01/08/2023

Opinión

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¿Qué vemos cuando miramos a Roca?

Por Hernán Brienza, para Télam.

El lunes nevó en Bariloche. Y mientras los turistas se divertían bajo los copos que caían hermosos y blandos, sonreían sorprendidos y se sacaban fotos en el Centro Cívico, yo miraba la estatua ecuestre de Julio Argentino Roca, montado cansino en su caballo. 

Observaba minuciosamente esa obra de dos toneladas de bronce esculpidas por Emilio Jacinto Sarniguet, autor también de la obra de El Resero que puede disfrutarse en Mataderos, miraba el rostro del comandante de la Campaña al desierto, su postura y reflexioné sobre la mano del artista. 

Hay algo que pasa inadvertido para muchos: No se trata de un general victorioso, triunfante, épico si no de un hombre cansado, reflexivo, taciturno diría, echado atrás sobre un animal retraído. 

Ese gesto se contradice con la imagen briosa que podría esperarse de un genocida, como lo fue Roca en aquella campaña, después de haber terminado su trabajo en el Proceso de Organización Nacional. A los pies de la estatua, decenas de pañuelos blancos nos obligan a recordar que cien años después otro genocidio sacudió a los argentinos. ¿Se puede mirar a Roca sin ver los pañuelos blancos?

La polémica por la resolución del intendente de Bariloche Enrique Gennuso me encontró justamente de visita en esa ciudad y me permitió participar de los debates a los que el candidato a intendente Ramón Chiocconi me invitó a participar con un numeroso grupo de militantes de su agrupación. 

Y en esos encuentros me interioricé de la propuesta completa por parte del titular del ejecutivo municipal: la intención de trasladar a Roca del Centro Cívico no está enmarcada en una política de repudio revisionista -que ya de por sí sería al menos obligada a ser debatida y revisada- si no en la siempre ilusoria y fingida idea de "cerrar la grieta". 

Porque detrás de la idea de "desaparecer" a Roca está la intención de borrar los pañuelos blancos de las madres. Y borrar los símbolos siempre es intentar borrar las miradas. Nos impide ver, observar, recordar, pensar.

Dejo a los historiadores, el relato pormenorizado y minucioso de la figura de Roca. Simplemente aportar una mirada sobre las posibilidades de valoración a casi siglo y medio de su llegada a la presidencia de la nación. 

Y esa mirada puede ser maniquea, equilibrada, matizada, pero por sobre todas las cosas debe ser una mirada dialéctica, contradictoria en sí misma, que comprenda que los hombres y las mujeres protagonistas de la historia y la política no son buenas ni malas sino todo lo contrario, como decía un viejo humorista argentino. 

Y ese es un método posible para analizar a Roca

1) no habría Patagonia argentina si no hubiera habido la masacre de los pueblos originarios

2) no habría Estado Nación como lo conocemos si Roca no hubiera doblegado a la Provincia de Buenos Aires federalizándola y nacionalizando la aduana porteña

3) No habría oligarquía si no se hubiera producido la apropiación y reparto criminal de tierras entre las principales familias "decentes" de la sociedad

4) la ley de Educación 1420 de Educación primaria obligatoria - quizás el único pacto social que aceptó la oligarquía a instancias de Domingo Sarmiento- fue sancionada durante su primer gobierno

5) su alianza política con la liga de gobernadores provinciales y con el ingreso a la maquinaria del Partido Autonomista Nacional de los viejos federales rosistas y urquicistas marcó el segundo intento de "unidad nacional" hegemónico.




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