11/06/2021

Opinión

Vida, registro y extinción de un ave de mal agüero

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24).
Vida, registro y extinción de un ave de mal agüero | El Diario 24 Ampliar (1 fotos)

"Orando a san esteban por maternidad de la telera". Acrílico sobre lienzo de Hugo Aragañarás.

El pájaro aventino fue traído por los italianos. Se reproducía tan rápidamente en cautiverio que lo soltaron ni bien llegaron a Santiago. En un tiempo hubo millones, pero desaparecieron de repente. Su silbido cesó por completo y hoy pocos han oído hablar de él.

En 1920 los sabios franceses Emilio y Duncan Wagner, se toparon con uno en sus exploraciones por el río Salado. Disecado, lo enviaron a su país para ser estudiado por ornitólogos: allá estaba extinto del todo.

El ensayo “Aves de mal agüero”, de Omar Torres, trae una brevísima referencia, en la página 143: “En Sol de Mayo, departamento Jiménez, una noche de verano, sentí un silbido extraño. Al día siguiente, un viejo vecino, Andrés Melián, me dio la clave: era un aventino; no traía buenos presagios. Desde entonces lo busco afanosamente”.

El diario El Liberal del domingo 17 de marzo de 1940, publica la foto de un cazador de Nueva Francia, José Escobar, al lado de un ejemplar. De vez en cuando hay registros hasta 1974. Después silencio.

¿Quedará alguno en los menguados bosques santiagueños?, hay quienes creen que es posible, pues, de tanto en tanto, alguien afirma haber oído su silbo. Así como emergió el kakuy, gracias a la extinción de las plantas que le daban cobijo, es posible que uno de estos días alguien vea un aventino en el paraíso japonés de su casa. De todas maneras, rezamos fervorosamente por el regreso de los bosques, aunque perdamos el espectáculo de un animal salvaje posado en la soga de colgar la ropa, entre una camiseta y el mantel de recibir a las visitas.

Juan Manuel Aragón                   

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