14/05/2017

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Parte de su vida

Un uruguayo prefirió enterrar su camión en lugar de venderlo por poco dinero

Sus años de trabajo en el camión le permitieron comprar el campo que tiene hoy, las primeras cabezas de ganado y criar a sus dos hijos. Tiene un gran valor sentimental por él.
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Alcides Ravel se despide del Ford verde que lo acompañó 50 años. Foto: Diario Helvecia

Alcides Ravel compró su camión en el año 1969 cuando tenía 35 y le costó casi 4 millones de pesos. Hoy tiene 83 años y hace unos días decidió que había llegado el momento de desprenderse del vehículo que lo había acompañado la mayor parte de su vida. Hacía unos cuatro años que el motor estaba roto, por lo que el camión permanecía guardado en un galpón.


En vez de desguazarlo o donarlo, Alcides prefirió enterrarlo en un sector de su campo ubicado en la pequeña localidad de Barker, en Nueva Helvecia, según informó el diario local. "Fue una cosa sencilla nomás", dijo.


Sus años de trabajo en el camión le permitieron comprar el campo que tiene hoy, las primeras cabezas de ganado y criar a sus dos hijos. Por el valor sentimental que tiene —razón por la cual se opuso a que lo enterraran—, la esposa de Alcides prefirió no estar presente durante el "sepelio".


El proceso llevó casi dos jornadas. Una retroexcavadora se encargó de sacar la tierra y tres hombres, además de Alcides, participaron y ayudaron en las tareas.


Una vez que el Ford verde de más de 1,50 de alto quedó depositado en la fosa y volvieron a cubrirlo con tierra, su dueño decidió colocar una suerte de lápida: el guardabarros de otro camión, en el que inscribió la fecha del entierro.


Según afirma, en caso de que hubiera decidido venderlo a un desguazadero le habrían dado por él unos 1.500 dólares.


HISTORIAS.

Desde Artigas a Montevideo o desde Cerro Largo hasta Pando, durante los 50 años de uso, Alcides recorrió todo el país en el camión. "Fue una parte muy importante de mi vida", contó a El País. Muchas horas de su vida las pasó arriba de ese Ford, principalmente trasladando ganado en un acoplado.


"Ser camionero no tiene horario: en aquel tiempo cargábamos en Melo e íbamos hasta Montevideo, que eran unos 400 kilómetros, pero como en esa época el camino era de balastro, ¿sabés cuánto demorábamos? Cerca de 12 horas. Hiciéramos lo que hiciéramos antes de esas horas no podíamos llegar", recordó Alcides.


Incluso llegó a pasar más de 15 días fuera de su casa recorriendo el país y durmiendo en el vehículo. "Eso era lo común. Cuando volvíamos a casa, los hijos ya estaban más grandes", dijo entre risas.


Cuenta que se le quedó en numerosas ocasiones pero "en la carretera nos ayudábamos entre todos".


A sus 83 años, a pesar de que ya no maneja porque no tiene libreta, dice que todavía no está jubilado. Continúa trabajando en su campo en Nueva Helvecia engordando ganado.





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