Lo políticamente correcto es censura de aquí a la China

Según una de las definiciones de internet, la corrección política “es una adjetivación usada para describir el lenguaje o las medidas destinadas a evitar la ofensa a gente o grupos particulares de la sociedad”. Se trata de “evitar palabras o comportamientos que alguien crea excluyente, marginador o insultante de grupos considerados desfavorecidos o minoritarios”.

El problema es qué se considera grupo minoritario. Vamos, si usted tiene la piel oscura y nació en el África, no hay problema, todos son oscuros, pero si nació en los Estados Unidos y a alguien se le ocurre llamarlo “negro”, capaz que lo meten preso. Salvo que tenga el mismo color de piel, en cuyo caso se lo considerará un hermano y no el merecedor de un reproche penal.

La misma palabra se considera que tiene un tono amigable en un caso y siempre es signo de enemistad en el otro, ni siquiera considerarán el contexto. Los blancos tienen prohibido decir “negro”, pero si un negro insulta a alguien gritándole: “¡Blanco!”, hay que ver por qué lo dijo, cómo fue, qué razones tuvo. Distinta balanza para pesar lo mismo.

Los chinos persiguen a los católicos por practicar su religión y siempre saldrá uno a defender: “Es un tema complejo, no se puede tratar a la ligera”. Es decir, para los taitas de lo políticamente correcto, los católicos pueden y deben ser atacados por lo que fuere, pero no deben ser protegidos o mirados como perseguidos. Está casi prohibido.

Uno más. Dicen: “Los españoles pusieron en práctica en América, un derecho de conquista que era válido de acuerdo a su manera de pensar en aquel tiempo”, le saltarán al cogote para retrucarle con que, en este caso, sí vale usar categorías del pensamiento actual para juzgar hechos del pasado, porque los españoles de aquel tiempo eran intrínsecamente malvados.

Si los otros responden: “Está probado que los aztecas comían carne humana, mantenían zoológicos para engordar a gente de las tribus sometidas, les sacaban el corazón mientras estaban vivos y les gustaba sobre todo guisar chicos”, argumentarán que eso entra en la lógica de los pueblos americanos, eran sacrificios rituales aceptados porque los indios, por definición, son todos buenitos. ¡Oiga!, ¿no habría que usar la misma vara para todos?

No, ¿sabe por qué? Porque fue el progresismo de la década del 50 el que inventó lo políticamente correcto, solo para lo que a ellos les parecía que estaba bien. Si les pregunta, dirán que la guerra civil española fue un crimen franquista de punta a punta, muy bien, le damos la razón. Pero los asesinatos en masa de Pol Pot, que mató entre 1.700.000 y 3.000.000 de camboyanos, habría que ver si es tan así, la cifra está exagerada o, de nuevo: “Es un tema complejo, no se puede tratar a la ligera”.

Podríamos seguir con cientos de ejemplos, pero es casi seguro que usted también los tiene en la punta de la lengua. Agréguelos a continuación, si quiere.

Juan Manuel Aragón

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