21/02/2020

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Murió ejecutado un hombre que encadenó a su abuela y la arrojó viva desde un puente

Nicholas Sutton confesó otros tres asesinatos y prefirió morir electrocutado. Sus casos conmovieron la prensa internacional.

El estado de Tennessee, sur de Estados Unidos, ejecutó en la silla eléctrica a Nicholas Sutton. El hombre de 58 años había sido condenado a muerte por matar en 1985 a otro preso cuando cumplía cadena perpetua por otros tres asesinatos, entre ellos el de su abuela.
A Sutton lo declararon muerto a las 19.26 hora local (01.26 del viernes GMT) tras recibir dos descargas eléctricas en la Institución de Máxima Seguridad Riverbend, en Nashville, según notificó el Departamento Correccional de Tennessee.
Sutton fue el quinto preso en menos de dos años al que le dieron a elegir entre la silla eléctrica y una inyección letal, prefirió morir electrocutado en Tennessee. Ningún otro estado ha hecho uso de la silla eléctrica desde 2013.
Primero, recibió una descarga de 1.750 voltios durante 20 segundos, seguida por una pausa de 15 segundos y una segunda descarga de otros 1.750 voltios en 15 segundos antes de ser declarado muerto.
Cuando cometió el crimen que le llevó al corredor de la muerte, Sutton cumplía condena por otros tres asesinatos consumados con apenas 18 años en 1979, incluido el de su abuela paterna, Dorothy Sutton, con quien se había criado.
Asesinatos
De acuerdo a la investigación, Sutton dejó primero inconsciente a su abuela de un golpe en la cabeza, la envolvió en sábanas y bolsas de basura, la encadenó a un bloque de cemento y la arrojó viva desde un puente al río Nolichucky, donde murió ahogada.
Las autoridades determinaron que el suceso había ocurrido el 22 de diciembre porque la abuela no quiso darle dinero al nieto.
 
Sutton recibió una pena de cadena perpetua por ese asesinato, pero una vez condenado confesó otros dos homicidios, el de su amigo de la infancia John Large y el de un hombre identificado como Charles Almon.
El cuerpo de Large, desaparecido desde hacía meses, lo hallaron enterrado cerca de una cabaña que una tía de Sutton tenía en Carolina del Norte, mientras que el de Almon estaba bajo el agua en una cantera minera.
Sutton siguió su pena de cadena perpetua durante casi tres años hasta que en enero de 1985, junto a otros dos presos, asesinó en la cárcel a Carl Estep, un pedófilo que murió de unas 35 heridas de arma blanca.
Fue por ese crimen que Sutton fue finalmente condenado a muerte y ejecutado este jueves, más de 35 años después.
Una vez agotados sus recursos legales, la defensa de Sutton tenía depositadas sus esperanzas en la petición de clemencia al gobernador de Tennessee, Bill Lee, apoyada por familiares de sus víctimas y por varios guardias de prisiones.
En una apelación en la que Sutton pidió clemencia, sus abogados hablaron sobre la transformación de su cliente en más de 35 años que llevaba en prisión. La madre de uno de sus compañeros presos, que sufría esclerosis múltiple y no recibía tratamiento, dijo que Sutton había cuidado a su hijo e incluso lo había cargado, relataron los abogados. Algunos oficiales de la correccional también declararon que “le debían la vida” a Sutton porque los había rescatado cuando otros prisioneros iban a atacarlos.
“Puso mi seguridad y mi bienestar antes que los suyos”, escribió un oficial de la correccional, Tony Eden, en un artículo de opinión publicado en The Tennessean, en el que también describió a Sutton como el “preso más rehabilitado que he conocido en mi vida”.
“En esencia”, añadió, “la prisión será más segura si Sutton cumple su condena vitalicia que si lo ejecutan”.

El estado de Tennessee, sur de Estados Unidos, ejecutó en la silla eléctrica a Nicholas Sutton, un peligroso asesino.

Se trata de un hombre de 58 años había sido condenado a muerte por matar en 1985 a otro preso cuando cumplía cadena perpetua por otros tres asesinatos, entre ellos el de su abuela.

A Sutton lo declararon muerto a las 19.26 hora local (01.26 del viernes GMT) tras recibir dos descargas eléctricas en la Institución de Máxima Seguridad Riverbend, en Nashville, según notificó el Departamento Correccional de Tennessee.

Sutton fue el quinto preso en menos de dos años al que le dieron a elegir entre la silla eléctrica y una inyección letal, prefirió morir electrocutado en Tennessee. Ningún otro estado ha hecho uso de la silla eléctrica desde 2013.

Primero, recibió una descarga de 1.750 voltios durante 20 segundos, seguida por una pausa de 15 segundos y una segunda descarga de otros 1.750 voltios en 15 segundos antes de ser declarado muerto.

Cuando cometió el crimen que le llevó al corredor de la muerte, Sutton cumplía condena por otros tres asesinatos consumados con apenas 18 años en 1979, incluido el de su abuela paterna, Dorothy Sutton, con quien se había criado.

Peligroso en potencia

De acuerdo a la investigación, Sutton dejó primero inconsciente a su abuela de un golpe en la cabeza, la envolvió en sábanas y bolsas de basura, la encadenó a un bloque de cemento y la arrojó viva desde un puente al río Nolichucky, donde murió ahogada.

Las autoridades determinaron que el suceso había ocurrido el 22 de diciembre porque la abuela no quiso darle dinero al nieto.

 Sutton recibió una pena de cadena perpetua por ese asesinato, pero una vez condenado confesó otros dos homicidios, el de su amigo de la infancia John Large y el de un hombre identificado como Charles Almon.

El cuerpo de Large, desaparecido desde hacía meses, lo hallaron enterrado cerca de una cabaña que una tía de Sutton tenía en Carolina del Norte, mientras que el de Almon estaba bajo el agua en una cantera minera.

Sutton siguió su pena de cadena perpetua durante casi tres años hasta que en enero de 1985, junto a otros dos presos, asesinó en la cárcel a Carl Estep, un pedófilo que murió de unas 35 heridas de arma blanca.

Fue por ese crimen que Sutton fue finalmente condenado a muerte y ejecutado este jueves, más de 35 años después.

Una vez agotados sus recursos legales, la defensa de Sutton tenía depositadas sus esperanzas en la petición de clemencia al gobernador de Tennessee, Bill Lee, apoyada por familiares de sus víctimas y por varios guardias de prisiones.

En una apelación en la que Sutton pidió clemencia, sus abogados hablaron sobre la transformación de su cliente en más de 35 años que llevaba en prisión.

La madre de uno de sus compañeros presos, que sufría esclerosis múltiple y no recibía tratamiento, dijo que Sutton había cuidado a su hijo e incluso lo había cargado, relataron los abogados. Algunos oficiales de la correccional también declararon que “le debían la vida” a Sutton porque los había rescatado cuando otros prisioneros iban a atacarlos.

“Puso mi seguridad y mi bienestar antes que los suyos”, escribió un oficial de la correccional, Tony Eden, en un artículo de opinión publicado en The Tennessean, en el que también describió a Sutton como el “preso más rehabilitado que he conocido en mi vida”.

“En esencia”, añadió, “la prisión será más segura si Sutton cumple su condena vitalicia que si lo ejecutan”.

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