01/05/2020

Culturas

EVOCACIÓN

VIDEO: El pasado rockero de un joven Jacinto Piedra con la rebelión a flor de piel

De jovencito nomás, el recordado músico santiagueño mamó las mejores chacareras de su Tala Pozo natal, que tarde o temprano terminaron de mezclarse con los yeites de la eléctrica.

El apodo artístico con que lo inmortalizó Horacio Guarany, no fue suficiente para que el cantor de las mil y un madrugadas, Jacinto Piedra, asintiera en su ser el compromiso de encarar un proyecto de vida que lo uniera con el canto.

Había algo más por que lucharla y así fue como Ricardo Manuel Gómez Oroná, concitó su atención en la música, porque  entendió que su revolución, debía ser transmitida de una manera pacífica, efectiva. Sin armas. Porque fue la voz su espada más segura y la palabra, el mensaje que luego se gestó en su ser para llegar a todas partes.


El niño cantor

De jovencito nomás, Jacinto mamó las mejores chacareras de su Tala Pozo natal, que tarde o temprano terminaron de mezclarse con los yeites de la eléctrica.

Ricardito, tenía 7 años cuando empezó a deslumbrar con su voz, y cantar en cuantos escenarios lo requerían. Pero no fue en Santiago, donde por primera vez, pulsaría una guitarra, sino allá en Morón, Buenos Aires, donde se radicó junto a su familia por un largo tiempo, agobiado de la falta de oportunidades laborales en Santiago.

El desarraigo le pegó fuerte, pero nada mejor para un santiagueño que conocer a otro coterráneo, en la crudeza de un Buenos Aires donde había que hacerse de abajo. Cuenta el detallado trabajo biográfico escrito por Cecilia Rayen Guerrero Dewey, “Jacinto Piedra, que lo recuerden brillando”, que fue Graciela, la hija mayor de Carlos Carabajal, quien le enseñó los primeros acordes con la guitarra, esa que nunca más dejaría hasta el final de su vida.


Rock del pueblo

Eran los años sesenta, y nada hacía presumir que Ricardo, ya un adolescente, podía inclinarse al mundo del rock. Tenía 17 y no aún era conocido con el mote de Jacinto, cuando radicado en Morón, se dejó seducir por la inevitable efervescencia rockera, que atrapó a tantos jóvenes como él, con la sonoridad poética del flaco Spinetta, Charly García, y la renovada estética musical del tango, con Piazzolla.

Así fue como trasnochando en la urbe porteña, conoció a un tal Bam Bam Benítez quien tenía un proyecto llamado Obelisco, que se encuadró en lo que se denominaba como rock progresivo. Junto a Jacinto, estuvieron también los músicos Ricardo Navarrine en batería, Tomás “Chiche” Núñez en el bajo, y en guitarra base y voz, el propio Benítez. Todos eran de Morón, donde también vivía el cardenal santiagueño.

“Obelisco fue la primera banda de Ricardo, algo así como la escuela de la calle donde aprendió a moverse en manada. Los pibes sonaban y aunque lo legendario les quedaba grande, imponían respeto”, describe Cecilia Guerrero Dewey, autora de“Jacinto Piedra: que lo recuerden brillando” (Pixel Editora).

También Bam Bam Benítez, recordaría en su libro aquella experiencia: “Ricardo empezó a componer con audacia. Estaba enamorado de Spinetta, de Piazzola, de ese no sé qué que las piezas de estos tipos lograban y que él deseaba trasladar a sus composiciones”.

Pero Benítez, agrega otro dato revelador, al resaltar que “la primera canción con letra y música de autoría Jacinto se llamaba Reservados. En Obelisco, Ricardo punteaba con su brillante guitarra eléctrica negra, la Faim Les Paul”.

En Obelisco a Jacinto lo dejaron hacer.

La primera canción con letra y música de su autoría se llamaba “Reservados”. Gustó. Bam propuso que la cantara él y Ricardo, tan acostumbrado a puntear en la guitarra Faim Les Paul negra, dudó un poco pero finalmente aceptó. Reservados se convirtió en una suerte de hit que los pibes reclamaban, abrieron uno de los shows más importantes de Obelisco con ella. El auditorio San Roberto de Flores rebalsaba.

A principios de 1975, Obelisco se disolvió y cada cual siguió su ruta.

Ese mismo año, Ricardo empezó el servicio militar obligatorio. Era un momento político complejo y de extrema violencia como para hacerse el guapo. Ricardo cumplió: divertido y amable, pudo sortear las malas jugadas y conoció a Pico, el hermano menor de Juan Marcelo de Jesús, del histórico dúo Juan y Juan, los artistas de Balada para un gordo y Qué lindo que es estar en Mar del Plata. La amistad que construyeron con Pico hizo que el verde militar jodiera menos. Los salvaba el arte.

Jacinto podría haber elegido el rock, o la balada pop. Pero él prefirió el reto de su entorno originario, asimilarse a la correntada de chacareras que había ido humedeciendo desde la sequedad de su Santiago querido.

En los albores del siglo XXI, el culto a la memoria de Jacinto Piedra bordea el ritual de los mitos populares y, claro está, no es disonante con el nuevo florecimiento del género.

A continuación, compartimos dos VIDEOS de la banda Obelisco: los temas son “Sin números” y “Tiempo de ser”, de la banda compuesta por Jacinto Piedra (guitarra solista), Bam Bam Benítez en voz y guitarra base; Tomás Núñez en bajo y coros y Ricardo Navarrine en batería.





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