07/05/2017

Tucumán

Fútbol

La fiesta imposible: el clásico de Aguilares terminó con graves incidentes

Deportivo derrotó a Jorge Newbery de visitante por las semifinales del torneo Federal C. Lo que comenzó como una gran celebración fue de a poco degenerandose hacia el escándalo.
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Lo que empezó como una fiesta terminó en incidentes.

La fiesta del fútbol parece una utopía cada vez más lejana. La semifinal por el torneo Federal C en la ciudad de Aguilares comenzó como una gran celebración popular pero terminó en escándalo.

Los locales de Jorge Newbery, varias veces postergados en la alegría, creían tener ahora la gran oportunidad de festejar después del 0 a 0 conseguido en condición de visitante ante Deportivo Aguilares, tenían una ocasión única de clasificar a la final, con su gente y en el año de su primer centenario.

El partido comenzó con clima de fiesta, la familia del Aviador llenó la cancha bajo el sol contundente del sur tucumano. El equipo de Newber salió conociendo su obligación y jugando un buen fútbol. El mal llamado "folclore" del fútbol demoró el comienzo del partido hasta que se pudo limpiar el área del arquero de Deportivo.

Desde el arranque llamó la atención el cordón policial para proteger a los visitantes en la entrada en calor.

Cuando Newbery dominaba las acciones y se acercaba el gol, éste llegó en el arco propio, el Celeste se puso en ventaja en un golpe que sería de knock out. El "Movete Ñuber movete" comenzó a escucharse desde las tribunas antes de que ruede la pelota nuevamente como una visión de futuro. El Aviador que venía imponiendo su juego y movildad quedó de pronto estático, y empezó a consumirse por la presión propia. Para colmo un petardo cayó a los pies del arquero visitante, que tardó un segundo en reaccionar, trastabillar hacia adelante y caer en la puerta del área grande.

Los insultos de la hinchada se repartían destino entre el lanzador de la bomba y el arquero al que acusaban de "hacerse el payaso" (la carpa de un circo que asomaba desde el costado inspiraba los gritos). Después de varios minutos en los que el fantasma de la suspensión rondaba las tribunas se reanudó el juego, pero ya con menos fútbol.

Una bomba de humo celeste cayó desde afuera de la cancha como una provocación de los hinchas visitantes hasta ese momento ausentes, en esa misma esquina otra bomba cayó a los pies de un jugador de Deportivo, esta vez sí parecía que se suspendía.

El segundo gol del Dépor llegó tras una mala salida del arquero local. El primer tiempo terminó después de muchas interrupciones con un 2 a 0 en favor del visitante.

En el comienzo de la segunda parte el local salió con un ímpetu renovado y logró el descuento pero en el afán de buscar el empate descuidó la defensa obligando un par de intervenciones de su arquero.

En los últimos minutos y con el sol ya escondido detrás de los cerros, el fútbol desapareció. Mientras el árbitro pedía por enésima vez a los hinchas que se bajen del alambrado en la tribuna de Newbery se producían violentas grescas entre los mismos simpatizantes. Con el pitazo final vino la invasión que todos esperában salvo la policía, que quedó como testigo privilegiado de cómo eran saqueados los jugadores de Jorge Newbery y cómo golpeaban a los de Deportivo contra el alambrado. Cuando por fin reaccionó la policía formando una defensa con escudos y palos, los barras no se aplacaron y les hicieron frente a los uniformados. Entonces se escuchó la primera explosión que no fue de pirotecnia, sino más bien como un golpe seco contra una madera, eran las balas de goma, luego del estallido un hincha quedó tendido sin moverse sobre el césped, "¡Está muerto!" gritaba una mujer desde la tribuna mientras lloraba desconsolada, detrás de las balas vinieron los gases, un grupo de gente tuvo que romper un portón para salir.


Afuera quedaba el polvo de las corridas mientras se dispersaba el humo de los gases lacrimógenos y se escuchaban a lo lejos algunos reventones de las balas de goma. Muchos estaban sentados en las veredas llorando, no por la derrota de la que ya nadie hablaba, sino del fracaso de la fiesta que se pudo armar en un momento, entre padres, hijos, mujeres, una familia que ya no querrá volver a las canchas. Al alejarse unas cuadras el sonido ya era el de los bocinazos de los festejos de los de Deportivo. ©eldiario24.com

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