26/10/2020

Opinión

Breve historia de una prenda inútil, el pantalón

Escribe Juan Manuel Aragón - (Especial para El Diario 24)
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Breve historia de una prenda inútil, el pantalón

En el siglo I después de Cristo, un grupo de árabes invadió España. Eran los zenetes, montaban nerviosos caballos, no muy grandes, no muy fuertes y traían con ellos un invento fenomenal, casi una revelación para aquellos pueblos: montaban con un aparato desconocido en el mundo occidental, el estribo. Como los jockeys actuales de los hipódromos y las cuadreras, estribaban en corto, como dicen en el campo. Esos zenetes dan origen al nombre de jinetes.

Fue una solución fenomenal, olvídese de la pólvora, la computadora, el reloj a cuerda, el tocadiscos,el descubrimiento de América, la comida enlatada, el pechero de los carros, la aspirina, el horno móvil, el telefonito de mano, la pizza de anchoas, la imprenta, la electricidad, el mate amargo, el matambre al verdeo, la regla de cálculo: los estribos dan vuelta la humanidad como una media, la ponen patas para arriba, la revolucionan. ¿La rueda, dice?, puede ser pero no es un invento de la historia sino de la prehistoria.

Gracias al estribo es posible el nacimiento de la caballería como arma letal en los ejércitos y comienza quizás el tiempo más luminoso de todo, la Edad Media. Usted imagine, el caballo era útil pero solamente como bestia de carga. En los combates, la caballería se acercaba a una distancia más o menos de los enemigos, les tiraba unas cuantas flechas y salía a las disparadas, más no podía hacer.

Era imposible que un buen jinete se mantuviera sobre el animal después de pegarle un lanzazo a un contrario, pues no tenía dónde afirmarse. Pero llega el estribo que le permite lancearlo a toda velocidad y no quedar pegado al arma mientras el caballo sigue corriendo.

En ese tiempo (in illo témpore), los hombres usaban túnicas o faldas, parecidos a las de las mujeres. Pero entonces cambia la vestimenta y los varones deben vestir de pantalón, prenda más adecuada para montar con presteza y no andar tropezando con tantas telas entre las piernas. Ellas siguen con sus vestidos, sus faldas, más cómodas, frescas y ventiladas hasta más o menos la mitad del siglo pasado.

Con la llegada del ferrocarril primero, y los automóviles después, el caballo empezó a perder protagonismo, no solamente en la guerra, sino también en la paz. Le cuento, la última carga victoriosa ocurrió durante la batalla de Teruel, en febrero de 1938, en la Guerra Civil Española. Unos 3.000 jinetes, del bando nacional, aterrorizaron al enemigo y lo hicieron huir despavorido. Un año y medio después, los polacos lanzaron su caballería contra los tanques alemanes, pero no solamente no les hicieron ni un rasguño sino que fueron pasados por encima por los malvados nazis. ¿Billetera mata galán? Bueno, fierro mata caballo también.

Después de la II Guerra Mundial, los norteamericanos vendieron muchos vehículos sobrantes a países como la Argentina, que compró sus Jeeps, sobre todo para los trabajos en el campo. La industria bélica volvió a reconvertirse en el mundo y se fabricaron automóviles y motocicletas como para hacer dulce.

El mundo de los caballos para ese entonces, estaba terminado. En algunas partes siguen siendo muy útiles: en ciertos lugares son irremplazables para el manejo de la hacienda o llegar a lugares lejanos y sin caminos. Pero cada vez se los necesita un poco menos. Usted se debe acordar del Martín Fierro cuando dice: “El gaucho más infeliz // tenía tropilla de un pelo, // no le faltaba un consuelo // y andaba la gente lista… // teniendo al campo la vista, // sólo vía hacienda y cielo”.Ahora eso no va más: hasta el paisano más infeliz tiene una Honda Wave 110.

¿Adónde voy con esto? Bueno, lo siguiente, dos puntos: ya no son necesarios los pantalones, los hombres deberíamos volver a las túnicas, las faldas, los vestidos, tan cómodos. Desde hace unos años los varones usan eslip, prenda ardua, antihigiénica y malsana, pues aprieta los compañones año redondo, y es sabido que en verano necesitan estirarse un poco buscando la fresca. Cada vez los estrangulan un poco más, los acogotan, y podrían causar impotencia o matar a los bichitos de la vida, por nombrarlos sin ofender a las damas presentes en esta lotería familiar.

Hablando de mujeres, justo cuando el pantalón dejaba de ser una prenda útil para montar a caballo, entre otras cosas porque no había más matungos, ellas empezaron a ponérselos. Abandonaron las comodísimas faldas, los vestidos, las túnicas, para ponerse lompas, igualitos a los masculinos. Es decir, tenían una ventaja en su propia vestimenta, y no la usaron más, en aras de una igualdad incómoda. Vé po vos la zoncera, ¿no?

A partir de mañana empiezo un régimen estricto para adelgazar, así la próxima campaña otoño invierno ya estoy listo para usar mi primera pollera, un batón floreado, un trajecito sastre o al menos una túnica blanca, con vuelos amarillos en las mangas, o rositas. Y que se haga agua la achilata.

Churito te lo voy a quedar.

Juan Manuel Aragón                   

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