diciendo que como él le había dado la vida, de la misma forma se la podía quitar.

Me fui a la casa de una amiga por unos días con mis hijos y después de muchos llamados en los que él me pedía perdón y me juraba que nunca más iba a volver a suceder, volví a mi casa con los nenes.

En mayo de 2013 tuvimos una discusión: él había vuelto totalmente borracho a casa y se negaba a darme plata para las cosas básicas que estaba necesitando la nena. Ahí me pegó y por un empujón suyo me cai al costado de la bañadera, fisurándome una costilla. El agarró sus cosas y se fue del hogar.

Al otro día realicé la denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica y se dispuso una medida cautelar y la exclusión del hogar.

Una semana después, al volver de retirar a los nenes de la escuela, lo encontré dentro del departamento. Empezamos a discutir y cuando logré salir, llamé al 911. Llegó el patrullero, le di los papeles y ahí se notificó de las medidas adoptadas por el juez civil: no se lo habían notificado antes porque el juez decía que no tenía un domicilio donde hacerlo y que en el laboral no se podía hacer.

Durante 15 días no supe nada de él hasta que comenzó a mandarme mensajes, que yo no respondía.

El 13 de junio de ese año volvió a aparecer: bajó del ascensor en la puerta de mi departamento, yo tenía a nuestra hija en brazos, y sin decir una palabra me dio un golpe de puño en la cara con el que me abrió todo el labio y me dejó una gran hematoma en el ojo derecho. Mis hijos, que estaban dentro del departamento, abrieron la puerta y él se metió y me empezó a culpar a mí, me decía que él se estaba drogando todo el día porque yo ya no estaba con él. Como yo no paraba de sangrar, le rogué que me llevara al hospital. Salimos del departamento y cuando llegó el ascensor vi que había gente y a los gritos empecé a pedir ayuda. El bajó corriendo las escaleras y se escapó. Ese día hice la denuncia en la comisaria 29 y al otro día fui a la calle Azopardo al médico legista.

En setiembre de ese año las medidas se habían vencido porque la abogada que llevaba la causa se había ido de vacaciones y, según ella, se había olvidado de pedir la renovación. Entonces me llamó un abogado en nombre de él para decirme que al estar casados y no haber ningún tipo de restriccion, debía dejarlo entrar. Que si no lo hacía, iba a tener problemas legales yo. Ese mismo día, ya en el departamento, empezó a insultarme, amenazándome nuevamente con pegarme. Mis hijos más grandes salieron corriendo al pasillo del departamento y pidieron ayuda a los gritos. Los vecinos llamaron a la Policía. Cuando llegaron a mi casa, le pidieron a él que se fuera de forma tranquila. El empezó a gritar peor e intentó pegarme. Un oficial se interpuso y lo llevaron detenido por desacato a la autoridad.

Cambié de abogada y el juzgado volvió a otorgarme las medidas cautelares, que se fueron renovando porque no dejaba de hostigarme.

Durante meses recibí amenazas y hubo más hechos de desobediencia a las medidas cautelares, aparecía y me seguía por todos lados.

El 15 de diciembre de ese año tocó el portero eléctrico de mi casa y la gente de seguridad le prohibió el ingreso. Comenzó a gritarme que me iba a matar.

Al otro día envió casi 20 mensajes de texto con insultos y amenazas. Me decía que no le importaba estar preso, que tuviese cuidado en el barrio porque si no era él, iba a mandar a alguien a hacerme algo a mí y a mis hijos. En esos mensajes también hacía referencia a que uno de mis hijos en horarios específicos que había estando mirando por la ventana que da a la calle. Nos estaba vigilando.

En febrero de 2014, un viernes, salí con la hija que tenemos en común a comprar y me abordó en la esquina de mi domicilio. Me sacó a la nena a la fuerza. En ese momento lo único que se me ocurrió fue decirle que tenía que ir al supermercado que estaba a una cuadra, que me acompañara. Cuando ingresé al local, él se quedó afuera y ahí activé el botón antipánico. Veinte minutos después vino la Policía Metropolitana y se lo llevaron detenido hasta el otro día.

Cuando lo liberaron hizo llamadas amenazándome al telefono de línea, que fueron denunciadas en la comuna 15 y adjuntadas a la causa que llevaba el juzgado de instrucción N°8. Ese mismo día salí a caminar con mis hijos a dos cuadras de mi casa. El se encontraba ahí a pesar de las medidas cautelares. Di el alerta a la Metropolitana a través del botón antipánico y cuando llegó la Policía, él salió corriendo.

El 30 de marzo del 2014 fueron a buscar al trabajo a mi ex marido, Daniel Alberto Castro, y quedó detenido automáticamente dado que la jueza evaluó el peligro de fuga y se le dictó la prisión preventiva. Se le imputaron 9 delitos en mi contra, amenazas coactivas, lesiones leves, amenazas y desobediencias.

