La clonación de mamuts podría traer graves inconvenientes (o no)

Un grupo de científicos quiere revivir, clonación mediante, los mamuts de Europa y del norte de América. Dicen que cuando se extinguieron aumentó el calentamiento del planeta y traerlos de nuevo a la vida ayudaría en la lucha por conservar el oxígeno que respiramos. Cuando había mamuts, la tundra ártica estaba repleta de pastizales, ellos colaboraban a mantenerla, pero finaron y quedó sólo musgo y desolación.

Si tienen éxito, no es descabellado pensar que luego habrá más, intentando traer del pasado otros animales desaparecidos. En el norte de la Argentina teníamos el esclerocaliptus, especie de quirquincho gigante con cola larga. Estaría bueno verlo corretear por campos de maíz, haciendo pedazos los alambrados y quizás alimentándose de los últimos quebrachos que quedan.

Un buen día clonaríamos los tiranosaurios o esos otros que se ven en las películas y al final, si son tan inteligentes como los del cine, hasta podrían apropiarse de la Tierra, dejándonos en el tiempo de las cavernas, armados de un garrote para conseguir comida, techo, abrigo, mujer.

Después sería cuestión de esperar un meteorito extinguiendo los mamuts de nuevo y al cabo de cientos o de miles de años, un tataranieto nuestro, quizás se baje por una liana y pruebe andar erguido, suponiendo que la teoría de Darwin es la correcta, y se largue a conquistar el mundo de nuevo.

Quizás esos días nuevos sean mejores que este, con gente sin tanto egoísmo, sin guerras, en una de esas cuando llegaran los españoles a América no hallarían indios comiéndose los unos a los otros, como nuestros antepasados que, luego de ganar una batalla, guisaban a sus enemigos y los cenaban.

Hasta que un buen día, casi como al descuido, a uno se le ocurriría clonar un mamut. Y vuelta a empezar.

Juan Manuel Aragón

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