06/10/2022

Argentina

PARA TIME ES UNA DE LAS 100 LÍDERES EMERGENTES

Alba Rueda: “La política pública es una herramienta para enfrentar las desigualdades”

Activista trans y representante de la Cancillería en género y diversidad, Rueda asegura que “la perspectiva de género es uno de los indicadores de la calidad democrática”. En diálogo con Télam habla sobre los desafios ante el avance de la ultraderecha, la agenda global para el colectivo LGTBIQ+ y el Encuentro Nacional de Mujeres que se desarrollará este fin de semana en San Luis.

“Quizás convenga recordar que detrás de cada palabra hay una historia, como detrás de cada historia hay una batalla por fijar o hacer mudar las palabras”, escribió el filósofo y activista español Paul B. Preciado. Detrás de las palabras travesti, trans, género, diversidad e igualdad hay una historia en la Argentina, y la salteña Alba Rueda tiene mucho que ver con ella.

Activista trans y Representante Especial de Argentina sobre Orientación Sexual e Identidad de Género de la Cancillería, Rueda acaba de ser seleccionada por la revista estadounidense Time como uno de los 100 líderes emergentes a nivel global por “sus extraordinarios esfuerzos para dar forma a nuestro mundo y definir nuestro futuro”.

Y es sobre el mundo y el futuro, sobre el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+ y sobre las políticas públicas, pero también sobre las amenazas que se ciernen ante el avance de la ultraderecha en Europa y América Latina, que Alba Rueda habló con Télam, todavía sorprendida por su inclusión en la lista Time100 Next.

“Creo que es un reconocimiento al recorrido del activismo trans en la Argentina. Yo no estoy ahí solo por ser trans ni solo por ser funcionaria sino por abogar por una perspectiva de género y diversidad en un mundo atravesado por las desigualdades”, asegura quien también se desempeñó como subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.

Rueda, que el año pasado fue considerada por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo, cree que el reconocimiento internacional también tiene que ver con “poner en valor a un país como el nuestro, que adopta criterios de respeto a los derechos humanos y ubica los ejes del activismo travesti-trans como parte de su política pública”.

-Alba, la revista estadounidense Time te elegió como una de las 100 líderes emergentes del futuro, ¿qué alcances tiene este reconocimiento

-Creo que es un reconocimiento al recorrido del activismo trans en la Argentina. La mención de la revista Time no es solo a una persona trans sino a una persona trans que trabaja generando políticas públicas para romper las desigualdades en torno a las personas LGBTIQ+. Destaco esto porque desde hace varios años se reconoce a la perspectiva de género como uno de los indicadores de la calidad democrática. Yo no estoy ahí solo por ser trans ni sólo por ser funcionaria sino por abogar por una perspectiva de género y diversidad en un mundo atravesado por las desigualdades.

-El reconocimiento internacional que tiene la Argentina en materia de género y diversidad, ¿da cuenta del recorrido histórico que tiene la lucha por los derechos humanos en nuestro país?

-La Argentina tiene una historia respecto a los derechos humanos. El compromiso con los derechos humanos, con la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y ampliando esa agenda, con derechos fundamentales para el sistema democrático, como la ley de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de Género. No se trata sólo del reconocimiento liberal de los derechos sino de una plataforma de derechos humanos comprometida y que inscribe esos derechos en la historia social y política de nuestro país.

-La lucha por la ampliación de derechos tiene un capítulo global cada vez más importante. ¿Hay peligro de retroceso a la luz del avance conservador en algunos países de América Latina y Europa?

-La concertación global va a contrapelo del reconocimiento de derechos en muchos sentidos. No es casual el avance de la extrema derecha en los países europeos ni la validación de voces que ponen en cuestión no sólo la ampliación de derechos sino también al sistema democrático. Todo esto tiene eco en nuestro país y habla también del avance de la extrema derecha local. Desde estos sectores se ataca a las personas LGBTIQ+ y particularmente a las personas travestis y trans. El mes pasado se realizó en la Argentina la Conferencia Global por los Derechos LGBTIQ+, de la que participaron 42 países y 150 organizaciones, donde se expresó una gran preocupación por los avances de las agendas de la extrema derecha, que se expresa en el movimiento anti-trans y anti-género.

-¿Qué características asume ese movimiento anti-trans y anti-género?

-Son movimientos que en muchos países tienen insersión dentro del Estado y que incluyen fundamentalismos religiosos, partidos de extrama derecha y expresiones de la sociedad civil que son trans-excluyentes. Son movimientos que atacan lo que ellos llaman “ideología de género” y a las personas trans. Sostienen que hay un grupo de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binarias que somos parte de un tipo de ideología que intenta romper los “conceptos fundamentales” de la sociedad, como la familia, los valores tradicionales, el concepto de mujer biológica, etc. Son movimientos que se meten con los sectores más vulnerados, recreando la figura de “enemigo interno”. De todo este panorama también da cuenta la revista Time al poner en valor a un país como el nuestro, que adopta criterios de respeto a los derechos humanos y ubica los ejes del activismo travesti-trans como parte de su política pública.

-¿Estos ataques a la perspectiva de género vienen a naturalizar la desigualdad?