En marzo del 2015 salió la cuota alimentaria a favor de la hija que tenemos en común, de 3 años. Se lo notificó aproximadamente el 17 de ese mes y el día 21 llamó a mi casa. Lo atendió mi hija más grande porque yo no me encontraba, él le dejó dos dos números donde comunicarme y le dijo: "Más vale que me llame". Ante los nervios de mi hija, llamé varias veces porque me daba ocupado, hasta que logré comunicarme. Cuando me atendieron, me dijero: "Pabellón 12". Pedí por Daniel Castro y ahí me atiende él a los gritos e insultos. "Hija de puta, devolveme la plata que me robaste porque te voy a mandar a matar a vos y a la nena, acá adentro tengo gente que ya se ofreció a matarlas", me dijo. Le respondí que yo no le robé nada, que esa plata la había dispuesto un juez de menores. Me amenazó nuevamente con mandar ese mismo día a alguien a retirar 1.000 pesos. Le dije que no tenía ese dinero y que aunque lo tuviese, era de la nena.

Corté la llamada por la agresividad, los insultos y las amenazas. Fui a la comisaria 29 a radicar la denuncia por amenazas coactivas, la cual salió sorteada en el Juzgado de Instrucción N° 8. El mismo juzgado que había llevado la causa anterior y lo había imputado por los 9 delitos y dictado la preventiva.

El día 25 de marzo fui a contar lo sucedido al Tribunal Oral N° 5, que es el que tiene la primer causa, y me respondieron que ellos no podían hacer nada. De ahí me dirigí a la oficina del fiscal, quien decidió hacer un oficio al Tribunal Oral 5 donde decidieron poner consigna policial en mi domicilio, en el de mis padres y en el de mi hijo mayor. Y además libraron un oficio a la cárcel de Devoto, en el que se le prohibió a mi ex acercarse o cualquier tipo de contacto.

El día 30 de marzo me llamaron de la fiscalía para informarme que al día siguiente, mi ex iba a firmar un juicio abreviado de 4 años y 6 meses como pena única y unificada. El tenía 3 años en suspenso de una causa anterior, que sigo desconociendo, por lo que le dieron 1 año y 6 meses por todo lo que me hizo a mí.

En su momento los dos fiscales que pasaron por la causa me habían dicho que en un juicio se iba a pedir 6 años por los delitos que se le imputaban en mi contra. Comencé a discutir con ellos dado a que estabamos en peligro y le daban el beneficio de un juicio abreviado, a lo que me respondieron que es un derecho de él y que no se lo pueden negar.. Les respondí que tanto mi hija como yo tenemos derecho a vivir y que estaban obviando ese detalle, pero ahí cortaron la comunicación.

Después de golpear infinidad de puertas, llegué a la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia, lugar que no atiendem al público, pero por mi insistencia decidieron atenderme y escuchar mi caso. Buscaron varias alternativas hasta que la única que creyeron conveniente fue empezar de cero. Entonces hablaron con la directora de la Oficina de Violencia Domestica y ese mismo día, 10 de abril, hicieron un informe de alto riesgo, considerando los antecedentes de mi ex. Lo enviaron al Juzgado Civil 85 y al Juzgado de Instrucción N°8 que llevaba la denuncia por amenazas recibidas desde la cárcel.

El juzgado civil ese mismo día dispuso medidas cautelares sin fecha de vencimiento, a partir del momento de su excarcelación tanto para mí como para nuestra hija y dos hijos míos menores con los cuales vivo. Se lo notificaron a él en la cárcel.

El 14 de abril me citaron a ratificar la denuncia en el juzgado de instrucción N° 8 . El 21 de abril la jueza que llevaba esta causa decidió sobreseerlo diciendo que no había pruebas para comprobar esta amenaza, dado que lo único que se podía pedir era el informe a la compañía telefónica y que esto no contaba como prueba suficiente dado que aunque figurasen los números que di no podía acreditar la amenaza. (Tengo entendido que las llamadas entrantes y salientes de las cárceles se grabany se peritan los teléfonos justame para investigar amenazas, secuestros exprés, etc). Lamentablemente mis abogados no llegaron a presentarse como querellantes por la rápidez con que la jueza investigó, y resolvió archivar esta causa. No pude apelar y esa amenaza quedó en la nada en la Justicia, pero no en la vida de mi hija y ni en la mía, que vivimos con miedo permanente sabiendo que mi ex es capaz de cualquier cosa.

El día 5 de mayo, levantando mensajes de mi teléfono fijo, encontré una llamada realizada el día anterior a las 12.55 pm de un número (4646-4058) que reconocí que era del Pabellón donde esta alojado él, ya que no es la primera vez que llamaba de ahí. Por esto fui a la comisaria 29 a hacer la denuncia de Desobediencia, ya que tenía la restricción. Esta nueva denuncia fue al Juzgado Correccional N 3. Todavía se encuentra en etapa de investigación y espero que esta vez los abogados puedan presentarse como querellantes y que no vuelva a ser archivada como la anterior.

Mis hijos y yo vivimos en peligro inminente y nadie nos escucha y esta persona con el beneficio del abreviado, buena conducta, tiempo sufrido, y todos los demás derechos que tienen los presos puede llegar a tener salidas transitorias en un tiempo no muy largo y nadie nos escucha ni nos ayuda. Pedí tanto en lo civil como en lo penal una consigna móvil para mi hija de 3 años que es la que esta amenazada de muerte. El me dijo que si la manda a matar a ella, podría recuperar su plata. Pero ninguno hizo nada.

 

 

 




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