07/11/2020

Opinión

Cómo lograr la restitución de internet antes de que vuele todo

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Cómo lograr la restitución de internet antes de que vuele todo

Agradecen el llamado los de la empresa internet. Por favor, el agradecido soy yo, porque me tienen desde hace más de tres días sin el servicio, siempre tan amables y considerados. La primera vez me preguntaron cuándo iba a estar en casa, así venían a repararlo. Alrededor del mediodía, les dije, pero si ustedes me indican cualquier otra hora, pongalé a las 3 y cuarto de la noche, las 7 de la madrugada los espero despierto, en chancletas, tomando mate y jugando al solitario en la computadora, tinquiándome el coto o mirando una película vieja de Luis Sandrini o la Tita Merello en la televisión. No señor, nosotros trabajamos en horario comercial, dijeron. Duerma tranquilo.

Ayer al mediodía no iba a estar nadie en casa, pospuse un trámite en el centro, solamente para esperarlos, sentado en el sillón del living, releyendo un libro viejo, aburrido, triste y desolado. Cuando regresaron los parientes, me preguntaron ¿y? Y nada, les respondí, me hicieron la gambeta de nuevo, esos Maradonas.

Ahora son modernos, pienso apenas disco el número desde el teléfono fijo de casa, atiende la voz de un grabador, me pide el número de documento, lo escribo en el teléfono y lo mando. Esperan un ratito —sin la musiquita de antes, por favor, terminé odiando esa partecita de Mozart— y ya está llamando del otro lado. Atiende una chica, Lorena, tonada porteña y voz de mala. Le dices, hablo por el servicio de internet de casa, no está andando bien: viene, se corta, vuelve, se vuelve a cortar, vuelve a volver, se corta y vuelve a volver a volver y así. Me pide el número de documento. Ya se lo di a la máquina, respondes. Si no le molesta, por favor, me lo repite, se quiere enojar, la guacha. Bueno, bueno, ya está, se lo doy. ¿Su nombre, por favor? Le digo. Total, jugado por jugado, si quiere preguntarme el número de calzado, le digo.

Hay movimientos y ruidos del otro lado de la línea, al cabo de un ratito Lorena informa: “Reiteré su pedido ante la sección técnica”. Ah, muy bien, mire usté le digo. Se quiere despedir, pero hay un asuntito para consultarle antes: la plata, le digo. ¿Cómo la plata?, responde con una pregunta. Claro, ustedes brindan un servicio y como no fue satisfactorio, quiero un descuento en la próxima factura por el tiempo de internet rengo.

La chica aclara: con dar aviso de mi problema a la parte técnica, su trabajo terminó. Muy bien, bien por usté. Pero yo quiero la devolución de algo, por lo menos para compensar la renegada. Cuando vayan los técnicos a su casa, pregúnteles cuál fue su inconveniente, hable a la sección de clientes y ellos le van a decir. Le pido el número de mi reclamo, sin ese numerito es como si no hubiera hecho semejante trámite.

La verdad, ellos deberían descontarse solitos mi tiempo sin internet, si hago yo el trámite, debería cobrarles por esa otra renegada, ¿no cree?

Aviso a los jefes: si llega el artículo, llegó si no, no es mi culpa sino de los de la empresa de internet. Vean cómo hacen. Endemientras yo empiezo a redactar la nota para mañana. Si vinieran o viniesen hoy sábado, sería regio, si no, me tomo el fin de semana, dejo de escribir y chau. Total, ¿quién se va a morir por no leer mi opinión un día?

Respuesta: Nadie.

Al margen. La nota de mañana podría empezar diciendo: “Mientras alguien reclama por la devolución del servicio de internet en Santiago del Estero, un ñato, en el desierto del Mojave, empieza a cortar un manojo de cables de un metro de diámetro. De a poco dejan de tener electricidad Nueva Delhi, Pamplona, Chuquisaca, San Petersburgo, Tucumán…”. Después sigo escribiendo, algo se me va a ocurrir.

Juan Manuel Aragón                   

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