-Hay profundas desigualdades económicas, sociales, culturales y políticas que resultan el punto de partida de la situación LGBTIQ+. Hay una historia y tradición de sociedades conservadoras, binarias, heterosexistas, que registramos en la desigualdad concreta que vivimos las personas LGBTIQ+ en el mundo. El proceso de deshumanización, precarización y exclusión de las condiciones de vida, se actualiza en los últimos años el movimiento anti-trans y anti-género. Es imprescindible que cada vez haya más voces comprometidas con los derechos LGBTIQ+.

-A un año de la sanción de la ley de cupo laboral travesti, transexual y transgénero, ¿qué cambió? ¿Qué falta para atender las necesidades de ese colectivo en la Argentina?

-Yo estuve a cargo de la implementación de la ley, después de que el Presidente la promulgara en septiembre del año pasado. En un informe que realizamos cuando dejé la Subsecretaria de Políticas de Diversidad, a comienzos de este año, señalábamos que más de 300 personas travestis y trans habían ingresado a la administración pública nacional. Hubo grandes avances desde 2019 respecto a la desigualdad estructural que hay respecto a travestis y trans, sabiendo que la respuesta es también la oferta de empleo formal, oportunidades de terminalidad educativa y de formación en el empleo para la comunidad LGTB

-¿Qué pasó con el cupo en los poderes Legislativo y Judicial?

-El Poder Judicial no ha generado informes sólidos que den cuenta de cómo están desarrollando esa política, que es un mandato y además fija plazos, ya que para junio del año próximo los tres poderes del Estado deben cumplir con el cupo laboral. Vemos con mucha atención el avance en el Poder Legislativo y en el Poder Ejecutivo. Incluso hay provincias que han adoptado leyes de cupo laboral trans. Pero nos preocupa profundamente que el Poder Judicial cumpla con el cupo, porque son oportundiades para travestis, transexuales y transgénero muy significativas.

-Del 8 al 10 de octubre se realiza en San Luis un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres, ¿qué expectativa tenés de acuerdo a tu experiencia en ese foro? ¿Hay avances en el reconocimiento por parte del feminismo de las mujeres trans?

-La comisión organizadora del Encuentro ha tenido un debate interno muy significativo con feministas que no querían reconocer que el Encuentro es plurinacional y de lesbianas, travestis, trans y no binaries. El recorrido desde los feminismos populares ha dado muestras de un enorme compromiso con travestis, trans y lesbianas, porque somos parte de los feminismos, de ese sujeto político que ha peleado durante tantos años para que existan la ministeria, las políticas públicas con perspectiva de género, la ley del aborto y la ley de cupo laboral. Lohana Berkins es una síntesis de ese puente que se ha creado entre los feminismos populares y las travestis y trans. Es con todas y todes. Esta es una de las consignas políticas más poderosas.

Una herramienta contra la desigualdad

lucha y compromiso con el colectivo LGBTIQ+ comenzó como activista, como militante de base, ¿qué cambió en vos ser parte del diseño de políticas públicas para el sector?

-Cambiaron muchas cosas. Creo que hay un registro de los escenarios de poder en torno a la receptividad de travestis y trans. Tengo una noción del Estado completamente diferente a la que traía. Por ejemplo, del rol del Ministerio de Relaciones Exteriores. Poder verlo desde adentro, conocer el enorme compromiso de trabajadoras y trabajadoris que son la representación de nuestro pueblo en el exterior, y de las agendas políticas y sociales, habla de una enorme carpeta donde tiene que impactar también la agenda LGBTIQ+. Es hermoso estar aprendiendo de las políticas públicas. El Estado es también el lugar desde donde dar respuesta a las desigualdades.

¿En que te interpelan estos dos años que llevas en la función pública, primero en el Ministerio de las Mujeres y ahora en la Cancillería?

-Me interpelan en el conocimiento de todas la herramientas que tenemos para poder responder a la desigualdad. Contamos con muchas herramientas desde el Estado y miles de trabajadoras comprometidas con esta agenda. Pienso también en todo lo que nos falta para que travestis y trans, de manera plural y colectiva, ocupemos estos espacios y podamos darle sentidos con agendas políticas, y no solo desde una representación aislada.

-Naciste en Salta, creciste en Buenos Aires, y hoy gozas de importante reconocimiento a nivel global ¿Cómo te ves en perspectiva? ¿Quién era y quien es Alba Rueda?

-El gran paso al activismo travesti, trans, LGBTIQ+ se dio cuando salí del plano individual y empecé a reconocer que muchas de las cosas que me atravesaban lo superaban. Yo tenía una lectura de la realidad en términos individuales. Lo que me pasaba era porque hacía las cosas mal o a mi me hacían las cosas mal. Era siempre un testimonio individual sobre las situaciones de discriminación y violencia que vivía. Había algo que decía que yo algo de culpa tenía. Pasar al activismo fue reconocer la estructura de la desigualdad en términos sociales, saber que la herramienta del Estado y del gobierno es también una plataforma de lucha para poder modificar esas condiciones.

-¿Empezaste a reconocerte de otro modo?

-Fue empezar a reconocerme a mi y a mis compañeras, a todas las travestis y trans, atravesadas por condiciones estructurales de desigualdad. Desde entonces, en ese arco que se arma a lo largo de mi vida, considero valioso y transformador haberme sumado a una agenda colectiva. A una historia del movimiento travesti-trans. Al reconocimiento de las violencias como cuestiones que no son individuales sino que tienen que ver con una estructura de la desigualdad, y contra las cuales el Estado es una plataforma fundamental para luchar.

 

 

 


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