14/02/2021

Opinión

Pésame por el cielo que perdí y el infierno que merecí

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Pésame por el cielo que perdí y el infierno que merecí

Un caso: alguien le hace algo malo, pero es buen padre, amante esposo, trabajador incansable, miembro de asociaciones de bien público, para peor tiene cara de tipo bueno. Y un día, ¡zas!, se muere. El tipo es finado. Pero usté queda con el odio atragantado, una espina de sábalo sin solución, en el fondo del garguero.

Todo un tema, ¿no? Primero aclaremos: si es gente de bien no le desea la muerte a otra persona, obviamente. Pero cuando el otro todavía caminaba, se esmeraba en dar vuelta la cara cuando se cruzaban para no saludarlo. Y deseaba su sufrimiento, así le dolía su maldad.

Pero ya es fiambre, refrigerio de gusanos. Ahora anda con el resentimiento perdido en un mar sin agua, ballenas ni barcos y, para peor, sin costas ni orillas. Viene a la memoria el título del tango “Como abrazado a un rencor”. Náufrago en la inmensidad de la nada.

Lo peor es el comentario de terceros: “Qué barbaridad, ¿ha visto?, murió Fulano”. Lo veo con su cara de nada, sin decir ni mu del finado, los ojos perdidos en la lejanía, intentando cambiar de conversación.

Lo que pasó, pasó. “La vida tiene esas cosas”, medita, sangrando agua del corazón. En otras circunstancias quizás hubieran sido amigos, pero sucedió aquello y se enojó feo. Cuando le reclamó, esa vez, el tipo quedó sin palabras, intentó una excusa inaceptable y supo que ganaba su enemistad para siempre. Y ahora no hay nada, salvo —quizás— la esperanza de que, en la otra vida, su espíritu se lamente sinceramente y use ese arrepentimiento para entrar al Cielo. Y San Pedro le diga: “Con eso no te alcanza, pensá en otra cosa”.

Juan Manuel Aragón                   

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