23/08/2020

Opinión

Los derechos humanos como arma arrojadiza de los poderosos

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Los derechos humanos como arma arrojadiza de los poderosos

El apartheid , según los diccionarios, es “un sistema político y social desarrollado en la República de Sudáfrica y otros estados cercanos, basado en la segregación de la población por motivos raciales o étnicos y en el trato discriminatorio hacia la población negra”. Qué canallas quienes impusieron —y mantuvieron— este régimen. ¡Pues claro!

Cuando el mundo avanzó unos cuantos pasos en la concepción de los llamados “derechos humanos”, muchos países sancionaron la política sudafricana, pues condenaba a una mayoría a no usar libremente de los beneficios acordados a una minoría. Fue tal la presión externa, que finalmente se abandonó el sistema y se instauró otro, pero para toda la población. Muy bien, ¿vé?, hay historias que terminan bien.

Espere. Sudáfrica y esos “otros estados sudafricanos”, de la definición, no eran una mosca blanca. Hay otros regímenes, igual de malvados, se hace con ellos la vista gorda. ¿Cómo dice?

Ahí está el caso de Irán: esta república basada en el Corán sigue los mandatos de atrabiliarios líderes religiosos, llevando adelante una guerra santa contra occidente, organizando atentados criminales en todo el mundo. En ese país las mujeres no tienen representación parlamentaria, son obligadas a vestirse de una determinada manera y deben seguir, en lo personal, los dictámenes de los varones. ¿Es criticable? Pues claro, varios países han condenado estos atropellos. ¡Ah, qué alivio! Pero la denuncia por los derechos humanos, esconde el hecho de que Irán quiere fabricar la bomba atómica. Si no fuera por ese detalle, les dirían todo bien, todo oquei, todo guánderful tropical. No nos metemos con su política contra las mujeres, los derechos humanos y eso, porque es inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.

Y ahí está Arabia Saudita. Es un régimen con la más completa libertad religiosa para su gente y todos los hombres del mundo que quieran habitarla, siempre y cuando sean musulmanes. Si alguien lleva a la vista una cadenita con una cruz cristiana, tiene asegurada, en principio la cárcel y si insiste, la muerte, así de fácil. Hace poco, en ese reino, se acordó una extraordinaria libertad a las mujeres… para manejar autos, pues tienen vedado hasta salir a la calle si no las acompaña un varón. ¿El mundo se horroriza? No. ¿Se hace un boicot para no comerciar con ellos? Tampoco. ¿Se los amenaza con no comprarles nada? Menos. ¿Sabe por qué? Tienen petróleo. Pero, oiga, ¿no está diciendo que violan los derechos fundamentales de, al menos la mitad de la población? Sí, por supuesto, ¿Entonces? Le repito: tienen petróleo. ¿Y con eso qué? Si se enojan, cierran el grifo y adiós la energía barata de gran parte de Europa y Estados Unidos. ¡Eh, bárbaro! Y no solamente eso, en un mundo al que repugnan las dictaduras, ellos son gobernados por una monarquía absolutista de las peores. ¿Cómo Inglaterra, España, Holanda? No amigo, esos monarcas son de mentira, patéticos payasos hereditarios de las peores familias europeas, los de los países árabes gobiernan efectivamente, manejan la lapicera y las ametralladoras, y son muy crueles, sobre todo con las mujeres.

En China, también hay grandes mayorías —no minorías— oprimidas por el gobierno, sin posibilidades reales de un gobierno democrático o, aunque sea, alzar la voz para protestar pidiendo elecciones democráticas o porque quieren ir a la misa que deseen y no a la impuesta por las autoridades. ¿Me está cachando? ¡No!, y le digo más, ningún país del mundo llamado “libre”, alza la voz para protestar por tener a su gente oprimida, sojuzgada, silenciada, sometida y abusada. ¿Por qué? Porque es poderosa, compra alimentos y tiene la bomba atómica, entre otras razones.

Ya entiendo, en realidad me está queriendo decir que los derechos humanos vendrían a ser un arma arrojadiza de las grandes naciones, pero solamente contra los débiles. ¿Vé?, ya nos estamos entendiendo. Mire usted.

En algunos casos, la flecha es tan poderosa que termina sojuzgando a algunos pueblos, al imponérseles ideologías contrarias a su propio ser, pues van en sentido inverso a sus creencias más íntimas. ¿En serio? Sí señor, pero hasta aquí nomás lleguemos hoy. Se me acaba el espacio y eso da para otra larga conversación, otro día, más adelante.

¿Promesa?

Promesa.

Juan Manuel Aragón                   

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