Se curó de cáncer y ganó la lotería el mismo día

Un milagro puede ir de la mano de la suerte. Esta historia lo demuestra. Sonia Davies tiene 53 años y vive en Monmouth, un pequeño pueblito de Gales con 9.000 habitantes. Junto a su familia estaban viviendo un presente dramático. Es que los médicos habían descubierto meses atrás que Sonia tenía cáncer en las glándulas tiroides. El pronóstico a futuro no era nada alentador.
Una de las cartas que quedaban por jugar era una operación in extremis. Sonia aceptó. A la enfermedad se sumaba que las finanzas familiares estaban en rojo por los tratamientos médicos y las medicinas que necesitaba Sonia.
La familia se trasladó a EE.UU. para la cirugía de la mujer. El viernes pasado Sonia entró a la sala operatoria de una clínica en Florida. Muchos de los ahorros se fueron en este último intento desesperado.Terminada la operación, los doctores resplandecían de la alegría. Habían ganado la batalla.
Pudieron extraerle el tumor, y de ahora en más, Sonia sólo deberá someterse a controles rutinarios. La mujer, feliz por la noticia, llamó a una de sus hijas que había quedado en Gales. Se trata de Stephanie (23), la que recibió la buena nueva. En medio de las lágrimas, Sonia le hizo un extraño pedido: "Hija, hoy es nuestro día de suerte. Tenés que comprar un billete de la lotería".
Sonia lo cuenta ahora: "Estábamos a punto de volver a casa para celebrar las buenas noticias. Mi esposo, Keith, y yo, creíamos en ese instante que ya éramos las personas más afortunadas del planeta. Y llamamos a nuestra hija Courtney, para pedirle que comprara un billete. Ella no estaba en casa, así que llamamos a Stephanie para que lo comprara ella".
La hija no dudó un segundo y al llegar a la agencia de lotería optó por gastar cinco dólares y comprar un billete de EuroMillones. Un juego que es furor en todo el continente europeo y reúne pozos increíbles. La chica eligió apresuradamente los cinco números y los dos comodines. Y la historia terminó allí. Momentáneamente.
Ya con Sonia en casa, el domingo, la familia decidió controlar los números. Uno a uno iban saliendo del bolillero. Lo mismo los comodines. La fiesta en la casa de los Davies se hizo interminable. Habían ganado 80 millones de dólares.
Sonia tuvo tiempo para decir: "Lo que vivimos la última semana se parece mucho a una montaña rusa. Nuestra vida estaba en las alturas y luego descendió a los infiernos. Y mi operación y esta fortuna nos llevó de vuelta arriba. No es el cielo, pero es muy cerca".
Los Davies festejan ser millonarios. No sólo saldarán deudas sino que nunca más en su vida tendrán problemas económicos. Pero la victoria mayor no salió de un bolillero, sino de una sala de operaciones. Ese triunfo no tiene precio. Y no lo pagan ni siquiera 80 millones de dólares.