Opinión
Vos habrás evolucionado, a mí me hizo Dios
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Vos habrás evolucionado, a mí me hizo Dios
No envidio la vida de los ateos: trabajan normalmente durante Navidad y Semana Santa, porque no tienen nada para recordar. Si el almanaque de una semana de 7 días y 365 días al añoes un invento católico, quizás tienen semanas de diez días, con otros nombres.
Dicen que creemos en el cuentito de un Dios insuflando espíritu a un muñeco de barro. Ellos en cambio, como son tan inteligentes, se aferran a la razón, a la evolución de las especies y la supervivencia de los más aptos.
Sí, nosotros somos tontos, pero, oiga bien, sostienen que hubo un caldo inicial en la Tierra, sin un atisbo de vida, pero luego de millones de años de insistir el sol, pegándole a una partícula inanimada, ¡vualá!, le dio vida. Eso es imposible, por más que se repita quichicientos millones de años, no lo digo yo sino cualquier bioquímico. De la olla nunca sale nada mejor de lo que se le puso.
Pero insisten con el cuentito de la evolución, basado en una probabilidad irracional que también apela a la fe. Si no, oiga: “Había una vez un terroncito inanimado, vino un hada y lo transformó en ameba, otra lo hizo delfín, otra lo volvió mono y al final llegó una que lo convirtió en hombre”.
La selección natural de las especies es el monito que anda más alto en los árboles zafando de los grandes depredadores. El que baja se muere: será merienda de leones o tigres. Pero si venimos del monito tonto que dejó la liana, entonces la supervivencia es del estúpido. Y eso no lo creen ni ellos. Ni nosotros, obvio.
