16/05/2020

Tucumán

HISTORIA DE VIDA

Un tucumano recibió un doble trasplante en España en plena pandemia

Tras la operación, ahora busca generar conciencia sobre la importancia de la donación de órganos.

Cuando en octubre de 2016 recibió una oferta laboral que lo llevaría a dejar la localidad tucumana de Yerba Buena para radicarse en España, Carlos Alberto Parravicini (42) no imaginaba que ese viaje le cambiaría la vida. Y mucho menos que ese cambio se daría en medio de la pandemia de coronavirus que tiene en vilo al mundo y que ese país europeo se cobró la vida de más de 27.000 personas.

Se reconoce "más tucumano que la caña de azúcar y los limones", fanático de Atlético Tucumán y de Atlético Madrid por la antipatía que le produce Cristiano Ronaldo, "Caco" no deja de agradecer la oportunidad que recibió en el Viejo Mundo.

"Caco" - apodo con el que lo bautizó un profesor de educación física - junto a su esposa Ana Inés (38) y sus hijos Tomás (13), Candelaria (10) y Pilar (10) se radicaron en Bilbao, primero, y dos meses más tarde en Majadahonda, al noroeste de Madrid.

Mientras en lo laboral todo marchaba viento en popa, sus problemas de salud de larga data se agravaron.

Desde los ocho años, época en la que repartía su tiempo entre el Tucumán Rugby Club, el fútbol y la práctica de mountain bike, "Caco" ha padecido diabetes tipo 1. De manera progresiva, la enfermedad fue dañando el funcionamiento del páncreas y los riñones.

"En la época en que me dieron el diagnóstico, los alimentos light no existían y había que purificar la insulina de los cerdos. Y, para colmo, en mi adolescencia mi rebeldía no pasaba por tomar alcohol ni fumar cigarrillos, sino que hacía desarreglos con la comida", sostuvo en diálogo con La Nación.


De internaciones y pandemia

El 2 de marzo de 2020, 11 días antes de que España declarase el estado de alarma por COVID-19, Parravicini se internó en el hospital madrileño 12 de octubre y recibió de un donante cadavérico el páncreas y un riñón .

Como las visitas de familiares aún estaban permitidas, le hicieron un hisopado para testear si estaba infectado y dio negativo. "Mi miedo no era la enfermedad en sí, sino que le pasara algo a los órganos que había recibido", comparte con este medio.

Desarreglos que continuaron durante su adultez y que incidieron en su salud. Le diagnosticaron retinopatía diabética, tenía arterias calcificadas y una r educción en la función renal . Todo vinculado a la enfermedad infantil que avanzaba ya no tan silenciosamente. Una vez en España, "Caco" comenzó a controlarse con mayor disciplina gracias al equipo médico que lo sigue.


Para fines de 2017, la función renal de Parravicini estaba en un 35% y su nefrólogo le sugirió que hiciera lo necesario para entrar en lista de espera. "Fue un total de 25 o 30 estudios. Había venido a vivir acá y no pensaba en la posibilidad de un trasplante", reconoce desde su casa en Madrid. En agosto de 2018, "Caco" ingresó en el registro, pero el trasplante se demoró y debió hacer diálisis durante 15 días.

Mientras transitaba los primeros días de posoperatorio las noticias sobre el avance del virus en España y el mundo empeoraban hora tras hora: los contagios diarios treparon de 40 a 900. Permanecer en casa, como rezan los hashtags, era la mejor opción, pero una obstrucción intestinal -algo frecuente luego de ese tipo de cirugías- lo obligó a volver al quirófano.


Una gran esperanza

La operación fue exitosa y Parravicini recuerda que se despertó en un zona desconocida del hospital: "Había dibujos de Peppa Pig y cuando pregunté dónde estaba me informaron que era un área donde funcionaba el servicio de neonatología, pero que lo habían reacondicionado para los 'enfermos limpios', aquellos que no estaban infectados de coronavirus".

Los otros 13 edificios que componen ese nosocomio madrileño estaban colmados de casos.


Salvado...

El 1º de abril vuelve a su casa y, por recomendación médica, "Caco" permanece 14 días aislado en su cuarto. Cuando todo indicaba que la recuperación era completa, comenzó con registros febriles altos. Ante ese indicador, debieron internarlo por tercera vez en menos de 60 días para retirarle el viejo catéter que le habían colocado para que pudiera dializarse.

Con la curva de contagios en descenso, Parravicini reconoce que el ánimo en los profesionales de la salud mejoró considerablemente. "Me saco el sombrero por ellos. Uno escuchaba como lloraban por los rincones ante el desborde, pero cuando estaban delante mío me atendían siempre con una sonrisa", recuerda.

En franca recuperación, en compañía de su familia, Parravicini impulsa Trasplante Nueva Vida, una iniciativa en redes sociales que busca generar conciencia sobre la importancia de la donación de órganos.




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