09/05/2021

Opinión

Punto de encuentro en José Hernández y Ray Bradbury

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Punto de encuentro en José Hernández y Ray Bradbury

El Martín Fierro entrará, dentro de poco —si no está ya— en el Índex de los libros prohibidos por el moderno macartismo cultural. Son tantas sus partes incorrectas, por llamarlas de alguna manera, que no tiene muchas posibilidades de sobrevivir en bibliotecas públicas o privadas.

Fijesé: el protagonista está borracho, apuñala a un morocho y lo mata. Después se bate en una payada con quien, a la postre se descubre como hermano del otro y lo hace pasar papelones con sus versos. Desprecia los gringos en general y a un napolitano en particular, en un claro caso de discriminación racial. A la señora la tiene a menos, por eso nunca da a conocer su nombre.

Vive entre indios, sin decirles jamás “miembros de un pueblo originario injustamente masacrado por malvados españoles sedientos de sangre”. Para peor, en sus retratos no los describe cual mansos seres angélicos viviendo en paz y armonía antes de la llegada del hombre blanco, sino todo lo contrario: “Tiemblan las carnes al verlos”, sostiene.

Los personajes no son vegetarianos ni veganos, no se habla de inclusión, no se usa el lenguaje de género, tampoco se reclama una educación sexual integral y para peor nombra a Dios y a los santos del Cielo sin aclarar que los curas son malvados pedófilos.

Si tiene en su casa un Martín Fierro, escóndalo o tírelo a la basura antes de que lo descubra la Policía Única del Tratamiento Antidiscriminatorio. Dentro de poco habrá rastreos casa por casa, buscando ejemplares para entregarlos al fuego. Ray Bradbury y Farenheit 451 van a quedar un poroto, acuerdesé.

Juan Manuel Aragón                   

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