14/01/2020

Argentina

idiomas

Relevamiento a vuelo de pájaro: en Santiago del Estero no todos hablan español

Cuántos idiomas se hablan en la vecina provincia. Cuál es la lengua de los rubitos y blanquitos del campo santiagueño. Por Juan Manuel Aragón.
Relevamiento a vuelo de pájaro: en Santiago del Estero no todos hablan español | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

Relevamiento a vuelo de pájaro: en Santiago del Estero no todos hablan español

(Especial para El Diario 24, dalla città di Tucson).

Cuántos idiomas se hablan en Santiago del Estero, podría ser un buen título para un estudio sesudo, escrito con palabras difíciles, repleto de citas de autores que no conoce ni la madre, apto para esa legión biempensante actual que gusta llamarse “progresista”. Intentemos una aproximación al asunto, un relevamiento a vuelo de pájaro, sin pretensiones grandilocuentes, rimbombantes u ostentosas.

La más extendida de todas las lenguas es el español, hablado por los nativos de más de 3 años de edad, casi sin excepciones. Anote el “casi”, luego veremos por qué. El español es lengua obligatoria en casi todas las escuelas primarias y secundarias de la provincia y con su particular tonada de “eses” sibilantes, e “y griegas” pronunciadas como “y griegas”  y no como “ye” (lle), es hablado por el millón y algo de habitantes de este bendito suelo.

Le sigue el inglés, aprendido en las cuatro o cinco academias que hay  en la  provincia y se dedican a enseñar este idioma. Egresan sabiendo hablar y entendiendo perfectamente el idioma de Guillermo Shakespeare, unos 500 alumnos por camada. Algunas instituciones tienen más de 50 años de antigüedad,  así que échele plumas. Siendo mezquinos podríamos calcular que unos 100 mil santiagueños hablan correctamente el inglés como segunda  lengua, con acento hispano, obvio; otros tantos lo champurrean y una gran mayoría deduce el significado de palabras sueltas, como “long play”, “marketing”, “Beatles”,  “rock and roll”, “wash and wear” y”the rose Is red the blackboard Is black”, entre otras .

Después viene el quichua. Según a quién se le pregunte, habrá  medio millón de hablantes o entre veinte y cincuenta mil. En algunos casos la variación se debe a la manera en cómo se los cuenta, en otros a motivos puramente ideológicos que no vamos  a explicar aquí. Lo cierto es que no quedan quienes hablen la lengua del Cuzco exclusivamente, como hasta hace unos 50 años,  que había quichuistas, digamos químicamente puros, que no entendían una  jota de la castilla. Ahora todos son overitos. De los que se cuentan como quichuistas, muchos la hablan perfectamente, porque fue la lengua que aprendieron en la casa, otros la entienden, porque solamente la oyeron de sus mayores y, como sucede con el inglés, una gran mayoría lo champurrea. El español deSantiago, como el del norte, tiene en su habla cotidiana muchas palabras entreveradas. “Ishpar, aca, huahua, chango, pishcko, acatanca” entre muchas. Los quichuistas—quichuistas insisten en que quienes lo aprenden de grandes, pueden saber todo lo que quieran, pero no saben hablarlo, pero igual se podría contar a quienes estudian este idioma en la Universidad Nacional local  y  a   los alumnos que dejó Domingo Bravo, que ideó una signografía maravillosa para representar un idioma ágrafo, porque los indios no escribían antes de los españoles,  ¿vio?

La gente del África que vende chucherías en el centro de la capital, en La Banda y en alguna otra ciudad, habla francés, lo mismo que los egresados de la Alianza Francesa o seguramente mucho mejor. No ha sido hecho un censo para saber cuántos son los senegaleses y marfileños que viven aquí, pero a ojo de buen cubero deben ser dos centenares en la provincia. Sumados a los alianceros, podrían ser unos 1000 o 1500, tal vez muchos más. Desde que en las escuelas se enseña solamente inglés, sin opción a  otro idioma, han disminuidos los Alosanfán de la Patríe en Santiago.Hay que notar que quienes estudian para chef, una pequeña minoría de santiagueños, debe saber algunas palabras en ese idioma también. Anotémoslos entonces como francófonos (o no tanto).

Vamos al “casi” del principio. El alemán es un caso curioso. Porque sí hay santiagueños hijos y nietos de santiagueños, que son  rubitos y blanquitos, nacidos y a la vez criados en estos pagos, alejados de las grandes ciudades, que solamente hablan alemán antiguo, aunque usted le parezca  increíble. ¿Cómo dice? Los menonitas son parte de una gran colonia de inmigrantes alemanes, que llegó a América en el siglo XVI, que habla y reza en una Biblia escrita en el alemán de aquel tiempo. En Santiago son cerca de 130 familias y más o menos 800 personas, la mayoría no sabe deciruna  palabra de español y jamás sale de alguna de sus colonias. Instalados en La Verde, departamento Jiménez y cerca de Pampa  de los Guanacos, departamento Copo, los chicos  aprenden a hablar el  alemán en sus casas, van a sus escuelas internas en alemán, se casan solamente con otros menonitas (so pena de ser expulsados de la comunidad). Casi no tienen casi ninguna necesidad de salir a ninguna parte: viven para la producción de sus campos y son expertos en quesos. Unos pocos vienen a  las ciudades a comerciar sus productos, hablan español, pero son duros para hacerlo. Además, tienen prohibido oir la radio, ver televisión y navegar por internet, obviamente, así que no hay por dónde les entre la bala del español. El alemán de los menonitas, cabe acotar, ya no se habla ni se conoce en ninguna parte de la Alemania actual.

El latín se sigue hablando, los domingos, en las misas tridentinas de una pequeña comunidad de católicos tradicionalistas, en un pequeño oratorio de La Banda. Casi siempre concurre una veintena de fieles, pero son más o menos un centenar los que saben rezar sin el misal en la mano. También se enseña latín y griego en el bachillerato humanista San Pedro Nolasco. Anote el latín entre los idiomas de Santiago.

Unos pocos santiagueños  hablan portugués, idioma que se quiso imponer cuando estaba de moda el Mercosur. Otros, sobre todos los viejos ingenieros en sistemas, entienden el lenguaje COBOL, que es el de las primeras computadoras.  Hay una minoría ínfima que estudia ruso, chino o malayo por internet. Los amantes del tango deben, necesariamente, saber algo de  lunfardo y en Santiago es un género musical muy popular, así que habrá unos cuantos cientos que comprendan algo más que palabras  como “pibe”, “naifa”, “yotivenca” o “guita”. Y la lista se cierra con los farmacéuticos y empleados  de farmacia, expertos en descifrar la trabajosa letra de los médicos, todo un idioma en sí mismo, si nos ponemos a pensar.

Y el jeperipigoponzapa, obvio.

©Juan Manuel Aragón

Leer más notas de Juan Manuel Aragón        




Recomienda esta nota: