07/06/2021

Opinión

Qué tienen las mañanas por la nueva costanera de Santiago del Estero

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Autorretrato en bicicleta, de Juan Manuel Aragón. Barrio La Católica.

Casi todas las mañanas pedaleo por la nueva costanera de Santiago. Llego hasta el final, a unos 12 kilómetros de casa y vuelvo por el mismo lugar, por el Camino de la Costa o por San Esteban y la Independencia, según cómo pinte el día. A veces voy con un amigo, otras con dos y alguna ocasión, tres.

Los camaradas ciclistas, insisten en ir por otro lado, como la costanera para el norte. Si bien alguna vez lo hemos hecho, para mí es como no haber salido de casa. Y me preguntaba por qué me gusta ese camino.

Esta mañana supe por qué. Son los teros, los caranchos, los patos y sobre todo las charatas, gritando a la mañana, tan cerca de casa, tan lejos de los bosques de la infancia. Oiga, cualquiera oye gritar una charata, pero ¿a media hora de su casa?, ¡qué maravilla!

Sentí algo parecido cuando llegué a La Banda de a caballo, en una peregrinación de San Gil, el 25 de agosto, hace veintipico de años. Subir a la vereda de casa Las Malvinas en un matungo prestado me hizo sentir vanamente dichoso, ¡no sabe!

Desde que se levantó la nueva costanera, la ciudad empezó a crecer para ese lado: anuncian nuevos barrios, hay loteos y es posible que dentro de poco sea una avenida transitada, urbana, con gente sentada en la vereda mirando pasar el día desde la reposera.

Endemientras llegan las casas, seguirán cantando las charatas y, nuevamente como ya me pasó cuando iba con un amigo, los teros volarán por delante de la bicicleta, tratando de confundirme así no hallo sus nidadas, mientras el viento me pega en la cara, recordándome que estoy vivo. Por ahora.

Juan Manuel Aragón                   

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